domingo, 30 de septiembre de 2007

-Urraca Fernández


Urraca Fernández (1033 - 1101) Infanta de Castilla. Era hija de Fernando I de Castilla y de Sancha I de León.
El testamento de Fernando I (muerto en 1065) entregó a Urraca y a su hermana Elvira sendos infantazgos que incluían el patronato sobre los principales monasterios de León y Castilla, a fin de que se mantuvieran con sus rentas hasta que contrajeran matrimonio. No existe ningún indicio histórico de que Urraca recibiera, además, el señorío sobre la ciudad de Zamora, a la que ha quedado para siempre ligado su personaje. En cambio, se sabe que obtuvo como dotación a la muerte de su padre los derechos señoriales sobre Covarrubias, Santa Eugenia, Villas Ermegildo y Albín. La condición testamentaria de que las infantas disfrutaran de estas riquezas únicamente mientras permanecieran solteras, influyó sin duda en el hecho de que ninguna de ellas llegara a casarse.
El testamento de Fernando I iba a ser causa de graves discordias entre sus hijos varones, y en estas disputas desempeñaría un papel decisivo la infanta Urraca. En efecto, Fernando I dispuso el reparto de sus reinos entre sus tres hijos varones: Sancho recibió Castilla; Alfonso, León, y García, el reino de Galicia. Pero tanto Alfonso VI como Sancho II deseaban mantener unidos los reinos bajo un solo mando. La creciente tensión entre Sancho y Alfonso culminó en la batalla de Llantada, en julio de 1068, cuyo resultado fue indeciso.
En 1071, Alfonso VI y Sancho II acordaron despojar a su hermano García de Galicia. Pero Sancho se apropió del título real, lo que fue origen de una nueva crisis. Ambos hermanos acordaron dirimir sus disputas en un único encuentro, en Golpejera. Alfonso VI fue derrotado y enviado prisionero al castillo de Burgos, mientras Sancho se hacía coronar rey en León.
En este momento intervino Urraca Fernández. Desde el inicio de las luchas sucesorias, Urraca se había decantado a favor de su hermano Alfonso, en cuya corte leonesa residía junto a su hermana Elvira y su madre, doña Sancha.
Según las crónicas, Urraca sentía una apasionada predilección por su hermano Alfonso, que la llevó a intervenir en política para asegurar su triunfo sobre Sancho II. La infanta trató de mediar entre sus hermanos y rogó a Sancho que liberara a Alfonso, a lo que aquél accedió, no sin antes hacerle prestar juramento de fidelidad. Alfonso marchó exiliado a su reino vasallo de Toledo, donde permaneció ochos meses, según las crónicas, durante los cuales Urraca preparó su restablecimiento en el trono.
A fines del verano de 1072, Urraca conspiró desde Zamora -ciudad que pertenecía al condado de Pedro Ansúrez, su principal colaborador político-, con la intención, al parecer, de promover una revuelta generalizada del reino leonés contra Sancho II. El rey acudió con sus huestes y puso cerco a las formidables murallas de Zamora. Pero el 7 de octubre de 1072, un caballero zamorano, de nombre Vellido Dolfos, se introdujo en el campamento de los sitiadores e hirió de muerte al rey.
La desaparición de Sancho II puso fin al cerco de Zamora y dejó a Alfonso VI el camino expedito para la dominación de los tres reinos de su padre.
Entretanto, García había regresado a Galicia, considerando que el nuevo cariz de los acontecimientos le permitiría recuperar su reino. Al parecer, Urraca aconsejó a Alfonso que tendiera una celada a su hermano menor. En efecto, en febrero de 1073 García y Alfonso VI mantuvieron una entrevista, en cuyo transcurso el primero fue apresado y posteriormente encerrado en el castillo de Luna, donde moriría en 1090. Alfonso VI quedó así como dueño y señor de Castilla, León, Asturias, Galicia y Portugal.
Aunque resulta difícil estimar el papel que desempeñó Urraca Fernández en estos acontecimientos oscuros, es indudable que la infanta ejerció una gran influencia sobre Alfonso VI, muy superior a la de las esposas de éste, Constanza y Berta. Es posible que fuera el propio Alfonso quien entregara el dominio sobre Zamora a Urraca tras la muerte de Fernando I, con el tratamiento de reina, y parece probado que la infanta intervino activamente en política al menos hasta 1095.
Sin embargo, su biografía aparece desvirtuada por el mito. La tradición la hace responsable del asesinato de su hermano mayor, que beneficiaba principalmente a Alfonso VI.
La Historia Silense, en cambio, pinta a Urraca Fernández como una mujer piadosa cuya vida fue ejemplar, salvo el episodio de la revuelta contra Sancho II. La infanta pasó sus últimos años en retiro conventual. Fue enterrada a su muerte, acaecida cuando contaba 68 años, en el monasterio de San Isidoro de León.

-Sancho II



Hijo de Fernando I, a la muerte de éste le correspondió el dominio de Castilla, con Santillana, la Liébana, y los Condados de Monzón, Saldaña y Carrión, junto con las parias del reino de Zaragoza. Tomó el trono de Castilla en 1066, y su primera acción fue enfrentarse en la llamada "Guerra de los Tres Sanchos" con Sancho IV de Navarra y Sancho Ramírez de Aragón, disputa en la que obtuvo los montes de Oca, la Bureba y Pancorbo. Más tarde, intentó restablecer la integridad del antiguo reino asturleonés-castellano, con predominio de Castilla.
Pronto inició hostilidades contra su hermano García rey de Galicia, a quién derrotó con ayuda de su hermano Alfonso VI, rey de León en esos momentos, encerrándole.


A partir de 1068 estalla la guerra abierta entre Sancho y su hermano Alfonso por la frontera castellano-leonesa. En ese mismo año 1068 ocurre una escaramuza en Llantada (cerca de Melgar de Fernamental –provincia de Burgos), que no pasó de ser un encuentro entre pequeñas huestes de ambos bandos cerca del río Pisuerga.
En 1072, después de haber llegado a un acuerdo entre los dos hermanos para despojar a García de sus dominios de Galicia y Portugal, Alfonso y Sancho se enfrentan en Golpejera (territorio leonés), el 4 de enero de 1072 (fecha probable) donde la leyenda nos ha dejado el papel fundamental de D. Rodrigo Díaz de Vivar en la victoria castellana. Sea como fuere, Alfonso cae prisionero de los castellanos, que lo llevan a Burgos. Sancho entra vencedor en León y se autocorona rey de León, pese a la oposición del clero y la nobleza leonesa (el Obispo de León se negó a oficiar la ceremonia de coronación). Ordena el exilio de sus dos hermanos: García, a Sevilla y Alfonso a Toledo.

Posteriormente reconquistó Toro, en manos de su hermana Elvira, y puso asedio a Zamora, donde encontró fuerte oposición de parte de su hermana Urraca y de los zamoranos. En pleno asedio, un tal Bellido Dolfos, simulando ser un desertor de Zamora, consiguió acercarse a Sancho II, y con la excusa de mostrarle los puntos débiles de la defensa zamorana, consiguió aislarle y darle muerte, regresando a Zamora como un héroe.
Paradójicamente, la muerte de Sancho II en 1072, supuso que el reino de Castilla y sus posesiones pasasen a manos del depuesto rey de León, Alfonso, hermano de Sancho, exiliado en Toledo, que no liberó a su hermano García I, a quién mantuvo en prisión hasta su muerte.
Tras el asesinato de Sancho II en Zamora, el Cid trae su cuerpo a enterrar a Oña, convirtiendo el monasterio de San Salvador en primer panteón Real de Castilla.

sábado, 29 de septiembre de 2007

-Valpuesta



La localidad de Valpuesta está estrechamente relacionada con los orígenes de la historia de Castilla. Este lugar fue sede episcopal y en él se asentaron muchos de los primeros repobladores de la región. Los hitos artísticos de este lugar son su colegiata gótica, el torreón de los Velasco del siglo XV, que se alza en medio del pueblo, y la casa-palacio de Zaldívar.
Desde la segunda mitad del siglo VIII las tierras del norte burgalés se convirtieron en baluarte de la repoblación frente a los musulmanes. En ellas se refugiaron numerosos cristianos de las comarcas linderas. El obispo Juan vio la necesidad de fundar en este lugar una nueva diócesis para atender las necesidades religiosas de estos cristianos. Dicha diócesis se fundó en el año 804, pero con el avance de la repoblación fue perdiendo importancia a favor de la emergente diócesis de Oca, a la que cedió su obispado en el año 1087.
El obispo Juan podría haber sido maestro de enseñanzas religiosas y gramaticales del rey Alfonso II cuando éste estaba refugiado con sus parientes alaveses. Quizás el tal Juan fuese obispo de la desaparecida sede de Auca, desaparecida en manos musulmanas y en cuya antigua jurisdicción se hallaba aquel territorio. Se sabe que esas tierras habían sido de su madre Munia y que en ellas había pasado su juventud. Su relación con Alfonso II parece confirmarla el hecho de que el rey defendió las fundaciones del obispo Juan del ataque cordobés del año 816 a orillas del rio Oroncillo.
Juan era de la región, que en aquella época se llamaba Bardulia. A comienzos del siglo IX se adentró en el valle de Valpuesta, regado por el rio Flumencillo. Allí se encontró con las ruinas de una iglesia dedicada a Santa María. Eligió el lugar para restaurar la iglesia y organizar la colonización de los alrededores. En su labor penetró hasta el corazón de Valdegobia, donde construyó edificios, organizó el cultivo, fijando su morada en Santa María de Valpuesta.
El obispo Juan también bajó hasta las actuales tierras de Miranda, ocupó la orilla derecha del Ebro por tierras de Sobrón y llegó hasta el río Oroncillo. En esta zona encontró las ruinas de seis iglesias dedicadas a los santos Cosme y Damián, San Esteban, San Cipriano, San Juan, San Pedro y San Pablo, y San Cipriano.
Santa María de Valpuesta fue elevada a sede episcopal. El mismo Juan afirmó que el rey intervino en la decisión.
Los monjes-canónigos del monasterio-colegiata de Valpuesta ejercieron una amplia jurisdicción civil y religiosa sobre la villa desde el año 804 hasta 1761.
La importancia de Valpuesta en los primeros tiempos de la Edad Media se refleja en sus
numerosos códices y en su cartulario, compuesto por 184 documentos, fechados entre el 804 y el 1140. Actualmente se encuentran en el Archivo Histórico Nacional. En ellos se distinguen rasgos de la primera lengua romance castellana y de su evolución.
Antes de la magnífica colegiata gótica de Valpuesta, construida en el año 1342, había en el
pueblo un templo mozárabe y otro románico, de los que hoy no queda ningún resto.

