domingo, 28 de diciembre de 2008

-Calzada Segisamunculum-Virovesca


Los burebanos y los turistas interesados en los itinerarios culturales ya pueden recorrer sin temor a perderse los 17 kilómetros de la calzada romana que une Briviesca con Cerezo de Río Tirón. Tras cuatro años de tramitaciones, el grupo de acción local Adeco Bureba ha culminado la puesta en valor del camino por el que hace siglos, los romanos transportaban con sus carros mercancías de todo tipo.

El tramo pertenece a la antigua ‘Vía Romana de Italia a Hispania’ que partía de Milán y finalizaba en León. Por él, llegó a transitar el propio Augusto para participar en las guerras cántabras. Su importancia estratégica fue enorme, ya que por ella se transportaba el oro de las minas ubicadas en el noroeste de Hispania (además de trigo, lana, vino y otros productos) hasta Roma. Quienes se decidan a recorrerla, tarea a la que deben dedicar aproximadamente tres horas si lo hace a pie, podrán comprender la importancia de la calzada consultando las casi cien señales que han sido colocadas a lo largo de todo su trazado.

Para la puesta en valor de la vía, se han realizado prospecciones arqueológicas que han destapado los elementos constructivos de la misma, se han creado zonas de recreo, se han colocado balizados para diferenciar los tramos conservados de los alternativos y se ha construido un nuevo puente sobre el río Bañuelos. Junto a todo ello, se ha acondicionado el firme para hacerlo más transitable. La señalización que posee es de tres tipos: la que indica los accesos, los paneles interpretativos en los que se explican las técnicas constructivas y la historia de las calzadas romanas y, por último, los miliarios.

Los miliarios eran un mojón de época romana que indicaba la distancia hasta la próxima ciudad importante. Contaban con una inscripción en latín en el que podía aparecer el nombre del emperador que ordenó su construcción, el de la ciudad y una cifra que indicaba la distancia en millas. La calzada romana Segisamunculum-Virovesca (Cerezo de Río Tirón -Briviesca) aparece descrita en el Itinerario de Antonino con el nombre ‘De Italia in Hispanias’. Cada mes de junio, colectivos de Briviesca y Cerezo de Río Tirón organizan un encuentro que consiste en un recorrido a pie del itinerario. El grupo va acompañado de un experto en cultura romana.

La excelente construcción de la vía romana facilitó su conservación y uso hasta nuestros días. Muchas calzadas fueron reutilizadas en épocas posteriores por otras culturas como los visigodos o los musulmanes, a modo de vías de conquista. En época medieval, la calzada se mantuvo vigente y surgieron otros asentamientos cerca de ella. Además, fue parte del camino de Santiago hasta que Santo Domingo de la Calzada desviase el camino más al sur. En época moderna, muchas de ellas formaron parte de los llamados Caminos Reales hasta la construcción en el siglo XIX de las carreteras actuales.

Fuente: diariodeburgos

martes, 16 de diciembre de 2008

-Quintanar de la Sierra


A orillas del Arlanza, en la vertiente meridional de la Sierra de Neila, está emplazada la villa
de Quintanar de la Sierra, una de las poblaciones más representativas de la Tierra Pinariega. El
paisaje circundante está dominado por los majestuosos bosques de pino albar o pino silvestre, de gran importancia económica en la zona. El porte esbelto, erguido y el tronco limpio de ramas de estos árboles, permiten su rápida identificación. Su madera de gran calidad, debido a su lento crecimiento, es muy apreciada para la fabricación de muebles.

Con todo, el bosque natural que crece en este territorio es un bosque mucho rico en especies, pues junto a los pinos crecen robles y hayas con un complejo sotobosque. La mayor significación del pino no se debe tanto a razones naturales sino a la intervención humana que secularmente ha favorecido el desarrollo de esta especie en detrimento de las demás. En la actualidad, las nuevas prácticas forestales, que apuestan por la complejidad y riqueza del bosque mixto, permiten observar la recuperación de robles y hayas entre los pinos.

