lunes, 31 de diciembre de 2007

-Menhires de Burgos


Junto a los dólmenes, existen en la provincia de Burgos otras manifestaciones paramegalíticas, como los menhires y cercos de piedra.

-Dos Hermanas
En las proximidades de Peñahorada, por un camino de concentración parcelaria que sale hacia el oeste, se llega al conocido menhir de las Dos Hermanas. No tiene significado como mojón, pero tampoco se han encontrado vinculaciones arqueológicas ni proximidad a enterramientos tumulares.
-Menhires de Villaescusa
Cerca de la cista de Villaescusa del Butrón hay dos supuestos menhires, uno de pie y otro derribado. Aunque no presentan vestigios arqueológicos, el lugar es una gran necrópolis en la que abundan los dólmenes y los túmulos. En el contexto megalítico burgalés, los menhires de contexto megalítico aparecen a veces duplicados.
-Villanueva de Puerta
En la bibliografía arqueológica de la provincia de Burgos se habla de un túmulo en el castro de Icedo, cerca de Villanueva de Puerta. Efectivamente aparece algún amontonamiento, que más bien parece corresponder a los restos de un torreón del amurallamiento. En las proximidades hay algunos túmulos, probablemente enterramientos del antiguo poblado.
-Piedra del Fraile
En las proximidades de Villalta se encuentra la llamada Piedra del Fraile. Es muy grande para ser un mojón ordinario, y siempre se la ha vinculado con el carácter megalítico de la comarca. Su excelente visibilidad facilita la orientación en el páramo.
-Menhires de Robredo
Cerca del dolmen de Robredo de las Pueblas hay dos menhires (una vez más los menhires duplicados en contexto megalítico). Como anécdota, cabe decir que hace unos diez años aparecieron derribados, seguramente por algún buscador de "tesoros". Se comunicó al Ayuntamiento y los izaron... con otra orientación.
-Canto de Agés
Entre Atapuerca y Agés hay un menhir que recibe el nombre de Canto de Agés, o Piedrahita. No hay ninguna razón para considerarlo megalítico, ni siquiera medieval, aunque en la parte superior haya una inscripción moderna que recuerda la batalla de Atapuerca entre los reinos de Castilla y Navarra.
-Menhir Las Atalayas
Entre Avellanosa del Páramo y Las Hormazas hay un amplio páramo en el que se localizan dólmenes, túmulos y algunos menhires confusos como el de la fotografía. Su tamaño es considerable, y no hay referencia de su uso como mojón.
-Quintanalara
Al oeste de Quintanalara, en una amplia vaguada que comunica varios caminos, aparece el conocido como Cantohincado, un posible menhir, o mojón de señalización en un confuso páramo en el que las encinas enmascaran los perfiles. Cerca hay algunos túmulos.
-Cuadrados Berberana
Al este de la carretera de Berberana al monte de Santiago hay varios cuadrados de piedra sobre pequeños túmulos. No ha sido excavado ninguno, y se desconoce su contenido.
-Menhir Arroyal
Uno de los primeros menhires reconocidos en la provincia de Burgos es el de Arroyal, conocido también como "La Serna", junto a la carretera que lleva a Marmellar de Abajo. En los últimos años se han inventariado varios enterramientos tumulares en la misma zona.
-Menhir Llorengoz
En el Campo de la Tuerta, al noroeste de Llorengoz, hay un par de túmulos y un menhir derribado. De momento no han aparecido vestigios arqueológicos, pero se observa que la laja está escuadrada y apoyada en sentido contrario al buzamiento del lapiaz.
-Borrocal de Silos
Entre Santo Domingo de Silos y Peñacoba discurre un hermoso camino que serpentea entre las sabinas. En una llanada se encuentra un enorme montón de piedras (borrocal lo llaman los paisanos), cuya finalidad se desconoce, con un cráter más reciente, sin duda por un intento de violación de su contenido. La tradición dice que allí se escondió la urna de Santo Domingo de Silos cuando llegaron los carlistas...
-Salegar
Al este del pueblo de Tordueles hay un salegar (lugar en el que se deposita la sal para el ganado) que forma un curioso peristalito. Probablemente se trata de un falso cromlech, pero la disposición es cuando menos curiosa.
-Trilito Mazorra
Puede ser una antigua cabaña de pastores, aunque el esfuerzo hecho para colocar la cubierta excede cualquier norma lógica. El trilito aparece en la Mazorra, relativamente cerca de la carretera de Burgos a Villarcayo. La losa superior debe pesar entre seis y siete toneladas.
-Peña Plato
El catálogo de castros, cuetos y riaños cántabros es una vez más la fuente bibliográfica que nos habla de restos megalíticos en Peña Plato, al norte de la provincia de Burgos. Hay alguna antigua cabaña y una curiosa formación geológica que sirve de base al vértice geodésico. Pero no aparece estructura dolménica alguna.
-Trilito Busnela
En los montes de Busnela no sólo está La Llana, el supuesto dolmen situado junto a la carretera. También hay otras cabañas o formas megalíticas caprichosas, como este trilito situado al este del pueblo, camino de La Engaña.
-Cabaña Larga
Se llama Cabaña Larga a una construcción "pasiega" situada en lo alto del río Engaña, cerca del Portillo de los Carros. Más al norte de la última edificación, al oeste del Nevero del Polluelo, hay curiosos cercos de piedra y unas supuestas "dolmas" en el Monte Retortillo.
-Villanueva de Gumiel.
Villanueva de Gumiel es un pueblo de la Ribera del Duero en el que abundan los pinos. En un claro del bosque hay un menhir, o mojón, con una perforación en el centro.
-Dobro
En el cruce de la carretera de Dobro con la comarcal 629 (Burgos-Villarcayo) hay un menhir o monolito sobre un pequeño túmulo. Es otro confuso vestigio cuyo origen se desconoce, aunque se inserta claramente en una zona de abundancia de yacimientos megalíticos. Cerca está el dolmen de La Cotorrita, de Porquera de Butrón.
-Mijaralengua
En el Valle de Tobalina, no lejos de la central nuclear de Santa María de Garoña, se encuentra el pueblo de Mijaralengua y, junto al camino de acceso al núcleo urbano, unas piedras hincadas que parecen haber sido colocadas por la mano del hombre. Algunos autores han hablado de restos de menhires, suposición que se ve reforzada por la existencia de piedras encajadas entre las grandes lajas.
-Coronía
El catálogo de castros, cuetos y riaños cántabros es una fuente inagotable de datos confusos. En la zona de La Virga, o La Vilga, al norte de Burgos, se describe el dolmen de La Coronía, que no es más que una sucesión de piedras caídas. Eso sí, hay un posible menhir, escuadrado, que permanece abatido entre la vegetación. El lugar es hermoso para contemplar los alrededores y no se debe descartar un uso prehistórico, pero en la situación actual de vegetación cerrada es imposible determinar este aspecto.
-Peña Lada
Recientemente ha sido dado a conocer por el Grupo Espeleológico Edelweiss, a través de Ana I. Ortega y Miguel Ángel Martín, un menhir en las proximidades de Castrillo del Val. Se trata de una gran laja procedente del cercano borde rocoso que ha sido puesta en pie. Su tamaño es espectacular y presenta en primer término lo que podía ser coronación del menhir. Está en las proximidades de una fuente y de unos abrigos.

-Mambrillas
En Mambrillas de Lara, al pie de la carretera Nacional 234 (Sagunto-Burgos) permanece tirada una laja que figuró en el libro sobre Megalitismo de José Luis Uribarri. Al estar fuera de contexto megalítico -aunque no se encuentra lejos de Mazariegos- no ha sido incluida en el inventario arqueológico. A veces se ha dicho que era un mojón territorial. Se trata de una piedra apuntada y bien escuadrada que ha sufrido diversos traslados en los últimos años.
-Villaescusa de Butrón.
Unos tres metros de longitud mide el menhir número 2 de Villaescusa del Butrón. Se encuentra derribado, en un altozano desde el que hay muy buena visibilidad sobre los alrededores, incluida una charca que se nutre del agua de lluvia.
-Las Puertas
El menhir más grande de la provincia de Burgos se encuentra cerca de Nocedo, en la comarca de Sedano. Está derribado y roto en varios trozos junto a un pequeño túmulo, en el lugar conocido como Las Puertas. El conjunto, de pie, sería soberbio.
-Las Llanas
Una gran piedra derribada y partida, de unos tres metros de longitud, se encuentra en Sargentes de la Lora, en el lugar conocido como Las Llanas.


Fuente: Megalitos.es

sábado, 29 de diciembre de 2007

-Necrópolis de Villanueva Soportilla.




En las inmediaciones de Villanueva Soportilla y escondida entre un denso bosque de encinas y quejigos se descubre una de las más señaladas y extensas necrópolis altomedievales de toda la provincia de Burgos. Fechada entre los siglos IX y XII, consta de un insólito edículo rodeado de numerosas tumbas, principalmente antropomorfas, excavadas en la roca.

Durante la segunda mitad del siglo IX, estas tierras burgalesas inmediatas al Ebro, que estaban protegidas de las razzias y aceifas de los musulmanes por el propio curso del río, las escarpadas sierras de los Montes Obarenes y el cercano paso de Lantarón, fueron repobladas, bajo el auspicio de los monarcas astures, por gentes foramontanas llegadas de las montañas situadas más al norte. A esa oscura época de la historia de la Castilla más primitiva, de la que apenas existen documentos escritos, pertenece el conjunto arqueológico de Villanueva Soportilla.

Consta de un poblado –del que se han descubierto muy pocos restos– con su campo para el ganado y de una extensa necrópolis –situada sobre un alargado montículo rocoso–, a la que se accedía desde la zona habitada por una escalera tallada en la roca. El recinto sagrado está presidido por un edículo excavado en un peñón rocoso que, antes de servir de iglesia a las gentes del poblado y de la necrópolis altomedieval, pudo ser un antiguo eremitorio visigodo.
Estuvo rodeado de cuatro recintos ceremoniales –sus vigas de madera se encajaban en la roca del edículo– y de un sencillo baptisterio. También cumplió una misión de carácter defensivo para los habitantes del poblado ya que su plataforma superior servía de lugar de vigilancia de un extenso territorio.