En el claustro gótico, fueron enterrados miembros de las familias de la nobleza local: los Guinea, los Pinedo, los Salazar y los Velasco.


Fuente: www.turismoburgos.org

-Monasterio de San Salvador de Oña


El Monasterio de San Salvador de Oña es uno de los hitos de la historia de Castilla, y primer panteón real de Castilla.

Oña fue el lugar de asentamiento del más importante de los monasterios de Castilla: el de San Salvador, panteón de los últimos condes y de los primeros reyes castellanos y foco de
una intensa actividad religiosa y cultural.

El monasterio fue fundado en el año 1011 por el conde castellano Sancho García, nieto de Fernán González, para el retiro de su hija Trigidia.
Su yerno, Sancho III el Mayor de Navarra, se lo encomendó a los benedictinos, guiado por el abad Iñigo, un ermitaño de gran prestigio que será pronto estimado a pesar de no ser castellano. San Salvador de Oña fue uno de los cenobios con mayor número de monjes y una de las más ricas abadías españolas a lo largo de toda la Edad Media y Moderna.
En el siglo XIV dependían de él más de 150 iglesias y de trescientos pueblos, llegando a tener un dominio desde el Cantábrico hasta el Arlanza, y desde Huesca y Zaragoza hasta el Pisuerga. Su gran riqueza propició también el desarrollo artístico, llevándose a cabo, a lo largo de su historia, construcciones en todos los estilos, como el románico en la nave de su iglesia, el gótico en su cabecera y en su espectacular claustro, y extraordinarias muestras del arte renacentista y barroco.
Para acceder al interior de la iglesia hay que atravesar un pequeño vestíbulo románico, llamado “pórtico del Cid”, porque, según la tradición, fue en este lugar donde el Cid entregó a los monjes el cuerpo del rey Sancho II.
En su interior se encuentran los sepulcros del infante García, hijo de Alfonso VII el Emperador, de doña Munia o Mayor, hija mayor del conde Sancho García y esposa de Sancho III el Mayor, del propio Sancho el Mayor, el de Sancho II El Fuerte, el del conde Sancho García, fundador del monasterio, de su esposa doña Urraca, hija de los condes de La Bureba, del hijo de ambos, García, y de los infantes Alonso y Enrique, hijos de Sancho IV. En realidad, tras varias profanaciones, algunos de los sarcófagos están vacíos.

Muestra del gran potencial económico de la abadía es también el tabernáculo y cofre con los restos de San Íñigo, segundo abad del monasterio y personaje muy relevante en la España cristiana de la primera mitad del siglo XI. El claustro gótico de Oña es uno de los más bellos de su género en España.
Llama la atención el gran tamaño de la fachada principal del monasterio, de estilo renacentista (siglo XVII), flanqueada por dos torreones pertenecientes en parte a la antigua muralla medieval.

El Monasterio fué saqueado en 1367 por el “Príncipe Negro” cuando iba de regreso a los puertos del Cantábrico, perdiendo así gran parte de la riqueza que poseía.
Como monasterio benedictino se mantuvo hasta la Desamortización de 1836.
La Compañía de Jesús lo ocupó de 1880 a 1967, año en que lo adquirió la Diputación Provincial
de Burgos.

jueves, 27 de septiembre de 2007

-Alfonso VI



Alfoso VI nace en 1040, y es el segundo hijo de Fernando I el Magno y de doña Sancha de León.
Su padre, en el 1065, divide el reino entre sus hijos: Castilla para Sancho II, con las parias de Zaragoza, León para Alfonso VI, con las parias de Toledo, Galicia para García, con las parias de Badajoz y Sevilla, y para Elvira y Urraca se conceden sendos señoríos: los infantazgos. Tras la muerte de su madre, en el 1067, comienza una guerra civil entre ellos por controlar todos los reinos. Alfonso VI fue derrotado en Llantada (Asturias, 1068) y Golpejera (Salamanca, 1072), tras lo que fue encarcelado en Burgos, y debido a los buenos oficios de su hermana Urraca, consiguen su libertad a cambio del destierro en la corte de la taifa de Toledo.
En 1069 se casa con Inés de Aquitania.
Sin embargo, su victoria tubo lugar tras fallecer a las puertas de Zamora Sancho II, a manos de Bellido Dolfos, con lo que recuperó su trono y accedió al de Castilla tras jurar en la iglesia de Santa Gadea de Burgos que no había participado en la muerte de su hermano, ante el Cid y los caballeros castellanos. De esta manera, y con la intervención de su hermana doña Urraca, sale vencedor en el 1072, y unifica de nuevo los reinos tras apresar a García, y encerrarle en el Castillo de Luna.
Viendo que su mujer Ines de Aquitania no le dá hijos, entabla negociaciones con Guillermo I de Inglaterra al objeto de llevar al matrimonio a su hija Agatha de Normandía. Sin embargo en 1074 muere prematuramente Agatha de Normandía, dando al traste con sus planes de boda.
En 1077 obtiene el divorcio de su primera mujer Inés de Aquitania, acusándola de esterilidad ante su imposibilidad de darle hijos, y ésta muere en 1078.

Inicia una relación extraconyugal con Jimena Muñiz, noble dama de El Bierzo, hija del Conde Munio Muñiz, tenente de la Fortaleza de Ulver (Cornatel), y en 1080 nace su hija natural Teresa, hija de Jimena , quien llegará a ser Reina de Portugal al casar con Enrique de Borgoña.

En ese año se casa con Constanza de Borgoña, hija de Roberto I el Viejo, Duque de Borgoña y de Alice de Nemour, y nace Urraca, futura Reina de Castilla, y en 1082 Elvira , que morirá prematuramente.

El reinado de Alfonso VI es crucial en la expansión del reino castellanoleonés hacia el sur. En el 1085 , el 25 de mayo, conquista Toledo, tras una campaña mal conocida, e inmediatamente se hace proclamar Emperador de las Dos Religiones. Es la primera vez que se conquista una gran ciudad musulmana. Además, Toledo era la antigua capital visigoda. Tras su conquista, Alfonso VI se titulará Imperator Toletanus. Con la conquista de Toledo la frontera se establece en el Tajo.

El hostigamiento sobre el reino de Murcia obliga a estos a solicitar ayuda de los imperios africanos, lo que significa el principio de la intervención almorávide en la Península. El desembarco de tropas culmina con la derrota de los ejércitos de Alfonso en la batalla de Sagrajas (1086) a manos de los almorávides.
Así, desembarcan otra vez en 1088 y asedian Aledo, siendo ahora derrotados. Un tercer intento en 1091 culmina con la ocupación de los reinos taifas y con el asentamiento definitivo del poder almorávide. Los almorávides ordenan asesinar al Rey de Córdoba en el año 1074. Su viuda, Zaida, se presenta ante el rey castellano pidiendo su amparo y otorgándole los Castillos de Cuenca, Huete, Ocaña, Oreja, Uclés y Consuegra. Inmediatamente la convierte en su concubina.

En 1093 fallece su segunda mujer Constanza de Borgoña. Además de su hija Urraca tuvo otros cuatro con ella, todos muertos prematuramente. Ese año se casa con Bertha de Borgoña, y ésta fallece en 1095.

Se inicia así una etapa expansiva que pasa por las batallas de Consuegra (1097) y Uclés (1108), que significan grandes pérdidas para Alfonso VI, tanto territoriales (Uclés, Ocaña, Cuenca, Huete), como humanas (el infante Sancho, heredero al trono, el conde García Ordóñez). Las únicas victorias cristianas no logran parar el empuje musulmán, a pesar de la defensa de Toledo en 1090 y las expediciones del Cid (Valencia, 1094).

En 1098 se casa con Zaida. Su flamante esposa se ha convertido al cristianismo cambiando su nombre por el de Isabel. Poco después nace en el Castillo de La Adrada el príncipe Sancho, heredero al trono, y más tarde Elvira y Sancha.

Alfonso VI concedería fueros a Burgos en el 1073, Sepúlveda en el 1076 y Logroño en el 1095 y restauraría las sedes episcopales de Ávila en el 1087 y Salamanca en el 1102, en virtud de su condición de emperador. Pero, además, hizo efectiva la repoblación del espacio entre el Duero y el Sistema Central. La repoblación en esta zona suele ser denominada concejil. Se trata de una repoblación dirigida, planificada, en el que se daba fuero a un concejo y se le asignaba un alfoz. El territorio se denominaba comunidad de villa y tierra, con un núcleo central administrativo y defensivo. La administración será compartida por todos los habitantes del concejo. Este modelo de administración concejil del ayuntamiento será el que se mantenga durante toda la Edad Moderna y el que se exporte a América. Además, habrá un modelo de fuero, el de Sepúlveda, que se extenderá por toda Castilla.

El espacio entre el Duero y el Sistema Central se organiza como una sociedad de frontera, dedicada a la ganadería extensiva, ya que las personas podían huir con los animales en caso de peligro. Este tipo de economía comienza a desarrollar la trashumancia. También aparecen los caballeros villanos.

Además, debido a la influencia de sus esposas francesas, continuó la política de asimilación de las ideas europeas emprendida por Sancho III, promoviendo la integración de los monasterios en la reforma cluniacense, nombrando obispos franceses para las sedes eclesiásticas principales y fomentando la peregrinación a Santiago de Compostela, en cuyos principales puntos del camino surgieron barrios franceses. Además, se produjeron profundos cambios en el terreno de la liturgia, al sustituirse el rito mozárabe o visigodo local por el romano, imperante en el resto de Europa, a pesar de la oposición popular. Sustituyó también la escritura visigótica por la carolina.
En 1107 muere Zaida, y se vuelve a casar. Su nueva esposa es Beatriz D'Este.
Un año después se produce la batalla de Uclés, donde muere su primogénito Sancho. La muerte de su joven heredero supone un duro golpe para el anciano rey, del que ya nunca se recuperará.