Al igual que sucede en otros pueblos pinariegos, tanto de Burgos como de la vecina Soria, la
historia de Quintanar se escribe en torno a esos bosques y a los distintos aprovechamientos
tradicionales que los serranos han desempeñado en torno a ellos. Hay que destacar que en la
actualidad los vecinos siguen siendo propietarios del pinar y beneficiarios de él, por lo que son los
mejores guardianes de tan importante patrimonio forestal.
La tradicional riqueza maderera y de pastos de este territorio explican la vocación silvícola y
ganadera de sus habitantes, así como, el interés del obispo burgalés y los grandes centros
monásticos de incluirlo en su dominio. Así ocurrió en el año 1213 cuando el lugar pasó a formar parte del monasterio de San Pedro de Arlanza.


Según los historiadores antiguos, fueron los celtíberos y concretamente la tribu de los pelendones, los primeros pobladores de Quintanar y de la zona serrana. Unidos a los arévacos, titos y belos, defendieron Numancia contra los ataques de Roma.

No existen restos romanos aunque se dice que la llamada "Senda Soriana", que pasa cerca del pueblo, y que va desde Soria por la sierra a La Rioja, era una vía secundaria romana.

Ya estaba poblada la zona del término de Quintanar, como lo indican las diferentes necrópolis: Iglesia, Cuyacabras, Revenga, La Cerca, etc. Son también muchos los poblados desaparecidos de épocas antiguas a los que hace referencia el Cartulario de Arlanza. Además, en las necrópolis existen restos de culturas anteriores a la medieval; muestras de culturas superpuestas sin ninguna duda, desde el Neolítico.

La explotación de la madera, la cría de ovejas y bueyes y la carretería, fueron las tres
ocupaciones principales de los vecinos de este lugar. La falta de terrazgo y el riguroso clima,
redujeron la agricultura a algunos huertos en la vega del Arlanza. La ocupación más destacada, la
carretería, era el transporte a larga distancia de todo tipo de cargas mediante sólidas carretas tiradas por bueyes, criados, a su vez, en los frescos pastos de los alrededores. Esta actividad se enmarcaba dentro de la Junta y Hermandad de Carreteros de Burgos-Soria, que actuaba bajo la protección y los privilegios de la Cabaña Real de Carreteros creada por los Reyes Católicos en 1497 y desaparecida a finales del siglo XIX. Quintanar llegó a tener más de 350 carretas y más de 1.050 bueyes y vacas.

Asimismo, la tradicional extracción de resina, de los viejos tocones de los árboles, para la fabricación de pez en los hornos que a tal efecto abundaban en el monte, explica que a finales del siglo XVIII y principios del XIX la localidad contara con una fábrica de brea de excelente calidad, empleada para calafatear los barcos del Cantábrico. El aprovechamiento comunal del bosque siguió siendo básico durante el siglo XX, aunque a partir de la década de los 60 se produjo un descenso de su importancia, que llevó a muchos habitantes a la emigración.

Quintanar de la Sierra es un pueblo alargado, pegado a la ladera, con una longitud que
supera los dos kilómetros. Las viviendas son sólidas y están construidas en piedra arenisca de color rojizo. Pero en su mayor parte, es un pueblo muy reformado. Las casas más antiguas datan del siglo XIX y éstas conviven con otras de estilo y materiales actuales, no faltando los bloques de pisos. La vivienda serrana más típica era la casa carretera, realizada esencialmente en piedra y madera y con escasas ventanas a causa del frío. Un gran arco en la fachada para la entrada de las carretas, solía ser su mejor distintivo. Pero, actualmente los ejemplos de esta tipología de casas son muy escasos.

Su iglesia, dedicada a San Cristóbal, es un notable edificio barroco de tres naves levantado
en el primer tercio del siglo XVII. En su interior conserva una pila bautismal románica. Se alza sobre tumbas altomedievales. Hay que destacar también la ermita de Nuestra Señora de la Guía, levantada entre los siglos XV y XVIII en pleno Prado Mayor.