La necrópolis ocupa toda la extensión del promontorio rocoso –setenta metros de largo por unos veinticinco en su parte más ancha– y presenta 279 tumbas de distintas formas, tipos de construcción y cronología. Las excavadas en la piedra son las de bañera y las antropomorfas. Las primeras son las más antiguas, siglos IX y X, y están situadas más cerca del edículo y las segundas constituyen la tipología más abundante. En el extremo del cementerio, fuera ya de la mole rocosa, aparecen las más modernas, que fueron construidas con lajas de piedra durante los siglos XI y XII. De los 279 enterramientos descubiertos, 180 pertenecen a personas adultas, 37 a jóvenes y 62 a niños. También se puede contemplar en el centro de la necrópolis, rodeada de tumbas y medio tallada en la roca, la base de una pequeña iglesia, que tenía ábside, nártex y posible iconostasis.


Debido al extraordinario valor histórico del enclave arqueológico de Villanueva Soportilla su visita debe ser exquisitamente respetuosa.


Fuente: Enrique del Rivero

viernes, 28 de diciembre de 2007

-Megalitos en Burgos



Uno de los misterios arqueológicos más importantes en la actualidad, y que más explicaciones sobrenaturales ha provocado, ha sido el de las construcciones megalíticas. Enterramientos, culto a los muertos, observaciones astronómicas, misteriosos ritos y ceremonias… todo se funde y mezcla en los megalitos. Se distribuyeron por toda Europa occidental, tanto en la costa atlántica como en algunos puntos del Mediterráneo.


La construcción de megalitos está asociada a una revolución social importante que comenzó unos 5.000 años antes de J.C. Se trata pues del principio del fin de la Prehistoria en muchos lugares.
Comenzamos aquí a conocer estas construcciones ubicadas en la provincia de Burgos.

-Robredo de las Pueblas
En Robredo de Las Pueblas, perteneciente a la Merindad de Valdeporres, se encuentra un fenomenal dolmen que nunca ha sido excavado, aunque sí violado. En la zona se le conoce con el recurrente nombre de La Mina, y se encuentra cerca de la carretera de Cabañas de Virtus a Robredo. Mide 20 metros de diámetro y tiene un reforzamiento perimetral que asemeja un cromlech.

-Ahedo de las Pueblas
La Merindad de Valdeporres, al norte de la provincia, es un lugar de acumulación megalítica. En Ahedo de las Pueblas, a un kilómetro y medio al norte del pueblo, hay una cista violada desde antiguo, en una loma culminante de dos valles, cerca de unas grandes rocas. El túmulo de la cista tiene un diámetro aproximado de 13,5 metros. En la zona abundan los pastos y el bosque gracias a la humedad de la cordillera Cantábrica.

-La Cabaña
Sargentes de la Lora es un municipio burgalés limítrofe con Cantabria en el que se localizan docenas de enterramientos bajo túmulo. El dolmen de La Cabaña, restaurado recientemente, se encuentra junto a un arroyo. A él se accede bien desde el pueblo por pistas de tierra gracias a la señalización que han puesto los vecinos. Mide 16 metros de diámetro.

-Tablada
Tablada del Rudrón es una localidad del municipio de Tubilla del Agua. Al norte del pueblo, en un cruce de caminos del páramo que llega a Sargentes de la Lora, Jacinto Campillo excavó hace unos años una cista campaniforme. Hoy está abandonada a la intemperie y a su suerte, sin ningún tipo de señalización, por lo que es de temer su desaparición por el escaso porte de las piedras que delimitan el conjunto. Mide 11,9 metros de diámetro.

-La Mina
La Mina se encuentra en tierras de Sedano, en el páramo que une esta localidad con Mozuelos. Fue excavado por Germán Delibes hace algunos años, y consolidado con tierra, lo que impide su contemplación interior. El acceso es difícil, y está lejos de cualquier carretera. Se comunica visualmente con otros dólmenes de la comarca, cada uno de los cuales domina una de las parameras. Mide 17,5 metros de diámetro.

-Las Arnillas
En el término municipal de Valle de Sedano, en el páramo de Moradillo, aparece el dolmen de Las Arnillas, o La Sernilla, dominando una enorme extensión de terreno. Está muy bien restaurado, pero el acceso es muy complicado y largo sin vehículo todo terreno. Su presencia se detecta desde muchos kilómetros a la redonda. Mide 25 metros de diámetro.
-La Nava Negra
En el término municipal de Valle de Sedano, en un punto de confluencia de tres valles al norte de Las Arnillas, en el antiguo camino de Gredilla de Sedano a Poza, se encuentra el dolmen de Nava Negra. En las proximidades hay una fuente con laguna, varios pasos naturales y una fértil nava. Abandonado a su suerte tras la excavación, merecería una conservación adecuada. Mide 17 metros de diámetro.

-San Quirce
Tubilla del Agua es un municipio que se desarrolla en torno a la carretera N-623 (Burgos-Santander) entre los páramos y el valle del truchero río Rudrón. En el páramo suroccidental, al que se accede con dificultad desde el kilómetro 41 de la carretera nacional, está el dolmen de San Quirce, que una vez excavado fue colmatado de tierra para su conservación. Mide unos 15 metros de diámetro.

-Valdemuriel
En el municipio de Tubilla del Agua, de gran abundancia tumular y megalítica, el páramo situado al este de la carretera N-623 (Burgos-Santander) presenta una gran concentración de yacimientos, algunos alterados por las plantaciones de pinos. Al dolmen principal se llega por una pista forestal en mal estado que se toma desde la carretera, justo antes de descender al valle. Mide 16 metros de diámetro.

-Ruyales del Páramo
Ruyales del Páramo es una localidad del municipio de Huérmeces en el que hay dos supuestos dólmenes. El de mayor porte tiene un diámetro de casi nueve metros en el eje mayor de la cámara. Se encuentra a unos 1.800 metros al oeste del pueblo, en un valle abierto. No se conserva el túmulo, ni hay vestigios arqueológicos, aunque la zona ha sufrido una gran alteración por las labores de cultivo.

-Mazariegos
Al norte del desaparecido pueblo de Mazariegos (término municipal de Mecerreyes), en la carretera N-234 (Sagunto-Burgos) se encuentra este dolmen, que también es conocido como de Cubillejo de Lara por resultar más cómodo el acceso desde esta localidad. Tiene 27 metros de diámetro y una altura aparente de 2,5 metros. En el corredor hay unos grabados muy interesantes que están desapareciendo con rapidez por la acción de la lluvia y el viento.

-Morcales
En la confluencia del Arlanza y del Pedroso, dos bravos ríos que originan inundaciones sin cuento, Ángel Palomino excavó hace algunos años el túmulo de Los Morcales, perteneciente al municipio de Barbadillo del Mercado. Construido con cantos del río, es una demostración palpable de que la erosión, tan fuerte en la comarca, no ha alterado las características geomorfológicas en los últimos cuatro milenios. Mide casi 25 metros de diámetro.

-Jaramillo Quemado
Entre el río de San Marcos y la vía del ferrocarril abandonado Santander-Mediterráneo, en Jaramillo Quemado, hay tres túmulos de gran tamaño, uno de los cuales fue excavado hace varios años y hoy se encuentra abandonado, camino de la degradación total. Los túmulos tienen unos 20 metros de diámetro, y se encuentran en una terraza del río en al que abunda el cascajo. En las proximidades hay también otros restos arqueológicos de la misma época.

-Hortigüela
En la carretera N-234 (Sagunto-Burgos) se encuentra el pueblo de Hortigüela, desde el que se llega por pistas de tierra al lugar conocido como La Mina. Allí hay dos dólmenes arrasados en sendos altozanos que dominan el valle del río Valparaíso. Uno tiene unos 9 metros de diámetro, aunque el túmulo está prácticamente desaparecido. El otro enterramiento está en una colina próxima.

-Atapuerca
En la llanada al este del pueblo de Atapuerca hay cuatro dólmenes, dos de ellos de buen porte. Uno de ellos se encuentra en medio de una cañada, en una zona encharcable. Ha sido excavado parcialmente en varias ocasiones y está a la espera de su consolidación. Mide 25 metros de diámetro. En las proximidades del parque arqueológico hay otro de 35 metros de diámetro con una enorme laja en el centro del cráter.

-Villaescusa del Butrón
El municipio de Los Altos es uno de los más extensos y más despoblados de la provincia de Burgos. En la carretera de Gredilla de Sedano a Villaescusa del Butrón, ya cerca de este último pueblo, se encuentra junto a la carretera (a unos 1.700 metros al este del cruce de Huidobro) una cista que fue excavada con gran dificultad por la alteración que habían producido algunos arbustos en el enterramiento. Mide ocho metros de diámetro.

-Moreco
Desde la carretera de Pesadas de Burgos a Gredilla de Sedano se toma el ramal de Huidobro y, a 1.400 metros del cruce, aparece retranqueado de la valla el fenomenal dolmen del Moreco, o Fuenteblanquilla, que fue restaurado hace algunos años. Tiene unos 24 metros de diámetro y un corredor por el que se accede perfectamente al interior. En una laja de la cámara hubo un antropomorfo pintado que ha desaparecido en apenas una década.

-Ciella
Al norte de Sedano, en el páramo que lleva a Nocedo, se excavó hace años el dolmen de Ciella. Se accede a pie desde el pueblo, usando como referencia un tendido eléctrico que cruza una repoblación reciente de pinos. Con 18 metros de diámetro, es uno de los más "modestos" de esta comarca de gran presencia megalítica. La restauración ha consistido en su relleno con tierra.

-La Cotorrita
Cerca de Porquera del Butrón, en el municipio de Los Altos, se yergue el dolmen de La Cotorrita, excavado y conservado hace algunos años. En las proximidades hay una nava que se corresponde con una antigua laguna. El túmulo es oblongo, con un eje mayor de 22,4 metros. Para acceder al monumento, lo mejor es tomar en el kilómetro 18 de la carretera de Pesquera a Dobro un camino de concentración parcelaria al sur que lleva a un leve altozano.

-Cuevacho
Angulo es un pequeño reducto del Valle de Mena. Allí, cerca del pueblo de Encima Angulo, se encuentra un enterramiento bajo roca que comparte características cronológicas y espaciales con otros enterramientos tumulares y megalíticos. Los vecinos llaman "El Covacho" a este lugar, situado a unos 200 metros de la carretera local. La piedra tiene unos 3 metros de altura.