El 30 de junio de 1109 muere Alfonso VI y es enterrado en el Monasterio de San Benito, en Sahagún, junto a sus esposas, por expreso deseo suyo. Se plantea entonces un fuerte problema sucesorio, tras la muerte de su hijo Sancho en la batalla de Uclés. A los graves problemas fronterizos se suma ahora una guerra civil, que se resolverá en favor de su yerno Alfonso I de Aragón.
Durante la Guerra de la Independencia, su sepulcro es profanado por las tropas francesas, que desperdigaron sus restos. Tras estar casi un siglo sus huesos metidos en un saco, las madres benedictinas le acondicionan el sencillo sepulcro donde actualmente descansan.




-Esplendor del Monasterio de Fresdelval.



A finales el siglo XV, Fresdelval alcanza su máximo esplendor con la visita de los Reyes Católicos.

Son dos las estancias reales que en él tenemos documentadas -ambas en 1497 y solo del Rey Católico- si bien, por la especial relación que hubo entre los Reyes Católicos y este monasterio, es muy verosímil que tanto uno como otro soberano lo visitasen en sus repetidas permanencias en Burgos.
Es la misma reina Doña Isabel la que mandará traer a Fresdelval el cuerpo del doncel Juan de Padilla, muerto en la guerra de Granada en 1491, y al que la reina profesaba por su valentía y arrojo un especial afecto. El sepulcro, obra de Gil de Siloe, actualmente se debe visitar en el Museo de Burgos.
La fulgurante vida de don García de Padilla tuvo en Burgos uno de sus mayores días de gloria.
Su elección como comendador mayor de la orden de Calatrava, en presencia del Emperador Carlos V, en Burgos y el día de la Natividad de Nuestra Señora -que es la festividad de Fresdelval- es posible que decidiese a este piadoso caballero a emprender, como acción de gracias, la reedificación del monasterio predilecto de sus antepasados.


Las actuaciones que emprendió García de Padilla consistieron en reestructurar y dar unidad al, hasta entonces, heterogéneo conjunto monacal. Y es que el perfil de Fresdelval a principios del siglo XVI debía ajustarse más al de una pequeña aldea que al de un armónico monumento artístico. En esas fechas aún permanecían las casas y palacios de los fundadores en donde vivía retirada Isabel de Pacheco . Estos edificios desaparecieron mediado el siglo XVI.
Cuando Carlos V visitó el monasterio de Fresdelval, en 1524, con la idea de retirarse allí algún día, las obras de ampliación no habían hecho sino comenzar y se prolongaron hasta poco después de la muerte de García de Padilla, en 1542. Estas construcciones incluían el edificio que pudo acoger al emperador en sus últimos días: el palacio renacentista y el llamado patio de los Padilla.
En todo el piso superior de este patio se colocaron las armas imperiales y aún se conserva el magnifico escudo de Carlos V que preside el que fuera zaguán, o entrada, del palacio, tradicionalmente conocido como "Casa de Carlos V".
El 16 de septiembre de 1542, muere García de Padilla -el principal valedor de Fresdelval- momento en que la mente del emperador empezaba realmente a fraguar la idea de retirarse. Sin embargo no fué este el lugar elegido finalmente para su retiro.
Las visitas reales prosiguieron con Felipe II que estuvo en Fresdelval el 21 de septiembre de 1592. En esta ocasión concedió al monasterio el importante privilegio de poder cercar todo el valle, constituyendo un termino y señorío propio.
Extinguida la línea varonil de la familia fundadora a principios del siglo XVII, el monasterio queda sin su principal protector comenzando durante esta centuria y la siguiente una lenta decadencia.
En el siglo XIX el lento declive de Fresdelval se transforma en la rápida y completa ruina del monasterio. Iniciada la centuria con la guerra de la Independencia, el 10 de noviembre de 1808 el edificio es saqueado y destruido como consecuencia de la victoria francesa en la batalla de Gamonal. Pese a que la comunidad religiosa regresa en 1814 ya jamás se recuperará de los consecuencias de la contienda.
Poco duró el establecimiento de la comunidad, en 1821 como resultado de las medidas desamortizadoras del Trienio Liberal Fresdelval es declarado bien nacional, sujeto a su inmediata subasta. Con el regreso del régimen absolutista también se produce el retorno de la comunidad y se les reintegraban en sus bienes y se anulaban las ventas de las llamadas "fincas nacionales". La expulsión de la comunidad se produce definitivamente con la desamortización de Mendizábal. Algunos objetos de culto pasaron a las parroquias cercanas para desaparecer posteriormente. Parte del edificio pasó a otras manos adecuándose para los destinos más insospechados: fabrica de cerveza, refugio de las partidas carlistas y a finales del XIX llegó a ser utilizado como fácil cantera de piedra ya labrada.
Adquirido más tarde por doña Rafaela de Torrens, se decidió consolidar las ruinas y levantar algunas espaciosas celdas que sirviesen de albergue y centro de reunión de amigos, literatos y artistas. El meritorio proyecto se completaba con un museo y la utilización de la capilla.
Así quedaron las cosas y allí quedaron los proyectos de rehabilitación de Fresdelval. El monasterio sirvió una corta época de amable y romántico lugar de reunión de la sociedad española de fin de siglo. Visitas que eran puntualmente recogidas por la prensa local que cuidaba el referir la larga lista de nombres ilustres.

Fuente; Fresdelval.com

miércoles, 26 de septiembre de 2007

-Cueva de los Portugueses y Cueva de San Pedro en Tartalés de Cilla.



Las cuevas de los Portugueses son un conjunto de habitaciones semirrupestres, que han sido excavadas en la roca de los cortados que flanquean el arroyo de las Torcas o de Tartalés.
En origen fueron habitáculos independientes de planta recangular, paredes rectas y cubierta plana, con una puerta.
Estos eremitorios sufrieron una fuerte transformación a principios del siglo XX, al ser ocupados por portugueses que trabajaron en el canal hidroeléctrico de Trespaderne.

Su construcción se remonta a época visigoda y altomedieval, siendo evidente su relación cronológica y cultural con la cercana Cueva de San Pedro.
La llamada Cueva de San Pedro es una iglesia excavada en un afloramiento de roca arenisca, situado en lazona media de la ladera occidental de la sierra de la Tesla.
Este templo rupestre tiene una nave rectangular orientada Este-Oeste, con el techo excavado formando una bóveda de medio punto.
La cabecera absidiada se abre en el muro oriental, mientras que a los pies existe un pequeño contraábside elevado respecto a la nave.
Ambos ábsides presentan planta de herradura y bóveda de horno.Al exterior de la cavidad y sobre el mismo afloramiento rocoso, se excavaron dos tumbas de tipo bañera simple.

Fuente: Trespaderne.com

martes, 25 de septiembre de 2007

-Las Merindades de Burgos

La tierra de las antiguas Merindades es el lugar que vio nacer a Castilla. La denominación de Merindad proviene del siglo X; se trata de una división político-administrativa en la que un merino nombrado por el rey era el encargado de administrar justicia. Este término de merindad se extendió posteriormente por el norte de España. Actualmente la denominación Merindades engloba al norte de la provincia burgalesa, lo que se conoce como Montañas de Burgos. Se trata de una zona de media montaña, con un paisaje sumamente variado en el que los ríos Ebro y Nela y Jerea han formado numerosos valles y angostos desfiladeros además de fértiles vegas.
A lo largo de la historia diferentes pueblos han dejado aquí su huella. En la Alta Edad Media, la comarca jugó un papel esencial en la Repoblación y desarrollo de la primitiva Castilla. Es en el siglo X, cuando Fernán González organizó políticamente la región, creando las siete Antiguas Merindades de Castilla: Valdeporres, Losa, Valdivielso, Cuesta Urria, Sotoscueva, Montija y Castilla la Vieja. Este término de Merindad se extiende posteriormente por el resto del Norte de España.
En esta comarca vemos la más elevada concentración de eremitorios, castillos, iglesias románicas, palacios y casonas señoriales de toda España.
Los testimonios artísticos más antiguos les encontramos en las abundantes cavidades de la comarca. Destacan por los hallazgos arqueológicos: las cuevas de Penches y sobre todo el complejo kárstico de Ojo Guareña: huellas, pinturas y restos de armas y cerámica.



De la etapa preromana aún se conservan numerosos restos arqueológicos en el Museo Provincial de Burgos. Como restos arquitectónicos de la etapa preromana hay que señalar los castros y enterramientos celtas.


En la comarca existe un fenómeno que convive con las construcciones románicas. Son los eremitorios; una cueva excavada en la roca que servía a los eremitas como lugar de culto y oración y a la vez como vivienda. Los eremitorios más conocidos son los de Presillas de Bricia, de Argés en el Valle de Manzanedo y de Tartalés de Cilla, en las cercanías de Trespaderne.



La presencia romana se testimonia con la villa agrícola de San Martín de Losa, la explotación salinera de Salinas de Rosio y las importantes calzadas que tuvieron como objetivo el de comunicar los puertos cantábricos con los núcleos del interior. El final de la época romana, en el siglo V, estuvo marcado por la construcción de la fortaleza de Tedeja, que según los últimos estudios sirvió de control de paso y defensa contra los pueblos bárbaros que llegaban del norte.


Los restos visigodos más relevantes les encontramos en la antigua iglesia de Santa María de Mijangos.


En la Alta Edad Media los foramontanos, cántabros y vascones dominan estas tierras. El norte es el reducto contra la invasión musulmana, que llegó a diferentes puntos de la comarca, como Frías, Oña o Medina de Pomar, por lo que los restos artísticos que en ella se encuentran son los más numerosos y de mayor importancia.
Pronto la comarca se suma a la reconquista iniciada por Don Pelayo desde Asturias. Es en el siglo IX cuando se habla por primera vez de la palabra "Castilla"; este nombre aparece escrito en el documento fundacional del Monasterio de Taranco, enclavado en pleno Valle de Mena.
A pesar de las constantes luchas en las que se ha visto inmersa la comarca a lo largo de toda la Edad Media, la arquitectura fortificada nos ha dejado en pié un largo número de construcciones que aún se mantienen debido a la fuerte solidez de sus muros. Entre ellas destacan las que estaban en el entorno de la Tesla, como el de Toba, Paralacuesta, o Tedeja, y el de Arreba.