Sin embargo, el patrimonio más interesante de Quintanar de la Sierra, además de su
privilegiado entorno natural, es el conjunto de necrópolis y eremitorios altomedievales que se
conservan en sus proximidades. A tres kilómetros del pueblo, en pleno pinar, se hallan la necrópolis de Cuyacabras, y muy cerca de la misma, se puede visitar el eremitorio de Cueva Andrés.
No muy lejos de Cuyacabras se encuentra la llamada “Peña el Vaso”, en la que se puede
contemplar cómo la erosión combinada del agua, el hielo y el viento ha ido dando a las piedras
originales formas, convirtiendo a este lugar en un mágico enclave natural.

Fuente: turismoburgos.org

viernes, 12 de diciembre de 2008

-Pradoluengo



Pradoluengo se asienta en un estrecho y frondoso valle en la vertiente norte de la Sierra de la Demanda, entre elevadas pendientes que se abren a medida que se extienden hacia el norte. Su término municipal ocupa una extensión de 20,88 km2 y tiene una altitud media de 960 metros sobre el nivel del mar.
Estas tierras estuvieron pobladas desde antiguo, según los historiadores. Más tarde fueron repobladas por tribus de origen vascuence entre los siglos VIII y X, período del que provienen los abundantes topónimos en esta lengua que existen en la zona. Después fue mayorazgo de los condestables de Castilla. En el siglo XVIII se constituyó como villa, por decreto de Felipe V. En el XIX vivió momentos de máximo esplendor con un importante despegue económico, posibilitado por la industria textil. En el siglo XVI ya se aprovechaba el río Oropesa para poner en funcionamiento las ruedas, batanes y otros mecanismos de fabricación de paños, boinas, etc. Resulta significativo que la parte más antigua de la villa esté en la zona más sombría, pues se dejó la vertiente soleada para el secado de la lana y paños, en las llamadas ramblas, estructuras de hierro en las que se colgaban las telas.

Su trazado urbano adopta la forma alargada del valle, con calles principales de dirección longitudinal y secundarias transversales, con fuerte pendiente. En la parte más antigua se conservan las mejores muestras de arquitectura tradicional, con influencias roncalesas, montañesas y vascas. Del conjunto urbano destaca la calle del Arzobispo, donde se ubican varios palacetes de estilo indiano y casonas que datan de los siglos XIX y principios del XX. La iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora fue erigida a principios del siglo XIX sobre una anterior de estilo gótico de la que quedan escasos vestigios. Se conservan en ella varios retablos de antigua factura, así como los seis pasos procesionales de Semana Santa.

La ermita de San Roque data del siglo XVIII y fue reformada un siglo más tarde. Situada en el caso urbano, guarda la imagen del Patrono, que sale en procesión cada 16 de agosto cubierto de uvas y panes. La ermita de San Bartolomé, también obra del siglo XIX, se encuentra a las afueras de la villa. Los edificios de carácter civil de Pradoluengo más destacados son su Ayuntamiento, que ha vivido sucesivas remodelaciones -la última obra en la fachada, de formas neoclásicas, se produjo a principios del siglo XX-, las antiguas escuelas, hoy convertidas en el albergue y aulas de la Naturaleza "Adolfo Espinosa", la residencia de ancianos San Dionisio, la plaza de toros y el kiosco, entre otras edificaciones de interés. Actualmente, el Ayuntamiento trabaja en la recuperación del viejo teatro para usos culturales.

Asimismo, la villa cuenta con un magnífico entorno natural, en el que sobresale “El Nacedero” del río Oropesa. El lugar se esconde en la Sierra de San Antonio, bajo la cumbre del Remendia, y se halla rodeado de extensos hayedos.