-Canto -Cualadrao
En Angulo de Mena, un hermoso valle limítrofe con Vizcaya, hay varias manifestaciones megalíticas singulares. Una de ellas es el Canto Cualadrao, un enterramiento bajo roca, pero que conserva características comunes con otros monumentos funerarios megalíticos, como la cista formada con piedras. La localización de este lugar es muy complicada, a media ladera de la Sierra de Carbonilla.

-Las Hormazas
Este fenomenal dolmen se encuentra en el pueblo de Las Hormazas. Ha aguantado más de cuatro mil años de inclemencias, pero está a punto de sucumbir con las rejas de los tractores, que ya han alterado el túmulo.

-Masa
Ente el pueblo de Masa y el desaparecido lugar de Fresno se puede apreciar este soberbio dolmen. Año tras año ha ido desapareciendo bajo las rejas de los arados, hasta que el agricultor, un excepcional caso de sensibilidad por el Patrimonio Cultural, advirtió el carácter prehistórico del conjunto y lo ha preservado.

-Valdemuriel
En Tubilla del Agua, junto a la carretera de Burgos a Santander, se encuentra una de las mayores concentraciones de dólmenes y túmulos de todo el norte de España. Los pinos no se dan bien en la comarca, y es necesario proceder a reforestaciones como ésta, que ha arado definitivamente un hermoso túmulo en el que aparece cerámica y ha hecho desaparecer definitivamente otros. De paso, se ha destrozado el camino que da acceso al dolmen recientemente restaurado.

-Sargentes-Valderredible
En el límite de las provincias de Burgos y Santander, junto a la carretera de Sargentes de la Lora a Valderredible, existía una estructura megalítica muy interesante. El Gobierno Regional de Cantabria ha explanado recientemente el lugar y ha colocado un mirador y un cartel en el que, paradójicamente, se explica el interés arqueológico de la comarca. El dolmen ha desaparecido, eso sí, y se ha convertido en un aparcamiento con un montón de piedras y tierra al lado en el que aparecen los vestigios del antiguo enterramiento...

-Villalta
En El Cerro de Villalta hay una docena de estructuras tumulares, algunas con claros vestigios (cerámica a mano). La repoblación forestal, un parque eólico y las pistas de acceso han destrozado algunas y amenazan otras, como ésta, en la que se sitúa el vértice geodésico del Instituto Geográfico Nacional.

-Poza de la Sal
Con el visto bueno del Ayuntamiento y de la Junta de Castilla y León se está destruyendo el páramo de Poza de la Sal (cuna de Félix Rodríguez de la Fuente) para colocar aerogeneradores tan altos como la catedral de Burgos. No sólo afectarán al paisaje, sino también a algunos túmulos.

-Paso de la Loba
El dolmen de Paso de la Loba está situado cerca de Huidobro, en el municipio de Los Altos. Toma su nombre de la presencia de una lobera próxima, interesante construcción que ha servido para cazar lobos hasta hace algunos años. El túmulo no tenía mucha altura, pero tras la excavación ha quedado completamente arrasado, con peligro inminente de desaparición. Para llegar a él, lo mejor es tomar la carretera de Gredilla de Sedano a Villaescusa del Butrón y, pasado el desvío de Huidobro, seguir hacia el este unos 800 metros. Aparecerá entonces una pista que va hacia el norte hasta una antigua plataforma del petróleo. Allí se puede dejar el coche y buscar la lobera, que está en el cortado de la Hoya de Huidobro (etimológicamente hoyo del Ebro).

-Jaramillo Quemado
En las proximidades de Jaramillo Quemado hay tres túmulos de gran tamaño y un cuarto que fue excavado hace algunos años y que hoy presenta un lamentable aspecto. Una sencilla reconstrucción volumétrica serviría al menos para entender la distribución espacial de estos túmulos singulares que ocupan una terraza del río.

-Rebolledo
Al norte de Fuentepecina, en Sedano, fue excavado hace algunos años un pequeño túmulo que ofreció materiales interesantes. La intervención arqueológica integral arrasó el pequeño montón de piedras y tierra que constituía el enterramiento. Aún se ve el descarnamiento producido en el páramo.

-Angulo de Mena
Cerca de Angulo de Mena se encontraba este túmulo en medio de un prado. Ya no existe. Se quitó, sin mala intención, para ampliar la superficie de pasto.

-La Brújula
A un kilómetro al norte del puerto de la Brújula, en la carretera N-I (Madrid-Irún), un anemómetro ha sido anclado en este túmulo.
Fuente: Megalitos.es

miércoles, 26 de diciembre de 2007

-Homo Heidelbergensis.




El Homo heidelbergensis vivió en la sierra burgalesa de Atapuerca hace unos 500 mil años.

Esta especie se define en 1908 a raíz del descubrimiento de la mandíbula de Mauer en la localidad alemana de Heidelberg. Hasta los descubrimientos de la Sierra de Atapuerca, la mandíbula de Mauer (junto con parte de una tibia humana encontrada en el yacimiento inglés de Boxgrove) era tenida como el fósil humano más antiguo de Europa.

Se trata de individuos muy altos (1,80 m) y fuertes (llegarían a 100 kg), de grandes cráneos (casi 1.400 cm3) todavía muy aplanados, con mandíbulas salientes y gran abertura nasal. El Homo heidelbergensis es un homínido que vivió en Europa entre hace algo más de 500.000 y 200.000 años, especie intermedia entre el Homo antecessor y el hombre de Neanderthal.

El estudio de los fósiles humanos encontrados en la Sima de los Huesos permite que nos hagamos una idea aproximada del aspecto físico y de la biología de ésta especie extinguida:

-La gran mayoría de individuos medirían entre 160 y 180 centímetros, siendo el promedio de los machos algo superior al promedio de las hembras, como sucede en la actualidad en nuestra especie. Las diferencias de peso y estatura entre machos y hembras serían similares a las de nuestra especie. Sus proporciones corporales serían muy similares a las del Homo sapiens, pero con el tronco más ancho. Su peso corporal un 30 por ciento más pesados que nuestra especie, debido a una mayor masa esquelética y muscular y a su mayor anchura del tronco.

Su capacidad craneal sería un promedio de unos 100-150 centímetros cúbicos menor que en Homo sapiens. Cerebro lateralizado como el nuestro, con individuos principalmente diestros. Grado de encefalización: menor que el de nuestra especie: cerebro relativamente más pequeño con respecto al peso corporal.

La gestación era de nueve meses, y el parto similar al de Homo sapiens en cuanto a la fisiología, movimientos del niño y modo de presentación, pero con un tránsito más holgado por el canal del parto, debido a las mayores dimensiones de la pelvis. Lactancia entre tres y cuatro años, como en algunas tribus de cazadores y recolectores actuales.
Su desarrollo sería probablemente casi tan largo y complejo como en nuestra especie, con infancia, niñez, fase juvenil y adolescencia, incluido un estirón puberal de intensidad similar a la nuestra.
La longevidad menor que la de Homo sapiens, ya que su estilo de vida no permitiría una vida más allá de los 40 o 45 años. La esperanza de vida al nacimiento sería de entre quince y veinte años.

Eran cazadores y recolectores de pequeños animales, huevos y todo tipo de plantas silvestres comestibles. De su higiene sabemos que usaban palillos de dientes para la limpieza de los espacios interdentales. Usaban abrigos de piel para evitar el frío y fabricaban herramientas de piedra y madera.
Utilizaban cabañas de madera y quizás pieles de animales, pero también usaban abrigos y vestíbulos de cuevas.
Se organizaban en pequeños grupos o clanes de entre 15 y 40 individuos jerarquizados, que explotaban y defendían los recursos de un territorio y que realizaban contactos esporádicos con otros grupos para evitar la endogamia. Las posibles causas de muerte eran el parto, infecciones de heridas y de la cavidad bucal, traumatismos producidos por golpes accidentales o por violencia intra-específica o por predadores.

domingo, 23 de diciembre de 2007

-Castillo de Frías.




Indiscutiblemente unida a Frías está la silueta de su castillo. En Frías la orografía circundante
no permite una defensa tan fácil como en las montañas del norte, de ahí que sus gentes
aprovecharan un peñasco para construir su castillo. Parece ser que en este lugar, tan privilegiado para otear el entorno, siempre existió algún tipo de defensa, aunque no hay documentos o vestigios arqueológicos que lo confirmen. Los restos más antiguos que se conservan son de finales del siglo XII y comienzos del XIII. La finalidad primera fue controlar tanto el paso norte, por el Portillo de Busto,
como el paso sur, por el Ebro. Pero la mayor parte de lo conservado corresponde al siglo XV. Lo que hoy denominamos castillo es tan solo una parte de un sistema defensivo que incluía toda la parte alta de la ciudad, incluida la iglesia parroquial de San Vicente. El resto del cerro apenas conserva restos de estas defensas.

Durante los siglos XIII, XIV y primera mitad del XV, tanto el pueblo como el castillo formaban
parte del realengo, o, lo que es lo mismo, estaban bajo la autoridad directa del rey, como sentenció formalmente Juan II cuando otorgó a Frías, en 1420 y 1422, el privilegio de “Villa realenga”. Pero unos años más tarde, en 1446, donó la villa a los Velasco, que completaron así su dominio efectivo de todo el norte de Burgos. De poco les sirvió a las gentes del lugar la resistencia que mostraron para no perder su condición realenga, rechazando los tributos impuestos por Don Pedro Fernández de Velasco. Éste puso cerco a la ciudad, rindiéndola por hambre el 4 de septiembre de 1450.
El Ducado de Frías fue creado por los Reyes Católicos el 20 de marzo de 1492 a favor de Bernardino Fernández de Velasco, Conde de Haro y segundo Condestable de Castilla.