Siglos más tarde, hacia el siglo XIV, se levantan el castillo de Frías y el Alcázar de los Condestables, como manifiesto del poder del linaje de los Velasco. Los ejemplos de torres y casas fuerte son muy numerosos. Este tipo de edificaciones se concentra sobre todo en el Valle de Valdivielso y en el Valle de Mena como las de Valdenoceda, Quintana de Valdivielso, Quecedo, Berberana, Castrobarto, Quintana Martín Galindez, Cidad, Quisicedo, Virtus, Lezana, Maltranilla, Espinosa, Salazar, Lomana, etc.




Entre las iglesias destaca por su unidad de estilo y calidad escultórica San Pedro de Tejada. No son de menos importancia las iglesias de Santa María de Siones, San Lorenzo de Vallejo, San Pantaleón, Butrera, Crespos , San Miguel de Cornezuelo, El Almiñé, Escaño y Tabliega.
Al igual que el Monasterio de San Salvador de Oña, la colegiata de Santa María de Valpuesta y el Monasterio de Rioseco tuvieron una gran importancia en la formación y desarrollo del primitivo Condado de Castilla.

El emplazamiento de la comarca, como lugar de paso entre Meseta y Cantábrico, tendrá una gran importancia en el desarrollo económico durante la Baja Edad Media. Más tarde el desarrollo histórico de la comarca se ve ligado a las luchas banderizas entre los linajes de los Salazar y de los Velasco.

jueves, 20 de septiembre de 2007

-Caelia, la cerveza Celtíbera.


La Caelia Celtibérica era, a decir de historiadores y arqueólogos, la bebida favorita de los Celtíberos. Se trataba de una especie de cerveza elaborada a base de trigo, que según Orosio:
"Se extrae este jugo por medio del fuego del grano de la espiga humedecida, se deja secar y, reducida a harina, se mezcla con un juego suave, con cuyo fermento se le da un sabor áspero y un calor embriagador."

Hay dudas sobre si estaba realizada íntegramente de trigo, o una mezcla de cereales. No se trata de ninguna pócima mágica. Según los estudiosos, la caelia formaba parte de su cultura, y se tomaba en rituales quizá prebélicos. Los Cántabros desarrollaron su propia cerveza llamada zhytos, muy similar a la caelia.
La fabricación de la cerveza era pues algo habitual entre los indígenas usando un producto, el cereal, que permitía su elaboración durante todo el año. Se destinaba, generalmente, a un consumo familiar, por lo que no era necesario tener grandes espacios o estructuras dedicadas a su producción.
El consumo de cerveza en la península Ibérica tiene una larga tradición,
En el valle de Ambrona, en Soria, se hallaron restos de cerveza elaborada con trigo en
vasijas y otros recipientes que correspondían a parte de los ajuares funerarios, con 4.400 años de antigüedad (hacia el 2.500 a.C).
Son pocos los elementos que permiten evidenciar en un poblado la presencia de esta
bebida, salvo los recipientes relacionados con su fabricación como son los denominados "vasos cerveceros" o candiotas. Poseen en la parte baja un pico vertedor y posiblemente, se utilizarían
como decantadores.
Se desprende de ello que era una bebida común en los poblados y consumida en numerosas ocasiones.

-Centro de Interpretación Arqueológica Desfiladero de la Horadada

El pasado fin de semana visitamos el Centro de Interpretación Arqueológica del Cañón de la Horadada, en la antigua estación del ferrocarril de Trespaderne.


La ruta arqueológica se integra en una zona con un elevado valor paisajístico, cuyo eje principal es el impresionante cañón tallado por el Ebro en los materiales calizos de la Sierra de La Tesla.
La propuesta de este Itenerario se apoya en la información obtenida en los yacimientos arqueológicos que lo conforman, cuyo desarrollo cronológico se produce entre los siglos V y X d. c., es decir, e! final del mundo romano, el desarrollo en plenitud de la época visigoda y las primeras fases de la Edad Media. Cada uno de los hitos de la visita ofrece aspectos diferenciados de la compleja organización social que caracteriza este momento histórico.
En él se hace una presentación de! medio físico con paneles, maqueta, talleres ecológicos, recorrido digitalizado por los asentamientos de la ruta, que nos permite conocer e! porqué de la ubicación de cada uno de los vacimientos.
El discurso del Centro continúa con una sala dedicada a la religiosidad, donde se recrea el interior de una iglesia paleocristiana y distintos aspectos relacionados con la evolución de la liturgia y de los ritos de enterramiento.
A continuación nos introducimos en e! espacio dedicado al control del territorio, donde un gran mural y diversos efectos audiovisuales muestran aspectos de la realidad política en la que se desarrollan estos yacimientos. En e! andén de carga exterior se han construido dos viviendas y otras estructuras que representan el mundo doméstico característico de! mundo rural romano y visigodo.
Los yacimientos se han restaurado con e! fin de protegerlos y acondicionados para la visita; por tanto, a todos ellos se puede acceder sin problema y todos cuentan con señales informativas que explican los aspectos más significativos de! enclave arqueológico.
La Fortaleza de Tedeja está situada en un cerro de perfil cónico y paredes acusadas que lo convierten en un emplazamiento destacado de vital importancia estratégica desde e! punto de vista militar y económico. Su origen se remonta al siglo III d. C. y pervive hasta bien entrado e! siglo X.
La iglesia de Santa María de Mijangos es un edificio nacido a finales de! Bajo Imperio, reconstruido en época visigoda y modificado por última vez en e! siglo X. Cada momento tiene asociado su correspondiente necrópolis.
Las Cuevas de los Portugueses (Trespaderne) y la iglesia rupestre de San Pedro (Tartalés de Cilla) son dos excelentes ejemplos de fenómeno eremítico producido entre los siglos VIII y X. Las ruinas del complejo arqueológico de Santa María de los Reyes Godos -iglesia, necrópolis, poblado y fuente- están en proceso de puesta en valor.

Fuente: IberiaRural

Agradecer a la persona que nos sirvió de guía durante nuestra visita, por su saber y por la pasión con que explica algo que siente como suyo.
Animo a todos a conocer éste lugar tan desconocido y a la vez tan importante para nuestra historia.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

-Las manos de nuestros ancestros de Atapuerca.



Las manos de los distintos homínidos que habitaron en Atapuerca (Burgos) hace entre unos 800.000 y 350.000 años eran tan hábiles como las nuestras.
El estudio de las manos de los distintos homínidos que habitaron en Atapuerca (Burgos) hace entre unos 800.000 y 350.000 años revela que aquellos homínidos eran tan hábiles nosotros. Sus manos eran más robustas, más fuertes y más capacitadas para agarrar objetos con fuerza. Pero no por ello sus habilidades para manipular objetos eran menores que las nuestras. Tenían nuestro mismo repertorio de movimientos manuales
Ésta es una de las principales conclusiones de un estudio inédito del investigador Carlos Lorenzo, del Área de Prehistoria de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, y miembro del equipo de Investigación de Atapuerca, que es además el trabajo más completo realizado hasta ahora sobre la evolución de la mano humana.
El estudio se basa, fundamentalmente, en los fósiles encontrados en la Sierra de Atapuerca, en los yacimientos de Gran Dolina y la Sima de los Huesos. Se han estudiado cerca de 500 restos de mano de diferentes especies de homínidos.

Fuente: Elmundo.es

martes, 18 de septiembre de 2007

-Ermita de San Felix de Oca



Poco antes de llegar a Villafranca Montes de Oca siguiendo el Camino de Santiago, se encuentran las ruinas del monasterio mozárabe de San Félix de Oca, cuya construcción se remonta a los siglos VI y VIII . Edificado sobre una villa romana,
la primera referencia documental data del año
863. En ella se afirma que San Félix de Oca fue engrandecido por el abad Severo y el conde Diego
Rodríguez Porcelos, quien, según la tradición, fue enterrado entre sus muros.

En la alta y plena Edad Media el lugar se incluía en el alfoz de Oca, y como tal aparece en el
Becerro Gótico de Cardeña del año 964. A partir del año 1049 perteneció al monasterio de San Millán de la Cogolla, apareciendo citado por primera vez en un documento apócrifo.


Fue refugio de peregrinos camino de Santiago, pero en el siglo IX en estos lugares se encontraba el monasterio de época visigoda, llamado también de Santa Maria Montes de Oca.
Los escasos restos del monasterio que aún se conservan son de clara cronología
prerrománica. Lo único que queda en pie es parte de la iglesia, en concreto un trozo de la cabecera de planta cuadrada, que se cubría con cúpula y a la que se accedía a través de un arco triunfal de herradura. Gracias a las excavaciones se sabe que el templo era de planta basilical y que sus cimientos eran de época visigoda.

En el cartulario de San Millán de la Cogolla consta el documento fechado en el año 864 por el cual el conde don Diego Porcelos, dona al Monasterio de San Félix de Oca, los monasterios de San Vicente de Añes, junto con otros en Angulo, San Juan de Bárcena, San Favio de Cozuela y Santa Eugenia en el lugar de la Abadía. El conde Diego Porcelos, en el 863, también otorga un importante donativo al convento de San Félix de Oca, en el que incluye vides en Briviesca y en Prádanos.

lunes, 17 de septiembre de 2007

-Fernando I, el Magno




Fernando I el Magno (1016-1065), rey de Castilla (1035-1065) y de León (1037-1065). Era el segundo hijo de Sancho III de Navarra y doña Mayor de Castilla. Fue designado por su padre para regir el condado castellano con el título de rey.

El 22 de julio de 1038 fue ungido rey de León y, simultáneamente, primer rey de Castilla, por lo que es el fundador de la monarquía castellana. Con él comienza en 1035 la historia del reino de Castilla.

El título real llevó aparejado una importante merma de este territorio, ya que Sancho III engrandeció Navarra con una amplia franja del este de Castilla en la que se incluían tierras cántabras, burgalesas y alavesas. En compensación, Fernando I recibió las tierras situadas entre el Cea y el Pisuerga.