Fuente: turismoburgos.org

martes, 9 de diciembre de 2008

-Belorado


Muy cerca del nacimiento del río Tirón, en la vertiente septentrional de la Sierra de la
Demanda, se halla la villa de Belorado, cabecera comarcal de la “Riojilla”, que así se denomina a este territorio situado a caballo entre las provincias de Burgos y la Rioja. Su situación geográfica posibilitó el contacto entre dos zonas de economía diferenciada, el norte agrícola y el sur ganadero y forestal. Pronto, este pueblo se convirtió en enclave fundamental dentro de la red de comunicaciones.
Dominando la localidad, sobre un promontorio, se encuentran las ruinas de lo que fue el primitivo castillo, construido para controlar el paso del Valle del Ebro a la meseta. A sus pies se fue trasladando la población hasta conformar lo que es el actual núcleo urbano de Belorado.

El origen de Belorado es Celta, probablemente autrigón, como demuestra la arqueología y epigrafia (estelas, teselas hospitales, monedas), aunque se configura como villa en la Edad Media siendo frontera entre Castilla y Navarra. Era el paso natural del Valle del Ebro a la Meseta y para controlarlo se construyó, a comienzos de la Reconquista, el Castillo sobre un cerro a cuyo pie se transladó la población que tuvo su origen al otro lado del río en época romana. Las calles del casco antiguo, estrechas y tortuosas, con típicos pasadizos denotan la numerosa población que habitó dentro de sus murallas.

Fue plaza fuerte del Cid, como dote de Fernando (primer rey castellano), al casarse con Jimena. Hoy del castillo apenas queda un murallón terroso desde el que se divisa una bella panorámica.El apogeo económico de Belorado fue temprano como cruce de caminos entre el valle agrícola y la sierra ganadera, entre reinos distintos que favorecían a la villa para atraerla. En el siglo X, el primer conde castellano independiente, como agradecimiento a que en Belorado le libraron de los hierros con que le tenían preso el Rey de Navarra (como dice el poema de Fernán González), concedió a la villa el privilegio de celebrar mercado los lunes costumbre que anima todavía la Plaza Mayor porticada.

En 116, Alfonso I el Batallador (rey navarro-aragonés), le concedió el fuero y entre los privilegios que recoge, le permite celebrar una feria que es la más antigua documentada en la historia de España; para entonces ya era importante la Judería al pie del Castillo cuyo Barrio "El Corro" conserva un aire pintoresco.
Su desarrollo fue en aumento y a principios del siglo XIII, en el reinado de Alfonso VIII, por privilegio real pudo el Concejo de la Villa usar sello que legitimara sus documentos. Su apogeo previció a lo largo del siglo XIII ptenciada especialmente por Alfonso X el Sabio que en sus estancias en la Villa le hizo importantes donaciones.

Pedro l el Cruel agradeció a los moradorees de la villa, su apoyo en la guerra pero tras su muerte la nueva dinastía castigó a la villa que perdió su carácter realengo y especialmente a la judería a quien fue gravando con impuestos y trabajos cada vez más humillantes provocando su diáspora a la decadencia de Belorado.Los Reyes Católicos son su decreto de expulsión acabaron por arruinarla. No obstante quedaron adineradas familias de conversos pues aquí nació Simón Ruiz, banquero de Felipe II.Si los Reyes potenciaron la villa en la Edad Media, en la Edad Moderna, Belorado perteneció al Señorío de los Condestabless de Castilla contando con importantes familias nobiliarias que destacaron en expediciones a América, en las letras (beliforano fue el preceptor de las hijas de Felipe II), y en las ciencias (Hipólito Ruiz dirigío en el siglo XVIII una expedición científica para estudiar la flora americana).

De entre los monumentos beliforanos destacan el Castillo y las iglesias de San Pedro y de Santa María. La de San Pedro se localiza en el centro neurálgico de la población, la plaza mayor porticada, construida en el siglo XVII. El gran presbiterio aparece ocupado por un monumental retablo rococó. Más interesante es la iglesia de Santa María, erigida a los pies del cerro del Castillo, en el siglo XVI. En el interior del templo hay un bello retablo, presidido por las imágenes de Santiago Matamoros y Santiago Peregrino, que data de hacia 1570. Detrás de la iglesia hay un escarpe del terreno en el que se abren algunas cuevas que, según la tradición, sirvieron de eremitorio para San Caprasio y sus compañeros.