Para acceder al castillo hay que cruzar el puente levadizo de madera y atravesar el portal de
una torre. La entrada, de arco ojival, está situada en un lugar donde apenas cabrían los atacantes.
Está flanqueada por varias saeteras. Este era el único punto débil, por eso, además del doble muro, se excavó un foso en la roca que, en caso de peligro, se llenaba de agua. La entrada propiamente dicha consiste en una torre cuadrada, que se abre en el centro de un grueso y largo muro, cuyos extremos están reforzados por dos cubos. Se trata de un sistema de acceso en zigzag, heredado de los musulmanes, que facilita la defensa. En el centro de esta torre hay un arco rebajado con dos ranuras para el rastrillo de hierro que cerraba el paso en caso de asalto.
El recinto interior se aproxima a un cuadrado, parte del cual estaba cubierto. En el centro había un pozo con dos aljibes, y en el ángulo oeste, otra torre. En torno al patio de armas se situaban las dependencias militares y una crujía de servicios con granero y bodega, de los que hoy no quedan restos. En el lado opuesto hay algunos testimonios de lo que fueron las dependencias señoriales.
Estas estancias estaban iluminadas por ventanas ojivales, cuyos capiteles tardo-románicos son lo poco que se conserva de la primitiva fortaleza. El artista que realizó estos capiteles fue educado en la escuela de Silos y esculpió en ellos diferentes temas de la época: guerreros a caballo, arpías, aves
fantásticas, etc.

Al fondo, en lo alto de un peñasco, se alza la inexpugnable torre del homenaje, a la que se accede por una estratégica y difícil escalera. Su estado de conservación es muy bueno y en su
interior podemos apreciar una estancia cubierta por doble bóveda e iluminada por una ventana. Tanto el arco de la ventana como el de la puerta son escarzanos, propios de un gótico avanzado. En lo alto de la torre hay una terraza almenada desde la que se divisa el Valle de Tobalina, recorrido por el Ebro, entre los Obarenes al sur y las sierras que cierran las Merindades por el norte. El conjunto amurallado tiene otros cubos angulares y está recorrido por un camino de ronda o adarve.

viernes, 21 de diciembre de 2007

-Santuario de Santa Casilda.


El santuario de Santa Casilda se emplaza en un risco calcáreo, desde el que se puede contemplar buena parte de la comarca burebana. Este lugar debe su nombre a una princesa mora, hija del rey de Toledo Al-Mamún. Corría el siglo XI, cuando esta noble princesa fue descubierta por su padre cuando llevaba panes a los prisioneros cristianos de las mazmorras de Toledo, apenada por las torturas y vida miserable que llevaban los cautivos. Al verla, le preguntó qué llevaba en su regazo y ella respondió que flores. Según la leyenda, los alimentos que portaba se convirtieron en rosas, evitando así la ira de su padre.


Este milagro quedaría siempre unido a la representación iconográfica de la Santa conocida como la santa de las rosas. Por esta misma época se le declaró a la princesa una enfermedad de flujo de sangre, calificada por los médicos árabes de incurable y que hoy algunos identifican como un posible cáncer de matriz. Llegó entonces a Toledo la noticia de que en unos lagos cristianos, los “Lagos de San Vicente”, podía curarse esta enfermedad. Al-Mamún autorizó a su hija a ir a este lugar y fue allí donde Casilda recibió el bautismo, viviendo desde entonces una retirada vida de penitencia cristiana.
La vida eremítica de Casilda fue intensa, pero breve, y su cuerpo se quedó para siempre en estos nobles riscos.
El paraje de los lagos que determinaron la venida de Casilda era muy diferente del actual.
Existían dos, el “pozo blanco”, del que sale un pequeño arroyo que algunos metros más allá, en la arboleda, forma el “pozo negro”. Al pozo blanco se le atribuye la virtud de hacer fecundas a las mujeres estériles, y al pozo negro, la de curar los flujos de sangre. La fama de sus aguas fue creciendo y con el tiempo se convirtió en un lugar de peregrinación, al que acudían las gentes atraídas por la fama taumatúrgica de la santa de origen moro.

En época de la santa se encontraba, en las proximidades de los lagos, el monasterio de San Vicente de Buezo, mandado reconstruir por Sancho II, contemporáneo de Casilda. El santuario actual, situado en lo alto del risco, sobre piedra viva, fue construido de nueva planta a finales del siglo XV y en el primer tercio del siglo XVI. Hacia 1750, se amplió y transformó en un espectacular edificio de estilo barroco. En su interior se conserva la radiante imagen recostada de la santa sobre su sepulcro, obra de Diego de Siloé.
Santa Casilda ha contado siempre con el cariño y la admiración de los habitantes de su tierra de adopción. En el mes de mayo se celebra la concurrida fiesta y romería de La Tabera, que se inicia en este lugar y que continúa en Briviesca, moviendo gran cantidad de dinero. El juego de apuestas consiste en lanzar un huesecillo de cordero, denominado “taba”, de cuya posición al caer depende ganar o perder.
También se puede ir caminando por alguna de las rutas trazadas desde diferentes pueblos burebanos hasta este lugar. El santuario ofrece la oportunidad de disfrutar de un día de campo en sus merenderos y en el entorno de los pozos, gozando de una gran riqueza vegetal, respirando ese ambiente de serenidad y de paz que, siglos atrás, envolvió a Santa Casilda.

-Iglesia de San Esteban.



La iglesia de San Esteban forma parte de la ciudad medieval de Burgos, cuyos restos,
actualmente desperdigados e inconexos, continúan teniendo un extraordinario valor histórico-artístico.
Se halla situada en la parte alta de la ciudad, enclavada en la ladera del cerro del castillo. A finales de la Edad Media y durante el siglo XVI, esta parroquia fue la más prestigiosa de Burgos por la alta condición social de muchos de sus parroquianos.

Este templo se vio afectado negativamente por la guerra de sucesión al trono de Castilla, entre Isabel la Católica y Juana La Beltraneja, ya que, por su cercanía al castillo, sufrió múltiples desperfectos durante el asedio a la fortaleza en 1475.
Asimismo, con la voladura del castillo en 1813 por las tropas napoleónicas, esta construcción volvió a vivir los efectos negativos de un enfrentamiento bélico.

Se trata de un edificio construido en estilo gótico a comienzos del siglo XIV, probablemente
sobre otro anterior románico que se menciona en la bula del Papa Alejandro III dirigida al Obispo de Burgos en 1163. Al exterior presenta un aspecto sobrio. La magnífica portada principal ofrece claras afinidades con la puerta catedralicia de la Coronería. Consta de tres arquivoltas decoradas con ángeles y santos, y un tímpano dedicado a Cristo Señor y al martirio del santo titular. Sobre ella se sitúa un gran rosetón calado reconstruido a finales del siglo XV.

En el interior consta de tres naves, de cinco tramos, cubiertas con bóveda de crucería simple. A sus pies se encuentra el coro, obra de Simón de Colonia, de principios del siglo XVI, que, junto con la arcada que sustenta el órgano y el sepulcro de los Gumiel, levantados en estilo plateresco hacia 1520, constituyen las obras más espectaculares del templo.
Es la única parroquia que tiene claustro y sala capitular, conocida tradicionalmente como Capilla de Todos los Santos, adosados al muro occidental de la iglesia. En el interior se conservan notables obras funerarias de la baja Edad Media y del Renacimiento.

En la actualidad, esta iglesia alberga en su interior el Museo Diocesano del Retablo, único en España, que surgió para evitar el deterioro y desaparición de los distintos retablos que en iglesias y ermitas de la provincia de Burgos se guardaban. con retablos, pinturas y piezas de orfebrería de diferentes localidades de la provincia.

jueves, 20 de diciembre de 2007

-Túmulos megalíticos de la provincia de Burgos.




Los Túmulos son construcciones megalíticas consistentes en grandes montículos de piedras y tierra, de forma circular u ovalada, construidos sobre una sepultura, individual o colectiva. A veces cubren un dolmen. Aunque se empezaron a construir en el Neolítico, su mayor expansión se produjo durante la Edad del Bronce.

En la provincia de Burgos podemos encontrar los siguientes:
- En el valle de Angulo, cerca de la cascada de Las Molinas se encuentra un enorme túmulo, tal vez el más grande de todos los burgaleses. En la subida al portillo de Aro se encuentra el túmulo de Peña de Aro.
-En el valle de Mena el dólmen de la Roza, en Angulo de Mena. Los túmulos de La Rasa, en Santa Olaja de Mena. Varios en Villasuso de Mena, en Montiano de Mena. El del Calvario en Santa María del Llano Tudela. En la cumbre de Maza del Pando. En el Monte Burgueño.

-El Pantano de Ordunte y sus montes colindantes, están salpicados de un considerable número de túmulos y dólmenes que indican una ocupación intensiva de la zona en la Prehistoria.

-En el valle de Losa los hallamos en Llorengoz (Ermita, Llanada Ermita, Perilde y Campo La Tuerta). Pozos Lacunos en Fresno de Losa. Las Quintanas en Lastras de la Torre. Curumitu en Mambliga. El en término de La Rasada de Villacián, en el Valle de Losa. El Vallejo de las Horcas de Villabasil.
-El Alto de La Espina, entre los vallejos de Castresana y Castrobarto. Valdaguas en Castrobarto. La Pantorra en Baró.
-San Martín del Rojo, en el Valle de Manzanedo. En Quintanilla-Valdebodres, en los canales de Dulla. Morucal de la Serna en Villamartín de Sotoscueva. Los Cintos, en la localidad de Linares, también en Sotoscueva.
-La Calzada en Medina de Pomar. La Ermita de Salazar. En el camino de Cubillos del Rojo a Leva de Valdeporres.
- Casito Alto y Lorilla, en La Lora. La Yedra, Cabaña, Arroyo Mundilla, Cuesta del Molino y Fuente de las Hoyas, en Villaescobedo. Llano La Peña en Mundilla. La Cabaña, Villafría, Curva Navazal, La Horquilla y Arroyo de las Vegas en Sargentes de la Lora. Altorriba en Valdeajos. Rebolledo Traspeña. Castarreño, en Barrio Panizares.

-En pleno Monte Santiago, cerca del manantial de Tiñiviri, hay pequeños túmulos que deben ponerse en relación con algunos dólmenes de la comarca, como el de Ramalejo. Berberana, al norte de la provincia de Burgos, es un municipio en el que abundan los vestigios megalíticos.

-Monte Verano en Valdelucio. En el páramo de Olimpia, al sureste de Solano (municipio de Las Hormazas). Boada de Villadiego. En el páramo de Orbaneja, cerca del límite con Cantabria, se alza el dolmen de Lomano.
-San Quirce, Valdemuriel, Monte Grau, Arroyo Valdemuriel al sur de Tubilla del Agua. Túmulo del pinar de Bañuelos del Rudrón. Fuentepecina en Sedano. Fuente Bujuelo y Valle de Mozuelos de Sedano.