Fernando I se casó en 1032 con la infanta Sancha, hermana de Vermudo III de León, lo que le posibilitaría el acceso al trono leonés. Las rivalidades fronterizas con León fueron la causa de su enfrentamiento con Vermudo III, que fue derrotado y muerto en la batalla de Tamarón (1037). Esta victoria sobre el rey leonés permitió al monarca castellano hacer valer los derechos de su mujer sobre León. Fernando se proclamó rey de León y Galicia y fue ungido como tal en la iglesia de Santa María de León en junio de 1038.
Desde entonces se autotituló imperator, dignidad que le fue reconocida por sus hermanos los reyes de Navarra y Aragón.
Para atender a la reorganización del reino leonés, Fernando convocó un concilio en Coyanza (Valencia de don Juan), en el que se abordaron cuestiones civiles y eclesiásticas. Los conflictos fronterizos también se suscitaron con Navarra, enfrentándole a su hermano García Sánchez en la famosa batalla de Atapuerca (1054), en la que murió el navarro.
Al principio Fernando I ocupó sólo el noroeste de la Bureba recibiendo el vasallaje de su sobrino Sancho IV, pero después consiguió el avance de la frontera castellana hasta Castro Urdiales, Valpuesta, Lantarón, Cellórigo y Pazuengos.
En sus relaciones políticas con los musulmanes hispanos, el rey Fernando alternó las conquistas militares con la explotación económica mediante la imposición de tributos. Reconquistó en el norte de Portugal las plazas de Viseo, Lamego y Coimbra, obligando a los musulmanes a retirarse al sur del Mondego.

En 1063, las tropas del rey Fernando, capitaneadas por su hijo Sancho, se pusieron al servicio de al-Muqtadir de Zaragoza. Esta alianza de castellanos y musulmanes significó la victoria frente al rey de Aragón Ramiro I, que intentaba conquistar Graus. A los demás reinos taifas se les exigió el reconocimiento de la soberanía de Castilla en forma de parias. Por este método se logró el vasallaje de Zaragoza, Toledo, Badajoz y Sevilla.

En 1063, ante una junta de magnates y obispos, Fernando diseñó el reparto de sus reinos. Su hijo mayor, Sancho, heredaría Castilla y las parias de Zaragoza; León sería para su hijo Alfonso junto con las parias de Toledo, y García recibiría Galicia y las parias de Badajoz y Sevilla. A sus hijas, además del señorío sobre todos los monasterios del reino, a Elvira le correspondió el señorío de la ciudad deToro y a Urraca, la plaza deZamora.
El reinado de Fernando I señaló el comienzo de los esfuerzos castellanos por conseguir la hegemonía peninsular, mediante una política de expansión de Castilla a expensas de Navarra y de las tierras del noreste peninsular.
Sus restos yacen para la eternidad en el Panteón Real de San Isidoro de León, bajo una inscripción en latín que resume sus logros como monarca: "Aquí está sepultado Fernando el Grande, rey de toda España, hijo de Sancho, rey de los Pirineos y Tolosa. Fue él quien trasladó los cuerpos santos a León: el del bienaventurado Isidoro arzobispo desde Sevilla, y el de Vicente mártir desde Ávila. Hizo esta iglesia de piedra, que antes era de barro. Guerreando, hizo tributarios suyos a todos los sarracenos de España. Conquistó Coimbra, Lamego, Viseo y otras ciudades. Tomó, por las armas, los reinos de García y de Vermudo. Murió el 27 de diciembre de 1065".

sábado, 15 de septiembre de 2007

-Huesos hioides de Atapuerca




¿Desde cuándo hablan los hombres?, ¿cuándo adquirió el hombre la capacidad del habla?Pues, como mínimo, los individuos del género Homo, al cual pertenecemos todos aunque en algunos casos no lo parezca, hablamos desde hace al menos entre 800.000 y 900.000 años. Como mínimo. Según se desprende del hallazgo y posterior estudio de dos huesos hioides encontrados, cómo no, en los yacimientos de Atapuerca, la meca de la Paleoantropología en Occidente.
La «biblia» de la evolución
El estudio que así lo sostiene ha sido co-dirigido por Ignacio Martínez Mendizábal, profesor de Paleontología de la Universidad de Alcalá, y Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología de la Complutense y director del Centro Mixto (UCM-ISCIII) para el Estudio de la Evolución y el Comportamiento Humanos, y aparece hoy publicado en la revista especializada «Journal of Human Evolution», tal vez la más prestigiosa en el campo del estudio de la evolución humana.
El hioides, hueso propio de los mamíferos, se halla en la base de la lengua, justo en la cúspide de la laringe, y en él se insertan hasta once músculos que permiten múltiples funciones. Entre otras, permite casi todos los movimientos de la lengua y la laringe, tales como la correcta deglución de alimentos hacia el esófago, impidiéndoles que penetren por la tráquea.
En el hombre, el hioides permite además la producción del habla, una capacidad que nos pertenece en exclusiva. Por ello, el hioides humano es claramente distinto en su morfología del de nuestros parientes más próximos, chimpancés, orangutanes y gorilas.
Hasta hace apenas dos décadas sólo se conocía un hioides fósil perteneciente a un individuo del género Homo. Fue hallado en el yacimiento israelí de Kebara y perteneció a un neandertal de hace unos 60.000 años. Ese hioides es sensiblemente similar al del hombre moderno, y muy diferente del de los chimpancés. Eso sugirió a sus descubridores que los neandertales podían hablar, en contra de la opinión entonces generalizada en la Antropología, que sostenía que sus gargantas eran más parecidas a las de los primates, lo que les vedaba la capacidad de hablar. Eso, a su vez, habría contribuido a su extinción ante el Homo sapiens, mejor preparado para la competencia.
El segundo hioides fósil fue hallado en Etiopía. Perteneció a un ejemplar de Australopithecus afarensis, homínido que habitó esa región hace 3,3 millones de años. Su morfología se asemeja mucho a la del chimpancé, luego aquellos primeros homínidos no podían hablar.
El tercer hioides fue localizado en el yacimiento asturiano de la cueva del Sidrón. Como el israelí, pertenecía a un neandertal, en este caso de unos 40.000 años de antigüedad, y era del tipo del humano moderno.
El oído humano
Los antropólogos de Atapuerca, mientras tanto, ahondaban en una línea de investigación propia relacionada con la capacidad del habla. Los restos fósiles hallados desde hace veinte años en la Sima de los Huesos han permitido determinar que el oído de aquellos Homo heidelbergensis, antecesores de los neandertales, era hace medio millón de años similar al oído del hombre actual. Es decir, estaba adaptado a percibir con la mayor sensibilidad posible el abanico de frecuencias en las que se propaga el sonido de la voz humana, el habla, mientras que el oído de los primates «trabaja» en las frecuencias correspondientes a sus voces y gritos de llamada.
Si aquellos neandertales estaban especializados en percibir esas frecuencias, habrá que concluir que también producían ese tipo de sonidos, es decir, hablaban.
Apenas tres hioides fósiles no es gran cosa. Martínez Mendizábal explica a ABC que no es extraña esa carencia de más muestras, ya que el hueso en cuestión «es muy frágil, muy pequeño, y en cuanto su tabla externa, finísima, se fractura el tejido interno, que es esponjoso, se deshace como un azucarillo... ocurre algo parecido con las falanges».
El caso es que el cuarto y el quinto hioides fósiles fueron hallados en la inagotable Sima de los Huesos, en Atapuerca. Uno de ellos pertenecía sin duda posible a una mujer, y del otro se puede decir que también era de un adulto. Ambos, en cualquier caso, son los más antiguos conocidos del género Homo: datan de hace 500.000 años. Es decir, eran de Homo heidelbergensis, antecesor remoto de los neandertales. Su morfología era análoga a la del hombre de hoy. Nada que ver con la de los primates. Establecido ya que oían en nuestra misma frecuencia, queda ahora claro que emitían los mismos sonidos. No como Demóstenes, tal vez, pero hablaban.
Nuestras primeras palabras
La misma línea evolutiva en el hioides de neandertales y heidelbergensis, por una parte, y en la del Homo sapiens, por otra, lleva a una conclusión obligada. No es posible que ambas líneas evolucionaran en la misma dirección por separado. Ergo, ambas ramas del género Homo recibieron el hioides como herencia de un antepasado común: el Homo antecessor, que habitó Atapuerca hace entre 800.000 y 900.000 años. También él emitía sonidos como los nuestros. Y eso, como mínimo, porque tal vez el regalo pudo proceder de un ancestro aún más remoto. Pero eso, por ahora, son palabras mayores. Poco científicas. Sea como fuere, nuestras primeras palabras vienen de muy atrás.


Fuente: ABC.es S. BASCO

viernes, 14 de septiembre de 2007

-El Obispo Mauricio


El obispo Mauricio fue quien emprendió la construcción de la catedral gótica de Burgos. Era el hombre de confianza del rey Fernando III, y había estudiado en París. En 1213 fue nombrado obispo de Burgos (siendo ya obispo de Toledo) y en 1215 viaja a Roma, durante el concilio de Petran. En 1219 Mauricio, fue nombrado jefe de una delegación que debía acompañar a Beatriz de Hohenstaufen, la prometida del rey castellano-leonés, desde Suabia (en el sur de Alemania) hasta la capital burgalesa, donde la joven pareja contrajo matrimonio, en su catedral románica, en 1219. A partir de entonces, tanto el rey como el obispo, maravillado por las esbeltas construcciones góticas que había conocido en su viaje por Francia hasta Suabia (Amiens, Bourges, Coutances, Reims y Chartres ) , relanzaron el proyecto de dotar a Burgos de una nueva catedral que siguiera las trazas del nuevo estilo gótico.
De Francia traería al primer maestro que trabajó en Burgos y cuyo nombre desconocemos. Más tarde se sucederían en el cargo los maestros Enrique y Juan Pérez.
Colocada la primera piedra por Fernando III y el obispo Mauricio el 20 de Julio de 1221, la construcción avanzó rápidamente pues en diez años, tan sólo, se celebraba el culto religioso en la cabecera del nuevo templo y, en 1238, el propio obispo Mauricio recibió sepultura en el interior de la catedral que, al consagrarse en 1260, ya tenía levantado el segundo cuerpo de la fachada principal. En esta ingente construcción intervinieron numerosos arquitectos, escultores, vidrieros y orfebres extranjeros (franceses, germanos, flamencos, etc.) y de los diversos reinos hispanos (el maestro Enrique, Juan de Vallejo o la familia de los Colonia).
Como recuerdo a este Obispo fundador, una de las quince campanas de las torres de la catedral lleva su nombre , la "Mauricia", año de fundición de 1591, además de varias estatuas dedicadas a él.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Sancho III, el Mayor