En el extremo norte de la villa, y arruinada en su práctica totalidad, se halla la iglesia de San Nicolás, de la que sólo se conservan restos de un bello arcosolio renacentista.
De época barroca es la ermita de Nuestra Señora de Belén, que se ubica a la entrada de la villa en pleno Camino de Santiago. Paseando por Belorado se pueden contemplar algunas casas con escudos de gran calidad estética, como la casa de los Salas, en la calle Mayor, y el escudo de Ungo de Velasco, en la plaza principal, ambos del siglo XVIII.
En la actualidad, Belorado es una villa tranquila, muy atractiva para los amantes de la naturaleza, que pueden practicar el senderismo entre bellos parajes de hayedos y robledales, pescar truchas en el Tirón, hacer parapente desde la Muela, etc.

sábado, 6 de diciembre de 2008

-Pineda de la Sierra



En plena Sierra de la Demanda, al pie del monte San Millán y mirando a la Sierra del Mencilla
se emplaza la villa de Pineda de la Sierra, situada a 1.211 metros de altitud.

PINEDA DE LA SIERRA es una Villa milenaria, cuya fundación se atribuye al conde don Sancho, el de los Buenos Fueros, porque, en efecto, don Sancho también concedió a PINEDA una carta foral. Pero esta carta, es precisamente la prueba de que ya preexistía la Villa, y con experiencia de ganaderías, toda vez que no parece congruente conceder libre tránsito por el Condado a 15.000 cabezas de ganado de una Villa nueva cuya capacidad y circunstancias de asentamiento y de explotación se desconocen.
Parece más razonable aceptar el poblamiento de PINEDA durante la primera ola foramontada que subió desde la Bureba por el Valle de Oca, saltó al Arlanzón, fijándose en la Alta Sierra en poblados como Alarcia, Villorobe, Uzquiza, Herramel, Villasur de Herreros y otros. Y esto sucedió a finales del siglo IX. Por eso, PINEDA fue incluida en el alfoz de Oca, cuya cabeza era Villafranca y luego en la Merindad de Montes de Oca.
La Villa destacó pronto por su ganadería y de ahí se derivó el privilegio del conde don Sancho, que ratificarán los reyes de Castilla, en virtud del cual, los vecinos de PINEDA podrán poner en trashumancia una cabaña de 15.000 cabezas de ganado ovino, sin que nadie pudiera impedirlo o que exigieran gabela o tributo por ello.
Que PINEDA no fue fundación de don Sancho lo prueba el documento del Archivo de Cardeña, de 23 de mayo del año 932, cuando comenzaba a gobernar el conde Fernán González, abuelo de don Sancho. En ese pergamino leemos por vez primera el nombre de PINEDA, con ocasión de donar el magnate Asur González al monasterio de Cardeña la Iglesia de San Miguel, señalando que la propiedad de dicha iglesia "lindaba con el camino que viene de PINEDA". Cuando el rey Sancho II determina restaurar la diócesis de Oca en la ciudad de Burgos, comienza a delinear los fundamentos económicos de la misma. Así, en 18 de marzo de 1068, concede al obispo don Simeón determinados derechos de pasto en los montes de Oca y de PINEDA. Concede, incluso, la autorización para construir algunas tenadas para guardar los rebaños del obispado.
En 1136, el emperador Alfonso VII confirma el fuero concedido por el conde don Sanchoy el nombre de la Villa sigue apareciendo constantemente en la documentación medieval. La actividad repobladora o colonizadora no se limitó al casco urbano de Pineda y a su magnífica iglesia románica, obra del siglo XII. Su pórtico es una de las expresiones más acertadas de la función de los mismos, no solamente defendía las cuidadas portadas, eran, además, el lugar preferido para celebrar los concejos abiertos, tras los actos litúrgicos, en los que democráticamente, se trataban los asuntos atañentes a la comunidad vecinal.