-Villaescusa del Butrón. Campo y Paso de la Loba en Huidobro. Marul, en Bricia. El Porterín, cerca de Tudanca de Ebro. Alto de la Mesa, en Porquera del Butrón. Valdesuso y Aires, en Nidáguila. Ontinente, en Terradillos de Sedano. Laguna y Cuesta Colorada, en el pueblo de Masa.

-Chipichape, en Montorio. El Altotero, Pozo Cuende y en el páramo de Poza de la Sal. El Cerro de Quintanaloma y varios más en el Páramo de Masa. Cernégula. La Mazorra. Fuente Tistierna en Quintanaloma. El alto de Becerril en Quintanilla Sobresierra.

-"El Pendón", en Reinoso, al norte de La Bureba. Marcuero en Cerezo de Riotirón.
- En la llanada situada al este del pueblo de Atapuerca se conservan tres dólmenes, uno de ellos excavado, otro prácticamente arrasado y otro, de gran tamaño, y con lajas en el cráter. Hay otro posible dolmen desaparecido en unos prados próximos.

-Fresno de Rodilla. Cótar. Villalval. Ibeas de Juarros. San Millán de Juarros. Fuente Vaín, en Carcedo de Burgos. La Serna en Quintanadueñas. Cañada Arroyal y Páramos de Arroyal, cerca de Burgos. Rurales del Páramo. Valdegoba en Huérmeces.

-Villaespasa. Fuente de la Tripa y Tenadas en Jaramillo Quemado. El Picacho en Peñacoba. El Castro, en la carretera de Salas de los Infantes a Barbadillo del Pez. Villoruebo. La Mina, en Hortigüela.

-Mercadillo, en Los Ausines. Quintanalara, en el lugar conocido como Dehesilla. Cerca del dolmen de Mazariegos, en el término municipal de Mecerreyes, se encuentra una hermosa estructura pétrea con túmulos encima, en el pago llamado Zurramujeres, o Nebrolancho.

-Hontoria del Pinar. Quiñonera en Caleruega. Pradejón en Gumiel de Izán. Avellanosa del Páramo, en un lugar conocido como El Silo.
Fuente: Megalitos.es

miércoles, 19 de diciembre de 2007

-Las Machorras


Al norte de Espinosa de los Monteros, justo en el límite con Cantabria, se encuentra el
espacio de Las Machorras o de Los Cuatro Ríos Pasiegos burgaleses (Rioseco, Lunada, Lasía y
Trueba), un espacio enormemente singular que permite acercarse al paisaje, modos de vida y
costumbres de los legendarios pasiegos. De hecho, esta comarca geográfica debe su delimitación y personalidad a la singularidad humana en mayor medida que a los factores físicos. Por ello, forma una unidad homogéna con los valles pasiegos cántabros (alto Pas, alto Miera y alto Pisueña), situados en la inmediata vertiente septentrional. Así pues, aunque el territorio pasiego por excelencia siempre se ha situado en Cantabria, lo cierto es que el modo de vida pasiego excede la Comunidad de Cantabria y se extiende también a la de Burgos, en el sector de las Machorras.

Se trata de un conjunto pastoril homogéneo, de evolución singular y cerrada, creador de un paisaje propio a partir de la transformación y acondicionamiento de parte del frondoso monte caducifolio en prados o “seles“ para su ganadería de vacuno. Hay investigadores que sostienen la teoría de que los pasiegos descienden de pobladores de las Montañas de Burgos, que durante la Edad Media, seguramente por la escasez de tierras, se adentraron en el monte en busca de nuevas zonas para roturar. La feracidad del monte atlántico, la altitud y las fuertes pendientes habrían obligado a estas gentes a centrarse en la ganadería como único modo de vida, convirtiendo espontánea e ilegalmente trozos de monte comunal en prósperos y fértiles pastos acotados. En cualquier caso, nada se sabe con certeza del enigmático origen de los pasiegos, que por su oscuridad se presta a todo tipo de especulaciones.

La actividad ganadera pasiega, de orígenes tardomedievales, es un auténtico género de vida, que se ha conservado prácticamente intacto hasta nuestros días. Una actividad, modeladora de un espacio único y de comunidades rurales singulares, con usos, costumbres y métodos de aprovechamiento ganadero que las distinguen e individualizan de su entorno.
La vida de los pasiegos gira alrededor de sus vacas, pero la principal originalidad de este modo de vida reside en las técnicas pastoriles, cuyo fundamento son las “mudas”, esto es, el desplazamiento periódico de ganado y familia, de cabaña en cabaña, a lo largo de las vertientes.
Estos desplazamientos no sólo son estacionales entre los pastos de invierno, en el fondo de los valles y los pastos de verano, de las partes altas o cumbres; lo verdaderamente singular es la asociación del desplazamiento temporal del ganado y su estabulación, práctica a la que se asocia el cambio de vivienda para toda la familia, junto a la necesaria existencia de la cabaña-establo y del praderío en torno a ella.

El prado segadero, cercado con pared en torno a la cabaña, es de mayor rendimiento que el simple pastizal, pues se estercola y cuida. La hierba producida y no consumida es segada y almacenada como reserva en el payo o pajar. Se sustituye así, el pastoreo estricto, es decir, el pastoreo directo por deambulación, por la estabulación y la alimentación del ganado en la cabaña, quedando el pasto a diente en un lugar secundario.
El paisaje resultante es enormemente peculiar, pues las vertientes se cuajan de cabañas
dispersas.

La unidad territorial se compone de prado cercado con muro de piedra, a veces asociado a seto vivo de robles y hayas en las partes altas o de chopos y fresnos en los valles, y de cabaña, que es a la vez establo, almacén de cebo o hierba segada y habitación de la familia campesina. De este modo la explotación pasiega se organiza en un número variable de cabañas o “llaves”, en función del número de cabezas de ganado de que disponga.

Las cabañas son modestas construcciones compactas, hechas enteramente de piedra, techumbre incluida. Suelen tener dos pisos sin comunicación interna. El inferior se destina a establo. Al superior se accede a través de una escalera exterior o patín y es, en su mayor parte, payo o pajar. Una pequeña habitación, separada del pajar mediante pared de tablazón de madera, es la habitación familiar, raramente compartimentada. Las mejores cabañas las tienen los pasiegos en el valle y por estar mejor equipadas se denominan vividoras.

En la actualidad, el éxodo y la despoblación están acabando con esta ancestral forma de vida y de organización del espacio. Muchas cabañas están siendo abandonadas y sólo algunas, sobre todo las cercanas a los valles, donde han podido ser llevadas la luz y el agua corriente, han cambiado su uso originario por el de segunda residencia.

lunes, 17 de diciembre de 2007

-Complejo karstico de Orbaneja del Castillo.



Dos circunstancias hacen del pueblo de Orbaneja del Castillo uno de los enclaves de mayor
valor paisajístico y medioambiental de la provincia de Burgos. La primera, su emplazamiento en un recodo del Cañón del Ebro, que dada su estrechez obliga al caserío a colgarse en la ladera. La segunda, la espectacular cascada formada cuando las aguas, que manan de la Cueva del Agua y tras recorrer el pueblo se precipitan desde la terraza de toba donde se asienta el caserío para encontrarse con el Ebro.


La presencia de diversas cuevas (Cueva del Níspero, Cueva del Barbancho, Cueva del Agua ...), desarrolladas en las calizas del Cretácico superior, hacen de Orbaneja uno de los complejos kársticos más interesantes de la provincia de Burgos. Entre ellas destaca la mencionada del Agua, siendo lo más llamativo de ella sus dos sifones de 120 y 80 metros. Estas galerías han sido exploradas y topografiadas gracias a la labor de los espeleobuceadores.


La Cueva del Níspero es la de mayor longitud, con 3.600 metros de largo, y en ella se ha localizado un interesante yacimiento arqueológico perteneciente a la cultura megalítica. En períodos de fuertes lluvias, de la Cueva del Barbancho brota una impresionante surgencia que se precipita en rápidos y cascadas hacia el curso del Ebro.

Asimismo, en las paredes del Cañón se abren pequeñas cuevas, cavidades y abrigos como la de los Jabalíes y la del Azar. En esta última se han localizado varias muestras de pintura rupestre postpaleolítica compuestas por algunos zoomorfos muy esquemáticos y diversos trazos abstractos.
Para poder apreciar con detalle la belleza de Orbaneja, se puede ascender por un camino
desde la base de la cascada hasta una cornisa natural. Desde ella puede observarse su pintoresco caserío, con una destacada arquitectura popular construida sobre estrechas terrazas de toba. Al fondo, en el último piso calizo del cañón del Ebro, se recorta en el horizonte la silueta caprichosa de las formas debidas a la erosión kárstica. Puentes naturales, pináculos y paredes horadadas, forman parte de un conjunto de relieve ruiniforme, destacado por su dimensión y belleza, cuya apariencia decastillo derruido le ha otorgado al pueblo su apellido.

domingo, 16 de diciembre de 2007

-Iglesia de San Gil.


En la cuesta que asciende hacia el cerro de San Miguel, y junto al arco de San Gil, se encuentra la que puede ser la más bella e interesante iglesia que tenemos en la ciudad de Burgos.

El templo se levanta en un pequeño montículo, en el que parece ser que antes de esta iglesia hubo una pequeña ermita dedicada a San Bartolomé. El exterior no es muy atractivo, por estar adosado el templo a la muralla, aunque la escalinata realizada en 1834 contribuye a darle cierta monumentalidad. La puerta principal es de estilo gótico y sobre ella se abre un gran rosetón con tracería de estrella de ocho puntas.


La sobriedad del exterior del templo contrasta con la magnitud, la grandeza y la luminosidad del interior. De primitiva fábrica románica fue sustituida a finales del siglo XIII y comienzos del XIV, para ser reformada en 1399 por iniciativa de Pedro de Camargo y García de Burgos y del obispo don Juan de Villacreces. Tiene una planta de tres naves con capillas laterales de gran interés artístico, como las del Santo Cristo, la de la Buena Mañana y la de la Natividad. Estas últimas contienen magníficos retablos, hispano-flamenco la primera, de Gil Siloé, y renacentista la segunda, de Felipe Vigarny, a cuyos lados están los dos arcosolios de los fundadores, Juan de Castro y su esposa Inés de Lerma, y los padres de éste, Juan García de Castro y Teresa de Múgica.
En el siglo XV también se amplió la cabecera y en el siglo XVI se añadieron dos capillas: la funeraria de la Natividad, y la de la Cruz, obra esta última del arquitecto burgalés Juan de Vallejo.

