lunes, 1 de octubre de 2007

-Alfonso VII el Emperador

Rey de León y de Castilla, primero de la dinastía de Borgoña, nace en 1104 en Caldas de Reis (Pontevedra). Era hijo de doña Urraca (hija de Alfonso VI, que reinó en Castilla entre 1072 y 1109) y de Raimundo de Borgoña.
Muere su padre en 1107 en Grajal de Campos, y su abuelo, Alfonso VI, en 1009.
En 1111 sus partidarios le proclaman rey de Galicia y en 1126 hereda de su madre el trono castellano-leonés.
Su primera preocupación será solventar las tendencias secesionistas que se vienen produciendo desde la muerte de Alfonso VI, en especial a cargo del condado de Portugal, y recuperar los territorios entre Burgos y Carrión, dominados por Alfonso I el Batallador de Aragón tras la separación de la reina Urraca. Muerto éste, la debilidad producida por la separación de los reinos de Navarra y Aragón le permiten acrecentar su poder tanto territorial como político, anexionando Nájera y La Rioja y ocupando Zaragoza y el margen derecho del Ebro.

Además, establece su dominio sobre Navarra al hacerse prestar vasallaje por el rey García Ramírez y emprende victoriosas campañas contra los musulmanes que le llevan a tomar Jerez en 1133 y asolar las campiñas de Córdoba y Sevilla.
En la cúspide de su poder, el 26 de mayo de 1135, día de Pentecostés, Alfonso Raimúndez fue coronado Emperador de Hispania en la catedral románica de León, y como tal fue reconocido por los demás reinos cristianos.
A partir de este momento, emprende una fuerte campaña de ataque a los territorios musulmanes y logra tomar Oreja (1137), Coria (1142) y Calatrava (1146). En 1147 inicia una fuerte expedición de conquista hacia Almería, que se verá favorecida por el debilitamiento que el Imperio Almorávide sufre desde 1142. A pesar de sus intentos, Alfonso no logró retomar Córdoba, y también fracasó en conquistar Jaén.
El reinado de Alfonso VII contempló una cierta disgregación de la Corona castellano-leonesa: por un lado, se vio obligado a reconocer la independencia de Alfonso I Enríquez como rey de Portugal (1143); por otro, al enfrentarse los reinos de Navarra y Aragón, hubo de optar por apoyar a uno de ellos frente al otro, lo cual le puso en guerra con García V de Navarra y le obligó a firmar con Aragón el Tratado de Tudellén (1151), por el que reconocía a Ramón Berenguer IV de Aragón el derecho a reconquistar Valencia, Denia y Murcia.

En 1155 obtuvo sus últimas victorias tomando Andújar, Pedroche y Santa Eufemia, pero en 1157 fue incapaz de retener las plazas de Baeza y Úbeda, y finalmente también perdió Almería. Atribulado por tamaña desgracia, Alfonso murió poco después cuando regresaba de la campaña, a la edad de 52 años. Dado que trasladarlo a la ciudad de León era prácticamente imposible debido a la distancia y a la época del año, el Emperador fue enterrado en Toledo.
Su testamento retoma la costumbre de repartir los territorios entre los herederos. Así, Sancho se hará cargo de Castilla con el título de Sancho III mientras Fernando será rey de León como Fernando II. Se finaliza de esta manera con la idea de una unidad territorial, política y religiosa de ámbito peninsular conformada como imperio.

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