Sancho Garcés III nació en el año 992, hijo de García Sánchez, El Trémulo, rey de Navarra y conde de Aragón, y de Jimena, hija del conde leonés Fernando Bermúdez. Su madre, junto a su abuela Urraca, dirigió la política del reino durante la minoría de edad de Sancho.
Fue el primer rey que intentó la unificación de los reinos ibéricos, estableciendo las fronteras entre el reino de Pamplona y el condado de Castilla (1.016) , ayudado por su matrimonio con la hija del conde castellano Sancho García.
Es muy probable que recibiera en herencia el reinado de Pamplona hacia el año 1000, pero sus primeros pasos estarían supeditados a la regencia de su tío Sancho Ramírez. En 1004 asumiría las riendas personalmente, pero bajo la observación y consejo de su madre Jimena y su abuela Urraca, que junto con los prelados de Pamplona y Nájera dirigirían el devenir de su gobierno hasta su plena madurez, que llega en el año 1011.
En 1017 muere su suegro, el conde castellano Sancho García, dejando como heredero al infante García Sánchez, de tan sólo 7 años.
En 1029, en la víspera de su boda con doña Sancha, hermana del rey leonés Vermudo III, el infante García es asesinado. Inmediatamente, Sancho III, amparado por la potestad de su esposa, asume la tutela definitiva del condado de Castilla, al frente del que pone a su segundo hijo, Fernando, que pasaría a la historia como "El Magno".
Sancho había aprovechado la muerte de Alfonso V de León en el cerco de Viseo para ejercer su derecho de tutoría sobre el heredero de la corona leonesa, Vermudo III, que era menor de edad. De esta forma, sus dominios se extienden desde el condado de Aragón hasta el reino astur-leonés, constituyendo la mayor unidad territorial de los reinos cristianos peninsulares después de la dominación musulmana.
Pese a que en 1031 se produce la desintegración de Al-Andalus en Reinos de Taifas, Sancho III no dirigió su poder militar hacia el sur. Únicamente se conformó con tomar algunas posiciones y reforzando puestos fronterizos en las sierras y presierras pirenaicas. Su dominio territorial se forjó a base de hábiles gestiones familiares y golpes militares escasos, concretos y certeros en sus fronteras este y oeste, dirigidos hacia sus vecinos cristianos.
Tenía su residencia en Nájera y se le considera el primer rey europeista, extendiendo sus relaciones más allá de los Pirineos, con el ducado de Gascuña, y aceptando las nuevas corrientes políticas, religiosas e intelectuales.Potenció la introducción de la regla benedictina en Oña, monasterio burgalés donde fue enterrado tras su muerte en 1035 bajo el título "Sancius, Gratia Dei, Hispaniarum Rex".
La división de su reino entre sus hijos, acaecida tras su muerte, dejó a García Navarra, Castilla a Fernando, Aragón a Ramiro y Sobrarbe y Ribagorza a Gonzalo, provocando así que durante muchos siglos, todos los reyes peninsulares descendieran de un tronco común, el del pamplonés.
Su actividad política y militar hizo de su reino la mayor hegemonía lograda en toda la Edad Media. De hecho, su figura se ha alzado como la del soberano con mayor influencia en la Península Ibérica durante el siglo XI.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

-Jimena Díaz


Jimena Díaz nació hacia el año 1054, y era hija del conde de Asturias don Diego Fernandez de las Asturias , y de la condesa Doña Cristina Fernández. Fué bisnieta de Afonso V, y prima de Alfonso VI. Entre los varios hermanos que pareció tener figuran: Rodrigo, Fernando y Bernardo.
Casó en julio de 1074 con Rodrigo Díaz "El Cid", como política de acercamiento entre los nobles de Alfonso VI. Con El Cid, Jimena tuvo tres hijos:
Cristina (hacia 1075 - ?) casada en segundas nupcias con Ramiro Sánchez, señor de Monzón, Diego (hacia 1076 - 1097) muerto con 19 años en la batalla de Consuegra, y María (hacia 1077 - 1105) casada en segundas nupcias con Ramón Berenguer III (1082 - 1131), conde de Barcelona.
A la muerte del Cid en 1099 sostuvo el cerco de Valencia ante los ataques musulmanes, pero no pudo mantener Valencia a salvo. En 1102 la ciudad de Valencia fue ocupada y Jimena y la población fueron escoltados por el ejercito del Rey de Castilla y León Alfonso VI, primo suyo. Se retiró al monasterio de San Pedro de Cardeña, en el que murió hacia 1115. Fue enterrada junto al Cid en San Pedro de Cardeña. En 1921 se trasladaron sus restos a la catedral de Burgos, donde permanecen hoy en día.

domingo, 9 de septiembre de 2007

-Ojo Guareña y Ermita de San Bernabé

Entre los términos municipales de Merindad de Sotoscueva, Espinosa de los Monteros y Merindad de Montija se encuentra el complejo kárstico de Ojo Guareña que es, con sus casi 100 kilómetros de desarollo, el conjunto de cuevas más extenso de la Península Ibérica y puede incluirse entre los diez mayores del mundo.
En las 13.850 hectáreas de extensión que tiene el complejo se encuentran también yacimientos arqueológicos del Paleolítico Medio, con interesantes referencias a la religiosidad de aquellas gentes.

La vida de los habitantes de esta zona burgalesa - la misma denominación de Sotoscueva es un claro indicador de ello- ha girado desde siempre alrededor de las cuevas.
Todo este fenómeno natural se formó y continúa formándose hoy en día, gracias a los ríos
Guareña y Trema, que se han introducido en el interior de un espeso macizo del Cretácico Superior, correspondiente a las estribaciones más meridionales de la Cordillera Cantábrica. Mediante fenómenos de disolución de roca calcárea por la acción del agua, estos ríos han configurado, durante millones de años, extensas simas, galerías, salas y lagos subterráneos. Dentro de las cuevas se distinguen numerosos tipos de algas, bacterias y hongos y se han detectado 63 especies de invertebrados cavernícolas, de las cuales cuatro son únicas en el mundo.

La red principal está constituida por diez cavernas: Palomera, Dolencias, Huesos, Cornejo, Cuatro Pisos, San Bernabé, del Moro, Sumideros del Trema, La Mina y Sumidero del Guareña, distribuidas en varios pisos.

Aunque tiene 18 entradas principales, únicamente se puede acceder a través de la Cueva y Ermita de San Tirso y San Bernabé, en un recorrido cercano a los 400 metros.
La entrada a la cueva se realiza por la denominada Sala del Ayuntamiento, utilizada como lugar se sesiones desde 1885 hasta 1924. Anteriormente se reunían en torno a una encina situada en el Alto de la Concha. En 1924 el ayuntamiento se trasladó a Cornejo de Sotoscueva. En esta cavidad también estaba ubicada la cárcel de la Merindad.
Poco después de introducirse en la cueva, puede verse la llamada Pila del Santo, que según la tradición se llena milagrosamente con agua por intercesión de San Bernabé y sirve para curar enfermedades de la vista.

Desde la primera exploración espeleológica llevada a cabo en 1956 por el grupo Edelweiss, en el interior del complejo se han recogido muestras de todas las culturas que se han sucedido en la Península Ibérica. En varias salas se conservan pinturas y grabados rupestres del paleolítico y pospaleolítico y de la Edad de Bronce, así como numerosos restos arqueológicos (cerámicas, armas, huesos, y unas huellas de pies humanos descalzos).

De los 28 lugares de interés arqueológico descubiertos en su interior, destaca por su singularidad la Sala de las Huellas: un conjunto de improntas de pies descalzos dejadas por un grupo humano que se introdujo en la cueva hace, aproximadamente, 15.000 años.
El conjunto de pinturas se localiza en el ábside de la sala y está compuesto por 50 triángulos, 38 de ellos rellenos con tinta plana; 28 representaciones zoomorfas (11 completas) correspondientes a cuatro cérvidos, tres équidos, ocho cápridos, cuatro bóvidos, un proboscídeo, un posible carnívoro y 6 antropomorfos, de los que destacan dos figuras rayadas y una pequeña representación esquemática con cabeza triangular. El conjunto se completa con numerosos trazos aislados y abundantes grabados, que aparecen también en las pequeñas laterales existentes.
Se han encontrado el esqueleto de un individuo de la Edad del Hierro que se perdió en la cueva. Junto a sus restos óseos apareció una fíbula de bronce, el broche del cinturón, también de bronce, y la cinta de cuero del mismo, cuyas tipologías se enmarcan cronológicamente a mediados del siglo VI a. C.
Dentro de la cueva también se puede apreciar la Galería de los Silos, en la que se conservan silos de origen medieval excavados en el suelo.