Merece la pena detenerse en la Capilla de la Natividad de la Virgen. Su bóveda es única. La estrella calada que ahora vemos fue descubierta en 1979 durante las obras de rehabilitación del templo. La capilla fue mandada construir por Juan de Castro e Inés de Lerma, cuyo sepulcro, todo de alabastro, ocupa el centro del recinto.
El año 1480 don García de Mazuelo y Alonso de Lerma refunden la Capilla de la Buena Mañana o de Nuestra Señora, obra de Gil de Siloé.
En la capilla de la familia Burgos se guarda un interesante conjunto de pinturas flamencas y españolas de los siglos XV y XVI.
En la capilla de los Encinas se conserva el denominado Cristo de las Gotas o Cristo de la
Sangre, que se custodió hasta el siglo XIX en el cercano convento de la Trinidad, lugar en el adquirió fama de milagroso. La leyenda relata que durante la batalla mantenida por Enrique de Trastámara contra su opositor a la corona de Castilla, se derribó en templo. Una de las piedras chocó contra la cabeza de la imagen y de la herida brotaron gotas de sangre. Una piadosa mujer que rezaba a los pies de la Cruz, recogió esta sangre. La toca manchada se guarda, como reliquia, a los pies de la imagen.
Según la tradición, fue traído a Burgos por San Juan de Mata, fundador de los trinitarios, a comienzos del siglo XIII, aunque en realidad debe tratarse de una obra labrada en el siglo XIV.

El presbiterio está presidido por un retablo barroco, fechado a finales del siglo XVII, de
grandes columnas salomónicas, que alberga, en el centro, un lienzo con un pasaje de la vida de San Gil Abad, obra del burgalés Martínez Barranco.

Pero, sin duda, lo que ha hecho famosa a San Gil son sus cuatro espectaculares retablos. El primero se ubica en la capilla dedicada a la Virgen de la Buena Mañana. Su imagen preside el centro de la pieza construida, en el siglo XV, por Gil de Siloe. Muy similar a este retablo es el de la Capilla de los Reyes Magos. Es obra de los maestros Diego de Siloe y Felipe de Bigarny.Entre estas dos capilla se encuentra el Altar Mayor y en él, el retablo dedicado al patrón, San Gil Abad, aún venerado por los peregrinos a Santiago. Su construcción es reciente. Fue encargado a Policarpo de Nistrosa en 1671 aunque su policromía data del 1740.
En una de las torres de la iglesia se cobijaban “las emparedadas”, mujeres que se alejaban voluntariamente del mundo y pasaban la vida recluidas, dedicadas a la oración y a la penitencia.

Está declarada Bien de Interés Cultural y aunque hoy la vemos casi oculta por los edificios aledaños, este templo fue en el siglo XV un paso obligado para los peregrinos a Santiago.

sábado, 15 de diciembre de 2007

-El Castillo de Monasterio de Rodilla.


Monasterio de Rodilla fue uno de los núcleos más antiguos e importantes de La Bureba.
Tierra de paso desde época romana, Monasterio era atravesado por la calzada que, procedente de Astorga, conducía a la Aquitania. La posición estratégica, no sólo del castillo, sino también del pueblo, es indiscutible. Desde este pueblo se controla la subida a La Brújula y los caminos que van a Sotopalacios y a Poza de la Sal.
Desde que el castillo apareciera citado por primera vez en un documento del año 1011, sus dueños y señores han sido numerosos. Incorporado a Navarra al morir Sancho III el Mayor y reintegrado al reino castellano tras la batalla de Atapuerca (1054), formó parte, a finales del siglo XIV, del patrimonio de los Velasco, familia que contaba con numerosas propiedades en toda la comarca.
Tal vez su importancia estratégica motivara la continua compra-venta que sufrió la fortaleza, sobre todo desde el siglo XIV.

Monasterio de Rodilla estuvo tradicionalmente separado en dos barrios, que gozaban de numerosos privilegios. Las ruinas del castillo se hacen visibles en el que se denominó “Barrio de Arriba”, en lo alto de una peña, a 1062 metros sobre el nivel del mar, sobre la ermita de Nuestra Señora del Valle. Lo que hoy puede contemplarse no es más que una parte de lo que, sin duda, fue una importante fortaleza. Tan sólo una torre, que bien podría ser la del homenaje, y trozos de muro en el lado sur, ayudan a reconstruir mentalmente el castillo. La torre es irregular, por estar adaptada a la roca. Los vestigios de algunos cimientos indican que la fortaleza tenía una gran extensión.
Las vistas compensan la subida al castillo, pues desde allí se otea toda la zona meridional de
La Bureba.

viernes, 14 de diciembre de 2007

-Castrojeriz


La villa de Castrojeriz se sitúa a los pies de un alto cerro, el “Cerro del Castillo”, desde el que se domina un amplísimo territorio circundante. Su origen estuvo en un primitivo castro, situado en la cumbre y laderas del cerro, que ya estaba habitado entre los siglos IV y II a.C. por la tribu celtibérica de los vacceos.
Este primer asentamiento fue fortificado en tiempos de los romanos con el fin de establecer un baluarte frente a los cántabros a finales del siglo I a.C. En época romana se tiene constancia de que la población descendió al llano y se estableció dentro de lo que hoy es el actual núcleo de Castrojeriz, en concreto, en el barrio del Manzano.
Las huellas romanas se borraron durante los siglos V-VIII, de tal manera que, a mediados del siglo IX, cuando los condes castellanos deciden repoblar estos llanos, prácticamente deben empezar de cero en el empeño de organizarlos social, económica y políticamente.
Con la ocupación definitiva del castillo en el año 882 por parte de Munio Núñez y el posterior avance de la frontera cristianomusulmana, Castrojeriz inicia una nueva historia, que va a sustentarse, en los siglos medievales, en la concesión del fuero en el año 974 por el conde Garci Fernández, por un lado, y en el desarrollo del Camino de Santiago, por otro, factores ambos que van a convertir a este lugar en un importante y floreciente núcleo de la Castilla plenomedieval.

A partir de ese momento, su historia va a estar vinculada al Camino de Santiago. En primer
lugar, esto se detecta en la configuración de su trazado urbano, totalmente longitudinal, desarrollado a lo largo de una calle principal de casi dos kilómetros, la Calle Real. A esto hay que añadir que la fundación de los principales centros hospitalarios, monásticos y eclesiásticos que tuvo la villa está en relación con el fenómeno jacobeo.

De camino desde Hontanas, el peregrino se topa, cuando apenas se adivina Castrojeriz en el horizonte, con una de estas fundaciones: el convento de San Antón, fundado en el 1146 y gobernado por monjes de la Orden Antoniana, especialistas en la curación de enfermos aquejados del “fuego de San Antón” o “mal de los ardientes”. La mayor parte de los restos que se conservan son de los siglos XIV y XV. En pie quedan una magnífica portada gótica y los impresionantes ventanales ojivales del ábside de su iglesia.
El Camino se adentra en Castrojeriz por el barrio extramuros de Santa María del Manzano, donde se ubica la iglesia colegiata de Nuestra Señora del Manzano, Virgen cantada por Alfonso X en sus Cantigas. Ya dentro de la villa, se localizaban un total de ocho iglesias parroquiales de las que sólo se conservan las de San Juan y Santo Domingo.
La iglesia de Santo Domingo, con fuertes pilares columnarios de finales del XVI y
abovedamiento del XVIII, cuenta con seis tapices flamencos inspirados en dibujos de Rubens y una valiosa colección de pinturas y orfebrería litúrgica. La iglesia de San Juan es un interesante ejemplo de iglesia de planta de salón levantada en el siglo XVI sobre otra más antigua de caracteres góticos de la que quedan restos en la cabecera, claustro y torre.
Además, Castrojeriz contaba con dos conventos de la orden franciscana fundados en la
primera mitad del siglo XIV, uno masculino, el de San Francisco, del que sólo se conservan una serie de arcos, y otro femenino, el de Santa Clara, reformado en el siglo XVIII y donde hay un bello Crucificado de hacia el 1300. Hay que añadir a esto la existencia de siete hospitales, dos de ellos extramuros.

Por lo que respecta a la muralla, sólo queda un trozo de pared frente al solar de la antigua iglesia de Santiago.
Probablemente, uno de los períodos de mayor esplendor para Castrojeriz fue el siglo XVI, cuando las actividades mercantiles relacionadas con el comercio de la lana favorecieron la prosperidad de familias locales como los López-Gallo, los Castro-Mújica o los Gutiérrez Barona, de cuyo palacio de la segunda mitad del siglo XVI se conserva la fachada principal.
También hay que hacer referencia al Palacio de los Condes de Castro, del que actualmente sólo se conservan cuatro torreones con apariencia de muralla, ya que fue incendiado durante la Guerra de la Independencia.

Hacia la mitad de la calle real se localiza el único espacio urbano significativo del núcleo: la
Plaza Mayor, porticada en uno de sus lados y muy singular por su forma alargada. En realidad la plaza no es más que un ensanchamiento de la calle principal, acorde con el carácter caminero de la villa. En ella se localiza el edificio del Ayuntamiento.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

-El príncipe negro en Castilla.

En el año 1367, Oña y su monasterio fueron totalmente saqueados por las tropas del Príncipe Negro, que había acudido a Castilla en ayuda del rey Pedro I el Cruel contra su hermano bastardo Enrique de Trastámara.

El Príncipe Negro era conocido así por el color de la armadura que usaba y se llamaba en realidad Eduardo de Woodstock o Eduardo de Lancaster, príncipe de Gales y Aquitania, duque de Cornualles y conde de Chester, nació el 15 de junio de 1330 en Woodstock (Inglaterra) y murió el 8 de junio de 1376 en Westminster.

Fue hijo del rey Eduardo III de Inglaterra y de Felipa de Hainault.
Se había distinguido en el combate en Francia, en el marco de la Guerra de los Cien Años, donde su padre le cedió los principados de Gascuña y Aquitania. Tras la batalla de Nájera, al no recibir las recompensas prometidas por Pedro I se dedicó con sus compañías al saqueo de varias localidades y monasterios antes de regresar a Francia.
Se dice que el abad del monasterio, don Lope, enloqueció ante el pillaje y las destrucciones causadas por los soldados del Príncipe. Su sucesor, el abad don Sancho ordenó la fortificación del monasterio para evitar hechos como estos. Eduardo de Woodstock moriría en 1376, a consecuencia de una enfermedad contraída durante su estancia en Castilla. Por su parte, Pedro I el Cruel murió asesinado en Montiel en 1369, posibilitando el acceso el trono de su hermano, que reinó con el nombre de Enrique II hasta su muerte en 1379.


