miércoles, 19 de diciembre de 2007

-Las Machorras


Al norte de Espinosa de los Monteros, justo en el límite con Cantabria, se encuentra el
espacio de Las Machorras o de Los Cuatro Ríos Pasiegos burgaleses (Rioseco, Lunada, Lasía y
Trueba), un espacio enormemente singular que permite acercarse al paisaje, modos de vida y
costumbres de los legendarios pasiegos. De hecho, esta comarca geográfica debe su delimitación y personalidad a la singularidad humana en mayor medida que a los factores físicos. Por ello, forma una unidad homogéna con los valles pasiegos cántabros (alto Pas, alto Miera y alto Pisueña), situados en la inmediata vertiente septentrional. Así pues, aunque el territorio pasiego por excelencia siempre se ha situado en Cantabria, lo cierto es que el modo de vida pasiego excede la Comunidad de Cantabria y se extiende también a la de Burgos, en el sector de las Machorras.

Se trata de un conjunto pastoril homogéneo, de evolución singular y cerrada, creador de un paisaje propio a partir de la transformación y acondicionamiento de parte del frondoso monte caducifolio en prados o “seles“ para su ganadería de vacuno. Hay investigadores que sostienen la teoría de que los pasiegos descienden de pobladores de las Montañas de Burgos, que durante la Edad Media, seguramente por la escasez de tierras, se adentraron en el monte en busca de nuevas zonas para roturar. La feracidad del monte atlántico, la altitud y las fuertes pendientes habrían obligado a estas gentes a centrarse en la ganadería como único modo de vida, convirtiendo espontánea e ilegalmente trozos de monte comunal en prósperos y fértiles pastos acotados. En cualquier caso, nada se sabe con certeza del enigmático origen de los pasiegos, que por su oscuridad se presta a todo tipo de especulaciones.

La actividad ganadera pasiega, de orígenes tardomedievales, es un auténtico género de vida, que se ha conservado prácticamente intacto hasta nuestros días. Una actividad, modeladora de un espacio único y de comunidades rurales singulares, con usos, costumbres y métodos de aprovechamiento ganadero que las distinguen e individualizan de su entorno.
La vida de los pasiegos gira alrededor de sus vacas, pero la principal originalidad de este modo de vida reside en las técnicas pastoriles, cuyo fundamento son las “mudas”, esto es, el desplazamiento periódico de ganado y familia, de cabaña en cabaña, a lo largo de las vertientes.
Estos desplazamientos no sólo son estacionales entre los pastos de invierno, en el fondo de los valles y los pastos de verano, de las partes altas o cumbres; lo verdaderamente singular es la asociación del desplazamiento temporal del ganado y su estabulación, práctica a la que se asocia el cambio de vivienda para toda la familia, junto a la necesaria existencia de la cabaña-establo y del praderío en torno a ella.

El prado segadero, cercado con pared en torno a la cabaña, es de mayor rendimiento que el simple pastizal, pues se estercola y cuida. La hierba producida y no consumida es segada y almacenada como reserva en el payo o pajar. Se sustituye así, el pastoreo estricto, es decir, el pastoreo directo por deambulación, por la estabulación y la alimentación del ganado en la cabaña, quedando el pasto a diente en un lugar secundario.
El paisaje resultante es enormemente peculiar, pues las vertientes se cuajan de cabañas
dispersas.

La unidad territorial se compone de prado cercado con muro de piedra, a veces asociado a seto vivo de robles y hayas en las partes altas o de chopos y fresnos en los valles, y de cabaña, que es a la vez establo, almacén de cebo o hierba segada y habitación de la familia campesina. De este modo la explotación pasiega se organiza en un número variable de cabañas o “llaves”, en función del número de cabezas de ganado de que disponga.

Las cabañas son modestas construcciones compactas, hechas enteramente de piedra, techumbre incluida. Suelen tener dos pisos sin comunicación interna. El inferior se destina a establo. Al superior se accede a través de una escalera exterior o patín y es, en su mayor parte, payo o pajar. Una pequeña habitación, separada del pajar mediante pared de tablazón de madera, es la habitación familiar, raramente compartimentada. Las mejores cabañas las tienen los pasiegos en el valle y por estar mejor equipadas se denominan vividoras.

En la actualidad, el éxodo y la despoblación están acabando con esta ancestral forma de vida y de organización del espacio. Muchas cabañas están siendo abandonadas y sólo algunas, sobre todo las cercanas a los valles, donde han podido ser llevadas la luz y el agua corriente, han cambiado su uso originario por el de segunda residencia.

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