Contigua a la entrada de la cueva de San Bernabé, se encuentra la ermita rupestre del mismo
nombre. La primera advocación de la ermita fue San Tirso. En el interior se conserva una talla de este santo, fechada en el siglo XIII y unas curiosas pinturas murales en la bóveda natural de la sala rocosa que constituye la nave de la ermita. Están fechadas en 1705 y en 1877 y narran la vida, los milagros y los martirios de San Bernabé. El sábado siguiente al 11 de junio, se celebra la concurrida romería de este Santo.
Mención especial merece el enterramiento situado en el exterior de la Ermita de San Tirso y San Bernabé. El cuerpo se localizó semidescubierto, en una grieta de la roca caliza, con lajas de cubierta, que posiblemente se corresponda con algún eremita. Del interior se recuperaron varias inhumaciones que se encuentran actualmente depositadas en uno de los silos. Estos elementos hablan de un importante foco eremítico.
En el interior, en la Galería de los Silos, también se observan evidencias de arte rupestre postpaleolítico. En varios puntos se han localizado restos humanos, probablemente todos ellos de época medieval.
En la parte baja del valle de San Bernabé encontramos el sumidero del río Guareña, más
conocido como “el Ojo del Guareña”. En este bello y umbrío paraje puede verse como el agua del río desaparece en el interior de la roca caliza, propiciando la creación de un enorme dédalo de galerías que se desarrollan en seis niveles superpuestos, localizándose innumerables diaclasas, dolinas, simas y cuevas por las que el agua se infiltra con gran rapidez.
A la belleza del lugar se une el componente vegetal, con distintas tonalidades (robledales, hayedos, encinares) y el faunístico, siendo una zona de singular interés, especialmente destacable para las aves rapaces (águila real, buitre leonado, alimoche) que aquí nidifican aprovechando los cantiles rocosos labrados por la erosión que ofrecen repisas, abrigos y oquedades aprovechables por ellas. Junto a éstas, otras especies como el pito negro, pico picapinos, pico menor, azor, gavilán, ratonero común, águila culebrera, halcón peregrino, halcón abejero, cárabo y búho real, nidifican en la zona.
Esta diversidad se ve reflejada también en el resto de la comunidad de mamíferos: marta, garduña, gineta, turón, comadreja, gato montés, conejo, liebre, corzo, jabalí, etc. sin olvidar las varias especies de murciélago que utilizan el Complejo Kárstico como área de cría o reposo y refugio invernal.
Los anfibios y reptiles aquí presentes son comunes a otros espacios de la región: sapo partero, rana bermeja, tritón alpino, tritón palmeado, culebra viperina, culebra de collar, culebra bastarda, lagarto verde, lagarto ocelado, eslizón tridáctilo, lución, culebrilla ciega, ... son algunas de las especies.
Todos estos valores hacen que desde 2001 sea Lugar de Interés Comunitario dentro de la Red Natura 2000 de la UE.

sábado, 8 de septiembre de 2007

-Villa Romana de Baños de Valdearados


La villa romana de Santa Cruz de Baños de Valdearados se descubrió de forma
casual en noviembre de 1.972 cuando una máquina excavadora nivelaba una finca
agrícola. Las diversas campañas de excavación arqueológica desde entonces han puesto al descubierto diez habitaciones y cuatro pasillos pertenecientes a la villa típica de época bajo imperial (siglos IV-VI d.C.), que representan sólo una parte de la superficie total de la mansión.

Se trataba de un establecimiento rural, propiedad de un importante terrateniente romano, que funcionaba como un gran centro de explotación agropecuaria y residencia señorial, valiéndose de su privilegiada situación en una zona fértil, próxima a la importante ciudad de Clunia y junto a la transitada vía de comunicación que unía Astorga (Asturica Augusta) con Zaragoza (Caesaraugusta).
En las villas se diferencian dos partes: la residencia del señor (pars urbana), que es
la zona excavada en este yacimiento; y el espacio en el que se distribuyen las viviendas
de los campesinos, los establos y almacenes (pars rustica).

Las estructuras y materiales hasta ahora descubiertos han permitido atisbar la existencia de
un asentamiento previo de los siglo I-II d.C., del que quedan pocos vestigios. Sobre éste se edificó la villa romana que hoy conocemos, de época bajoimperial. Se desconoce hasta cuándo fue habitada y por qué fue abandonada.
Ya en época medieval, en este lugar se situó una necrópolis o área de
enterramiento relacionada, muy probablemente, con un edificio religioso, un convento, al
que hace referencia un documento medieval del año 1.048. Sin embargo, los trabajos
arqueológicos llevados a cabo no han permitido su localización, aunque sí se han
descubierto varias tumbas que se pueden fechar entre los siglos IX y XI.

Lo más destacado de esta villa romana son los mosaicos que decoran sus habitaciones,
pertenecientes a la primera mitad del siglo V, y que constituyen uno de los conjuntos más significativos dentro de los conservados en fechas avanzadas en Hispania.
El oecus o salon principal de la villa, tiene una superficie de 66 m2 y está pavimentado con un mosaico dedicado a Baco, dios del vino, verdaderamente espectacular. En el triclinium o comedor, el mosaico está decorado con motivos geométricos y en otra habitación destaca un tercer mosaico figurativo.
Se conservan tres bustos femeninos que podrían identificarse como las Estaciones, habiendo desaparecido la cuarta figura.También se han conservado dos figuras de animales en movimiento, una liebre y un jabalí.
Uno de los aspectos más llamativos de la villa es su red de abastecimiento,
almacenaje y evacuación de agua, que se articula en torno a un pozo.
Este pozo estuvo en funcionamiento hasta comienzos del siglo V, momento en el que al reformarse la villa se colmata con escombros. Este hecho ha permitido recuperar un interesante
conjunto de estucos decorados que permiten conocer, a grandes rasgos, la decoración de
la vivienda durante el siglo IV.

viernes, 7 de septiembre de 2007

-Ermita de San Pedro de Tejada



Si Burgos es el verdadero museo románico de Castilla, San Pedro de Tejada es la obra cumbre del románico burgalés.
En el bello y fértil valle de Valdivielso, situado en el norte de Burgos, se levanta la vetusta iglesia de San Pedro de Tejada, antigua abadía convertida desde el año 1101 en priorato dependiente del monasterio de Oña y hoy reducida a la humilde categoría de ermita de la localidad de Puente Arenas. Presenta, sin embargo, uno de los más ricos repertorios iconográficos del románico burgalés e, incluso, peninsular.

San Pedro fue un importante cenobio creado en el año 850 aproximadamente y fue un importante motor repoblador de la zona, llegó a ser sede episcopal durante largo tiempo lo que motivo que su radio de acción se extendiera incluso fuera del valle. Fue el monasterio más importante de la naciente Castilla hasta la Reconquista. De él han quedado leyendas y algunos capiteles y sillares, probablemente visigóticos, conservados en el colegio de Quintana.

En el año 1.011 los condes de Castilla Don Sancho García y Doña Urraca deciden crear el Monasterio Benedictino de San Salvador de Oña, con lo cuál San Pedro deja de ser abadía para convertirse en priorato de Oña. En el año 1.070 el Abad don Ovidio de Oña decidió levantar el templo que hoy podemos contemplar, motivo por el cual se convirtió San Pedro en el receptor de los diezmos de pan y cebada de la zona.
San Pedro de Tejada vivió sus días de mayor esplendor en el año 1.180 y siguientes gracias a su Prior Don Rodrigo que llevó una política de compras durante sus treinta años de mandato que enriqueció el priorato.


En el más puro estilo románico burgalés, la estructura de la ermita es sólida y armónica, con una sola nave, ábside semicircular y torre sobre la cúpula. Su portada, ventanas y capiteles se encuentran revestidos de abundantes grabados. Entre ellos destacan los relieves de la Ascensión y de la Última Cena. También los canecillos que sustentan las cornisas del ábside y las fachadas poseen un variado repertorio iconográfico, en el que sobresalen los temas lúdicos y eróticos.
Tiene una torre de dos cuerpos sobre el crucero y el interior es de una sola nave con bóveda de cañón y arcos fajones. Presenta una cúpula semiesférica sobre trompas y ábside con siete arcos ciegos. En el coro, del siglo XIV, se exhiben las armas de los Velasco.
Su antigüedad y emplazamiento han dado lugar a una serie de leyendas y tradiciones como aquella en que, durante una epidemia de peste, el último monje superviviente preparó su propia fosa y esperó la muerte tendido en ella. San Pedro de Tejada posee una reliquia del lignum Crucis -actualmente en Quintana- que se colocaba siempre en la torre, iluminada por lámparas de aceite.

Tras la desamortización de Mendizabal el cenobio paso a manos privadas, en este caso a la familia Huidobro, que hasta la fecha siguen siendo los propietarios.
Declarado Monumento Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural, fue restaurado en los años 1.950 y 1.952.

jueves, 6 de septiembre de 2007

-Ermita de San Pelayo


Una leyenda sobre el origen del monasterio de San Pedro de Arlanza, cuenta que estando el conde Fernán González de caceria por unos valles angostados del condado de su padre, cuando un enorme jabalí le salió al paso. Intentando darle caza, el conde perdió todo cuidado, yendo a caer a una cueva donde vivia un santo ermitaño. Este le profetizó un futuro muy brillante, tanto a él como a su familia, viendo como ellos llevarían a Castilla hasta su independencia y hacia un próspero futuro. Una vez se cumplierón la mayoria de los presagios del monje, el conde Fernan González decidió levantar un primitivo monasterio, el de San Pedro el Viejo o de San Pelayo, sobre el lugar que ocupaba la cueva.

Se dice que Fernando I de Castilla ofrendó al monasterio de Arlanza un monasterio o posesión rural eclesiástica, que estaba bajo la advocación de un San Pelayo. A fines del siglo XI, y siendo dicho monasterio de San Pelayo pieza importante del patrimonio de Arlanza, comenzó a figurar este santo como uno de los patronos del convento arlantino; quizás este hecho dio ocasión a la leyenda del monje Pelayo, superior del pobre convento de Arlanza al presentarse ante él el Conde Fernán González; el Poema trata este episodio de la caza del Conde y el encuentro con Pelayo.
Más allá de la leyenda, lo cierto es que sobre el espigón rocoso, puede verse una ermita dedicada a San Pelayo mientras se observa el majestuoso vuelo de los buitres leonados y escuchando el murmullo del agua que circula junto a estas espléndidas ruinas cubiertas de musgo.

-Cristina de Noruega, la princesa que murió de pena




Dicen que en la Edad Media, una princesa Noruega murió de pena en Sevilla. Dicen que murió, porque echaba de menos el clima de su país. Dicen que Cristina murió de melancolía.



Una enorme nave vikinga se hizo a la mar en el otoño de 1257 desde el puerto de Bergen en dirección al Sur. A bordo, viajaban altos dignatarios del reino noruego, encabezados por el obispo Pedro de Hamar, nobles, damas y un centenar de caballeros, encargados de cuidar un valioso cargamento: oro, plata, pieles preciosas y otros bienes suntuarios, que constituían el ajuar y la dote de la más encumbrada pasajera de la nave, la princesa Cristina Olav, hija del rey Haakon IV Haakonson el Viejo.