Fuente: Mario Pereda

martes, 11 de diciembre de 2007

-Oña.


Situada a los pies de la Sierra de Oña y en la misma entrada del desfiladero del río Oca, Oña
se enmarca en uno de los paisajes más bellos de toda la provincia burgalesa.
La villa ofrece una historia larga y fecunda. Los hombres del paleolítico habitaron hace 15.000 años las cuevas que se ocultan entre los pliegues de los escarpados montes que rodean a Oña.
La huella de su presencia la dejaron en grutas como las de la Blanca, el Caballón o Penches. Destacan los grabados rupestres de cinco cabras en la cueva de Penches, una de ellas cromatizada. En la cueva del Caballón se encontraron restos humanos fosilizados y un bastón de mando realizado con un cuerno de herbívoro, en el que aparece una cabeza de cabra grabada. De este objeto, única muestra del arte mueble paleolítico en Burgos, sólo se conserva un dibujo, ya que el bastón ha desaparecido.

Los autrigones, de filiación celta, se asentaron en estas tierras durante las invasiones del siglo V, y de la lengua que hablaban surgió, según las investigaciones más recientes, el topónimo Oña, que derivaría de la forma céltica reconstruida *ONNA, que significaba ‘fresno’, un árbol que se da en las zonas frescas y regadas por ríos, manantiales y arroyos, como es el caso.
Los romanos no dejaron rastro en Oña y muy poco en los alrededores. Lo mismo cabe decir de los árabes, de los que sí se sabe, por una crónica de Ibn Hayyam, que las tropas de Abderramán III arrasaron en el año 934 “la fortaleza de Oña, su llano y su monasterio”.

La aparición en la historia de este lugar se produjo en el siglo IX, cuando se convirtió en paso estratégico para las gentes refugiadas en el norte.
Pero la primera noticia de la existencia de Oña en un documento no aparece hasta el año 967. En el manuscrito se habla de su alfoz, lo que implica que existía un castillo o fortaleza. Estos distritos territoriales se convertirían en la base de la articulación del Condado de Castilla.
Es en este contexto en el que, en el año 1011, el nieto de Fernán González, el conde Sancho García, funda el monasterio de Oña para que en él profesara su hija Trigidia.
El esplendor del cenobio llegaría enseguida bajo el reinado de Sancho III el Mayor, que introdujo la reforma cluniacense y colocó a San Íñigo de Abad. El monarca navarro y Sancho II de Castilla están enterrados en el panteón de Oña.

Durante casi toda la Edad Media la abadía benedictina de Oña es una de las más importantes de Castilla. Sus privilegios fueron tales que incluso fue declarado autónomo del poder real. Uno de los momentos más oscuros de su historia sucedió durante toda la segunda mitad del siglo XV, cuando la Congregación benedictina de Valladolid, ayudada por el Condestable de Castilla y el obispo de Burgos, intentó y consiguió hacerse con el mando del convento oniense. Se recurrió incluso al poder de las armas. Roma falló finalmente a favor de Oña por ser un convento exento de jurisdicción y sujeto en lo espiritual sólo al Papa.
El poder del abad de Oña era enorme y su dominio se extendía incluso hasta el mar Cantábrico. La villa de Oña y sus gentes vivieron siempre a su sombra, sin desarrollar una auténtica autonomía municipal, civil y económica.

A partir del siglo XVIII la abadía comienza a languidecer y desaparece como tal con la exclaustración de 1835. Pero los habitantes de Oña se quedaron poco tiempo libres de la tutela eclesiástica, ya que en 1880 la Compañía de Jesús instaló en el viejo monasterio sus facultades de teología y filosofía. Los jesuitas fueron expulsados del convento durante la República, pero regresaron después de la Guerra Civil, periodo en el que el monasterio quedó convertido en un hospital militar al servicio de los heridos del bando nacional. Los jesuitas marcaron la vida del pueblo hasta 1967, fecha en la que vendieron el edificio a la Diputación de Burgos, que tomó el relevo e instaló un hospital psiquiátrico que todavía funciona.


Además del monasterio de San Salvador, en Oña se pueden visitar otros monumentos. Lo
más interesante se concentra en la plaza del Ayuntamiento o en sus inmediaciones. Allí encontramos la iglesia de San Juan, cuya construcción primitiva es románica, a pesar de que su fachada gótica nos sitúe en el siglo XIII. Posee planta en forma de “T”. El retablo barroco que la presidía se colocó en la sacristía y, en su lugar, se puso un calvario medieval traído de la cercana localidad de Tamayo. En la torre de la Iglesia está instalado un pequeño Museo.
El Ayuntamiento es un edificio de dos plantas de construcción moderna. En el centro, labrado en piedra, figura el escudo de Oña, en cuya parte superior aparece un águila sobre un risco con las alas extendidas y una cabra con las patas delanteras alzadas. En la inferior se representa al águila atacando con el pico el lomo de la cabra.
Del Ayuntamiento arranca la calle más típica y más antigua de Oña, la calle Barruso. Es estrecha, con el desfiladero de La Horadada como fondo. La villa conserva también una serie de edificios blasonados, entre los que sobresalen las casas de las familias Alonso de Prado y Díaz del Castillo y el palacio del obispo González Manso. Al final de esta calle se encuentra el Centro de Interpretación del Medievo.
Desde Oña podemos adentrarnos en el desfiladero del Oca, hacia su desembocadura en el río Ebro. Una cuidada senda peatonal, que comienza en la villa, invita a recorrer la angosta y profunda garganta que permite disfrutar de los encantos que atesoran la Sierra de Oña y las primeras estribaciones de la Sierra de La Llana.
Durante el mes de agosto tiene lugar la representación de “El Cronicón de Oña”, en el que personas del pueblo escenifican, cada año por las calles y en el interior de la vieja iglesia monacal de San Salvador, buena parte del pasado medieval de la villa.

sábado, 8 de diciembre de 2007

-La estatua del Cid Campeador.


Fue colocada la primera piedra el día 29 de Agosto de 1905 por S.M. el rey Alfonso XIII (aprovechando su presencia en Burgos con ocasión del eclipse solar) incluso fue concedido el bronce necesario para la ejecución de la estatua por las Cortes.


La obra fue encargada al escultor almeriense Juan Cristóbal González de Quesada. Se realiza en bronce con una altura aproximada de cuatro metros, izada sobre un pedestal de planta cuadrangular (5´2 x 4´7 x 6´3 m.) y conformado por distintos materiales: el zócalo de granito gris, el cuerpo central de granito rosáceo y la parte superior se remata con piedra caliza, todo ello impregna al conjunto un relevante cromatismo contrastando con el pardo metal de la escultura.

Sendas cartelas de piedra caliza recorren ambos lados del pedestal, en el lado derecho nos dice leyenda: “El Campeador llevando/ consigo siempre la victoria /fue por su nunca fallid/clarividencia, / por la prudente firmeza/de su carácter y por su/heroica bravura/un milagro de los grandes/milagros del creador” A ben Bassam 1109.
En el flanco izquierdo leemos:“Año 1099: En España/dentro de Valencia murió/el conde Rodrigo Díaz/su muerte causó el más grande duelo/en la cristiandad/y gozó entre/sus enemigos”.

Sobre la montura de un Bavieca “caballo con ímpetu de bólido” según el profesor Martín González, se alza la fornida estatura de un jinete sobre los estribos con una larga barba que resbala sobre su pecho y una espada en la diestra señalando el camino del destierro. Una airosa capa que alza el vuelo ayuda a componer una figura épica, activa y muy cinematográfica que domina el conjunto de la plaza.

El 23 de julio de 1955 se inaugura con gran solemnidad, siendo alcalde de la ciudad Florentino Díaz Reig. El acto estuvo presidido por Franco que pronuncia un discurso desde una tribuna dispuesta junto a la fachada del Teatro Principal.

viernes, 7 de diciembre de 2007

-La Virgen de Covadonga más antigua en Cillaperlata.


Encajado entre el río Ebro, que da origen a un pequeño embalse a los pies del pueblo, y los montes de la Sierra la Llana, este pequeño municipio burgalés de apenas 70 habitantes alberga en su modesta iglesia parroquial la imagen más antigua de la Virgen de Covadonga, para algunos
incluso la original y auténtica talla que tanto se quiere en Asturias.

En las afueras de Cillaperlata, una senda lleva a través de la maleza hasta las ruinas de un antiguo monasterio benedictino, en advocación a San Juan de la Hoz y cuya existencia está asegurada documentalmente desde el siglo VIII, si bien hay indicios de que pudo ser fundado varias centurias antes.
Ahora, apenas quedan unas cuantas piedras en pie y la extensión del antiguo cenobio está cubierta por una espesa vegetación que, sin embargo, deja ver algunos enterramientos hallados recientemente. Parte del monasterio, destruido durante la Guerra de la Independencia, se trasladó para construir una ermita y otra gran parte fue expoliada.
Allí fue donde los monjes benedictinos veneraban a la Virgen que hoy preside el retablo de la iglesia de Nuestra Señora de Covadonga, una talla románica sedente, con el Niño Jesús sobre la rodilla izquierda y ambos con la mano derecha en actitud de bendición. De ella se hizo una réplica para fundar el santuario asturiano de Covadonga (Cova Domina, Cueva de la Señora), donde se convirtió en la Santina, patrona del Principado, que ayer celebró su día grande. Dicha imagen no es la que actualmente se encuentra en el santuario asturiano, puesto que fue pasto de las llamas en un terrible incendio que sucedió en 1777 y la actual data del siglo XVII.
Lo que puede ponerse en duda es si la destinada a Asturias fue la réplica o la original, ya que, perdida una de ellas en el fuego, es imposible la comparación.