Cristina nació en 1.234, y unos autores cuentan que llegó a España para contraer matrimonio con Don Alfonso X, luego conocido como el Sabio, en parte por las alianzas castellanas y noruegas dentro del Sacro Imperio Romano Germánico y porque como Alfonso X aspiraba a la corona del Sacro Imperio, podía atraerse a su causa al rey noruego Haakon IV.
Cuentan también que el monarca castellano-leonés dejó de amar a su esposa Doña Violante por su incapacidad para concebir descendencia. Buscó otra joven y le ofrecieron a Doña Cristina que llegó a Castilla segura de su matrimonio. Pero como los viajes eran bastante lentos en aquel entonces, para cuando la noruega llegó al reino hispano, quiso el destino que la esposa del rey, Doña Violante quedara preñada y diera a luz a la infanta Berenguela (Violante tuvo diez hijos más), y Doña Cristina fué repudiada por su futuro esposo.
Fue entonces su hermano el Infante Don Felipe de Castilla, quien la llevó al altar. El infante había sido abad de la Colegiata de Covarrubias a los 21 años y arzobispo de Sevilla, en el momento de abandonar la carrera eclesiástica para dedicarse a sus matrimonios palaciegos. La boda se ofició en Valladolid el 31 de marzo de 1.258, y se trasladaron a vivir a Sevilla.
La princesa noruega, de bellos "ojos azules como nuestro cielo, cabellos como nuestro sol, y tez como la nieve de los montes escandinavos" murió en 1262 sin dejar descendencia.
Dicen que la princesa murió de pena, "porque le faltaban el frío de su país, su gente, su pasado, y le sobraban el calor asfixiante del Guadalquivir, la corte castellana y su incierto futuro. Sin duda soñó en las agobiantes noches españolas con aquellas tierras verdes, con aquellas rocas y cielos que enmarcaban las aguas grises de los fiordos; con aquellas cumbres glaciares y con el manto de la nieve que emergían los troncos –también blancos- de los abedules."

Otra versión en forma de leyenda, nos cuenta que Cristina se enamoró del Rey Alfonso, cuando ambos se conocieron a la llegada de su largo viaje. Alfonso también quedó prendado de los encantos de la princesa, y ambos dejaron llevarse por su amor. Pero al estar Alfonso ya casado, ambos cuidaron de guardar sus sentimientos. Cristina se casaría con su hermano Felipe, pero su amor siguió latiendo hasta el final de sus días. Puede que ese dolor influyera también en la muerte de la joven princesa.


El infante Felipe de Castilla hizo enterrar a su esposa en el claustro de la colegiata de Covarrubias en un sepulcro anterior a la fecha en que se depositaron en él los restos de Cristina.

Cuando Cristina de Noruega murió, su marido, prometió levantar en su honor una capilla, que estaría situada en Covarrubias (Burgos), en un enclave natural privilegiado, pero aquella promesa quedó sin cumplir.
En el año 1958 se abrió el sepulcro de la princesa y apareció la momia con el pelo amarillo, las uñas rosadas y los dientes aún blancos.
En Noruega hay una delicada estatua de Cristina, de aires románticos; en Covarrubias, en los jardines exteriores, frente a la portada del templo, un monumento, siempre con flores, también la recuerda.
Hoy en día está a punto de cumplirse el sueño de Cristina de Noruega: la construcción de una iglesia dedicada a San Olav, patrono de Noruega, para recordar la romántica historia de la princesa nórdica cuyos restos posan en Covarrubias.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

-Arco de San Martín



Entre las puertas de la ciudad que se conservan destaca el arco de San Martín, situado en la parte alta de la ciudad. Recibe este nombre porque en sus inmediaciones se levantaba la desaparecida iglesia de San Martín, una de las más importantes del Burgos medieval. Cerca de ella se ubicaba el también desaparecido hospital de Santa María la Real.
Este arco fue construido en el siglo XIV por canteros moriscos en estilo mudéjar, con arco de
herradura y aparejo mixto de piedra y ladrillo. Por esta puerta salían de la población los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela siguiendo el Camino Francés.


También se la conoce como Puerta Real o Puerta Juradera, porque los reyes, cada vez que entraban en Burgos, debían franquearla tras haber jurado los fueros y privilegios de la ciudad. Esta tradición se mantuvo hasta el siglo XVI. En esa centuria, y tras el deterioro de los barrios altos, dicho honor recayó en la puerta o arco de Santa María.

-Arco de San Juan


Tras cruzar el puente sobre el río Vena, se abre, en la antigua muralla del siglo XIII, el Arco
de San Juan, así denominado por hallarse frente al monasterio del mismo nombre. Los escudos de Castilla y de la ciudad lo flanquean. Por aquí entraban los viajeros y las mercancías procedentes de Francia, Vascongadas y La Rioja, y, particularmente los peregrinos del Camino de Santiago, que llegaban a la ciudad desde Gamonal o desde Castañares por Las Calzadas.

Por ella también entró Germana de Foix, la princesa francesa de diecinueve años, que vino a desposarse con Fernabdo V, viudo de Isabel la Católica.

Tanto la puerta como la fortificación superior fueron reformadas en el año 1563 por los maestros Simón de Bueras y Martín Ochoa de Arteaga. En 1842, el arco fue, de nuevo, profundamente remozado y quedó convertido en casa de vecindad, que es la imagen y la función que tiene en la actualidad.

martes, 4 de septiembre de 2007

-Arco de San Gil


El Arco de San Gil se levanta junto a la Iglesia de San Gil Abad, que descansa sobre los restos de la antigua muralla, y es una antigua puerta de la muralla de la ciudad, que desempeñaba funciones de torre defensiva y de prisión. En el sector contiguo a este Arco de San Gil era donde la muralla alcanzaba su mayor altura y donde más torres defensivas había.
Forma parte del conjunto de murallas que mandó edificar el rey Alfonso X el Sabio en 1276 y cuyas obras se culminaron en el siglo XIV. La puerta original fue profundamente
modificada a mediados del siglo XVI por el arquitecto Juan de Vallejo, y en el siglo XVIII, por Manuelde Baztigueta.
Durante siglos, fue una de las entradas principales de Burgos desde el Norte. Además, ponía en
contacto la ciudad con los cercanos y hoy casi totalmente desaparecidos convento de la Trinidad y convento de San Francisco.

Uno de sus torreones, hoy desaparecido, estaba adosado a la iglesia y en él eran acogidas «las emparedadas», mujeres que tomaban la decisión de alejarse del mundo llevando una vida de penitencia y oración. Se comunicaban con la iglesia por una escalera de caracol situada en forma de cubo en la capilla del Santísimo Cristo.

-Murallas de Burgos


Los restos de la muralla que hoy contemplamos se corresponden con las obras realizadas a instancias de Alfonso X el Sabio a partir de 1276. Como es lógico, la ciudad de Burgos contaba con otra muralla anterior, mandada construir por Alfonso VIII, que se había quedado pequeña para acoger a los barrios que, a lo largo de los siglos XI, XII y XIII, habían crecido fuera de sus puertas. Las obras de la nueva cerca se prolongaron durante más de un siglo y fué construida con sillarejo procedente de Hontoria y de Atapuerca.
Cuando se finalizó, contaba con 93 torres circulares o cubos y doce puertas: San Martín, Judería, los Tintes, Santa Gadea, Santa María, las Carretas, San Pablo, San Juan, Margarita, San Gil, San Esteban y el Castillo.
El Paseo de los Cubos que recibe su nombre de las torres que se sitúan en esta zona de la antigua muralla, es una de las partes mejor conservadas de la cerca medieval, que fue derribada, en su mayor parte, en los siglos XIX y XX.
Al final de éste paseo, poco antes de que la muralla haga un quiebro en ángulo recto, aparece la sencilla puerta de la Judería que daba acceso a la aljama burgalesa. En la esquina se sitúa el Torreón de doña Lambra.
Las razones por las cuales se amuralló la ciudad fueron varias. Burgos se había convertido en un lugar de gran peso político aliado de la Corona, por lo que resultaba blanco fácil para los ataques de los nobles insurrectos. Pero también la muralla representaba la separación física del mundo urbano respecto al rural, facilitando el control fiscal, el cobro de impuestos e incluso la protección en momentos de epidemias.

sábado, 1 de septiembre de 2007

-Puerta de San Esteban

Una de las doce puertas de entrada de la ciudad. Abierta a los caminos procedentes del Norte, tiene dos torres cuadradas y sobre el arco de herradura corre un paso de ronda en el que se abren seis arquillos de medio punto.
Esta es una de las puertas mejor defendibles de la ciudad. Está situada frente al arrabal del mismo nombre, al exterior de las murallas y da paso al interior, por la calle de San Esteban, al norte del barrio cristiano.

Quizá lo que más impresiona de esta puerta es su excelente estado de conservación, manteniendo aun intacta parte de la muralla colindante, lo cual nos presenta una imagen real de lo que era en tiempos. Fue construido en el siglo XII y ampliado en el siglo XV adornándolo con estilo mudéjar obra del maestro alarife Mohamed.
Está compuesta por un doble arco de herradura, interior y exterior, con espacio entre ellos
para el rastrillo o peine. Dos esbeltas torres de planta cuadrada custodian el arco, separadas por una galería de seis arcos de medio punto, donde se abre una pequeña terraza. Las torres están
coronadas por cinco ventanas de medio punto. La construcción combina mampostería y ladrillo, este último utilizado fundamentalmente en arcos, en ventanas, en los ángulos de las torres, para separar las hiladas de piedra, y en la bóveda interior, de cuya techumbre sobresalen otros dos arcos de herradura.
De los tramos de muralla que se unían al arco, tan solo se ha conservado, en buenas
condiciones, el ascendente que conduce hasta la zona de la fortaleza y que ha sido restaurado
recientemente. El lienzo descendente, que conduce hasta la iglesia de San Gil, se ha conservado parcialmente. Una escalera metálica de nueva construcción, adosada a la muralla, permite acceder
por el adarve al interior del arco, atravesando la puertecilla de medio punto abierta en el paramento lateral de la torre Norte. Además, también puede subirse por una escalera interior estrecha y de peldaños desiguales, que conserva arcos formados por aproximación de hiladas de ladrillos.