Durante los años de la Reconquista y los primeros de la consolidación castellana, Cillaperlata fue un foco de culto religioso. Alfonso I (739-757), hijo del Duque Don Pedro de Cantabria y valedor del trono de Asturias y León, llevó de Cillaperlata a Asturias unos cuantos monjes benedictinos para que fundaran allí el primer templo de Covadonga. Esos monjes, o se llevaron a Asturias la imagen de la virgen que veneraban en su celda apartada, o hicieron en Covadonga una copia de
la talla de Cillaperlata. Cuentan, que a finales del siglo VIII había dos vírgenes de Covadonga.

La imagen de Asturias se quemó en el incendio de 1777 y fue restituida por otra más moderna. La que se exhibe en Cillaperlata como titular de la iglesia podría ser la talla auténtica de la santa de la Covadonga.
Hay además en la basílica asturiana un libro que dice lo siguiente: “La única imagen de Nuestra Señora de Covadonga que hay en España está en un pueblecito de Burgos llamado Cillaperlata".

jueves, 6 de diciembre de 2007

-Peñaranda de Duero.


Peñaranda se halla emplazada en la margen derecha del río Arandilla, afluente del Duero,
punto de contacto entre la fértil vega del Duero y las primeras estribaciones de la Demanda.
Etimológicamente, su nombre significa ciudad de la peña y el río. La palabra Peñaranda se divide en PENNA y ARANDA procedentes del celta; PENNOS que significa cabeza, cumbre, altura y ARAUTA o ARANDA significativo de agua en movimiento, río, lo cual alude a su emplazamiento de carácter estratégico en lo alto de un cerro. Se registra ya en viejos cartularios que nos hablan de un Concilio celebrado en Burgos en el año 1136 bajo la presidencia del Cardenal Guido.

En efecto, probablemente Peñaranda y Aranda fueran repoblados de forma simultánea a comienzos del siglo X, cuando la frontera cristiana llegó hasta el Duero. De cualquier forma, aparece por primera vez mencionada en torno al año 1000 por su condición de plaza fuerte defensiva.
En un principio formó parte del alfoz de Clunia. Más tarde fue considerada aldea de San Esteban de Gormaz; después perteneció a la provincia de Segovia, hasta que, en el siglo XIX, se integró en la de Burgos.

A comienzos del siglo XIV, una vez asegurado el dominio castellano, Fernando IV entregó la
villa a Fernán Ruiz de Amaya, quien, a su vez, la venderá al infante Don Pedro, hijo de Sancho IV, en 1311. En tiempos de Alfonso XI, la villa queda vinculada a la familia Avellaneda, Condes de Miranda, los cuales contribuyeron notablemente al enriquecimiento de la villa mediante la construcción de las principales obras arquitectónicas.

La villa presenta un casco medieval de planta alargada, en la que se distribuyen mezclados los edificios religiosos y señoriales con el resto del caserío. Asentado directamente sobre la roca y dominando el espacio circundante, se halla el castillo de Peñaranda, nacido con fines defensivos en los siglos altomedievales, aunque los restos actuales haya que datarlos en el siglo XV. Asimismo, existió una muralla que rodeaba casi todo el caserío actual. La parte más antigua iba desde el palacio de los condes hasta el Este del pueblo, y desde aquí enlazaba con el castillo. Cuando se construyó el palacio, se completó el trazado hasta unirse con el otro extremo de la fortaleza.
En la actualidad, queda un buen paramento que bordea la carretera y dos de las tres puertas de acceso a la villa, el “Arco de las Monjas”, y la que da entrada a la Plaza Mayor.

Las viviendas populares, unas de las más bellas y conocidas de La Ribera, están construidas con adobe y entramado de madera, de poca profundidad y dos plantas, más un sobrado abuhardillado. La planta baja se destinaba a lagar y otros menesteres, mientras que la superior albergaba la cocina y los dormitorios. También contaba con sótano para acceder a las bodegas subterráneas que se distribuyen por todo el espacio urbano. En la fachada principal era muy común la existencia de balcones de madera, algunos de gran tamaño, a modo de solanas.

Nada más atravesar una de las puertas de la muralla, sobresale por su belleza la Plaza
Mayor, obra del siglo XVI, con casas con soportales. En uno de sus extremos sigue manando agua de una antiquísima fuente ya existente en la decimosexta centuria y reparada por Alonso Gil en 1663.
En este singular espacio se reúnen los principales atractivos de la villa: la esbelta Colegiata de Santa Ana, el palacio de los Condes de Miranda, también llamado Palacio de Avellaneda, y el hermoso rollo de justicia. Presidiendo la plaza se alza majestuosa la fachada principal de la que fuera Colegiata Abacial de Santa Ana gracias a la Bula Pontifica concedida por Paulo V en 1605.
La otra gran joya arquitectónica la constituye el Palacio de Avellaneda, encargada por Don Francisco de Zúñiga y Avellaneda, tercer Conde de Miranda, a comienzos del siglo XVI, considerada como una de las mejores obras renacentistas de la comarca. Tampoco podemos olvidar el rollo gótico trasladado a este lugar en 1959, símbolo de justicia, que destaca por tener una esbeltez y elegancia extraordinarias.

Además de las grandes obras congregadas en la Plaza Mayor de Peñaranda, merecen ser mencionados otros edificios religiosos importantes situados en las afueras. Entre ellos se encuentra el convento de las Madres Franciscanas Concepcionistas, fundado por los Condes de Miranda en 1558, con un destacado techo artesonado de estilo mudéjar. Estos ilustres personajes también contribuyeron a la construcción del Hospital de la Piedad, con el fin de asistir a los enfermos, pobres y desvalidos del pueblo y de la comarca. Asimismo, en el siglo XVI fue fundado el Convento del Carmen por don Juan de Zúñiga y Avellaneda, típico edificio carmelitano en cuya fachada aparece la imagen del Santo patrono flanqueada por monumentales columnas y dos grandes escudos de los fundadores. En su interior se custodian interesantes retablos y pinturas del siglo XVII. En Peñaranda se encuentra además la farmacia más antigua de España todavía en funcionamiento, fundada por Lucas Ximeno en el siglo XVIII, y una herrería del siglo XIX en cuya fragua se forjaba el hierro siguiendo la tradición castellana.


Fuente: Turismoburgos.org

-El Puente de San Pablo.




Las primeras noticias del Puente de San Pablo nos llevan al año 1242. Se sabe que en ese
año se procedió a su construcción, aunque pudo existir otro puente anterior. Recibe este nombre por hallarse próximo al convento dominico dedicado a San Pablo, hoy desaparecido, que se alzaba en la margen izquierda del río, justo en el lugar donde actualmente se ubica el Museo de la Evolución Humana.
Cruzado el puente, y antes de entrar en la ciudad, los viajeros se encontraban con la también desaparecida Puerta de San Pablo, que fue reconstruida en el siglo XVIII, y que daba acceso a la plaza del Mercado Mayor.
A lo largo de su historia, este puente fue reparado en varias ocasiones, debido a las múltiples riadas que lo derribaron con frecuencia. Destacan las actuaciones llevadas a cabo en el siglo XVI y las que se efectuaron en el siglo XVIII, a cargo del arquitecto Julián de Arbaiza.
A mediados del siglo XX la Corporación Municipal decidió ampliar la anchura del puente.
Coincidieron esos años con un momento de gran efervescencia cidiana en la ciudad. Por ello se pensó desarrollar, en torno al puente, una complejo proyecto arquitectónico-escultórico que honrara al Cid, diseñado por el arquitecto Fernando Chueca Goitia. Sólo se desarrolló en parte. El puente quedó exornado con ocho esculturas de personajes relacionados con este héroe. Para su realización se convocó un concurso nacional que fue ganado por Joaquín Lucarini, quien ejecutó en 1954, en la dura piedra de Hontoria, unas recias estatuas que se adecuaban muy bien a los cánones estéticos dominantes en este momento.

La disposición de las figuras a los lados del puente sugieren la fórmula escenográfica de un cortejo de piedra que acompaña al héroe en la salida de la ciudad hacia el destierro.
La primera escultura, en el pretil derecho del puente, es la de Doña Jimena, esposa del Cid, a continuación, aparece el abad del Monasterio de Cardeña: San Sisebuto. Le sigue la figura de Bengalbón (Abelgalbon), alcalde de Molina de Aragón, amigo del Cid. Contiguo está Jerónimo de Perigord, personaje que aparece en el “Cantar” como un ilustrado clérigo que se une al Cid en su lucha contra los moros, recibiendo el obispado de Valencia.

En el pretil izquierdo del puente de San Pablo encontramos a Diego Rodríguez, el único hijo varón de “Mío Cid”, “El Burgalés cumplido” Martín Antolínez, Martín Muñoz, conde de Coimbra y por último, Alvar Fañez Minaya, sobrino del Campeador y su hombre de confianza que le acompañara en todo su destierro.












miércoles, 5 de diciembre de 2007

-Castros de La Maza y La Muela.

Uno de los castros más importantes de la cultura preromana en el norte de Burgos lo podemos encontrar en el cerro de La Maza, en la Merindad de Valdeporres.
Nos encontramos ante un castro de la segunda Edad del Hierro, de grandes dimensiones y que controlaba el nacimiento del río Nela, paso natural hacia el valle del Pas, constituyendo un autentico cerrojo natural hacia el norte y el valle alto del Ebro.

A la vista de este castro se halla el cerro de La Muela, en la Merindad de Sotoscueva, que domina el extremo occidental del barranco del Dulla, por el norte los llanos de Villamartín de Sotoscueva y por el oeste la Merindad de Valdeporres. La peña es una península unida al páramo y tiene una superficie de 1,12 hectáreas. En ella se han localizado los restos de un antiguo campamento romano, como puntas de flecha, clavijas de tiendas de campaña incadas, puntas de "pilum", regatones, tachuelas, cerámica, dos manos de molino, dos plomos de un instrumento topográfico, además de otros materiales al pié de la peña que indican actividad militar.
También se han encontrado denarios de Augusto, ases de Clunia y otras ciudades, y un quinario de Carisio. Estos hallazgos nos hacen datar éste campamento en alguna de las campañas de los años 24 al 16 ac.
Además de ser el único campamento conocido sobre un roquedo natural, constituye la evidencia de las guerras cántabras en el norte de Burgos. Sería una pequeña guarnición destinada al control de la vía natural de comunicaciones entre el area de valle del Ebro, el paso de la cordillera cantábrica por el collado del río Nela, y el corredor que comunica con el valle de Villarcayo, además de servir de vía de abastecimiento de las legiones que penetraron hacia la costa cantábrica.