Se dice que dentro del actual término municipal hubo otro poblado llamado de SAN MAMÉS. Estaba a 4 kilómetros, al N. NO, sobre el cerro que llaman de San Mamés. Lo cierto es que si hubo, no por mucho tiempo, un convento de frailes franciscanos, de la reforma del célebre fray Lope de Salinas. Las crónicas de la Orden dicen que duró poco "por estar en tierra sumamente fría,áspera y montañosa". La ermita que recordaba el monasterio también ha desaparecido.
PINEDA DE LA SIERRA salió airosa de la crisis napoleónica. Por aquí actuó el famoso Cura Merino y los mozos de la Villa supieron acompañarle en su glorioso empeño. Sin embargo, el siglo XIX traería grandes cambios a la Sierra. Al comenzar la década de los Cuarenta de este siglo, PINEDA mantenía su población en 228 habitantes. Ya se explotaban dos minas de carbón de piedra y la minería era una ilusión de futuro; al tradicional cultivo del centeno y del lino se había unido la patata. Aunque algo disminuidos se mantenían los rebaños de vacuno, de caballar, de ovejas merinas y de churras, así como el esquileo y el lavado de lanas. Se cuidaban los montes de roble y de hayas; dos molinos cantaban sus canciones de molinería; se practicaba la pesca y la caza mayor, incluido el lobo.
La iglesia románica de San Esteban adornada con altares barrocos, se cuidaba como la joya de la Villa y la escuela funcionaba con 60 niños, cuyo maestro recibía 1.500 reales. Se contribuía al Estado con 4.383 reales y el presupuesto municipal ascendía a 6.000.La minería fue la gran ilusión serrana del siglo XIX y parte del XX. Quienes hurgaban en las entrañas de la Sierra descubrían venas de hierro, de cobre, de plomo, de carbón y de otros minerales. PINEDA resultaba una población muy favorecida. Se descubrieron hierro, plomo y galena; en 1863 se explotaban 7 minas de carbón y era famosa la mina de plomo llamada "Carmina".
Cuando se construyó el llamado Ferrocarril Minero, se le hizo pasar por PINEDA en su trayecto entre Villafría y Monterrubio de la Demanda. La ilusión se redujo a competencia entre los capitalistas, a dificultades en la explotación y transportes y a calidades de los productos. Prácticamente, a mediados del siglo XX se había abandonado las minas y el Ferrocarril Minero, tras una fraudulenta quiebra, pasó a ser una raya en los mapas de la época.
Al doblar el siglo XIX, PINEDA registraba la mayor población de su Historia, 472 habitantes que en 1950 eran ya 338. Pero entonces a la Villa le correspondió otra suerte, la del Turismo y el Deporte de la nieve y del Montañismo.
El barrio principal, el de Ondevilla, se sitúa en la margen derecha. En él se localizan los principales edificios. Por un lado, destacan las espléndidas casonas construidas por los ricos señores ganaderos que se establecieron en la villa, núcleo fundamental de la ganadería trashumante de la zona. Son edificios aislados, de gran solidez y sobriedad de formas, tan sólo contrarrestada por el color rojizo intenso de los sillares de arenisca que componen sus muros. Es frecuente que un gran alero proteja la fachada. Por su elegancia, algunas parecen verdaderos palacios. Por otro lado, se pueden observar las típicas casas serranas con sus características chimeneas troncocónicas encestadas. También en este mismo barrio se alza la iglesia de San Esteban, que conserva de su original fábrica románica el ábside, parte de los muros y una preciosa galería porticada. El resto del edificio y la torre responden a una transformación posterior.

Pineda es un buen lugar para disfrutar de la nieve durante el invierno o de los paseos en
cualquier época del año. Un albergue, emplazado a los pies del pico Mencilla, frente a la empinada
pista de ski “Valle del Sol”, es un excelente centro de operaciones. Desde el mismo pueblo, un bello camino asciende entre frondosos bosques de hayas hasta “El Esteralbo”, un merendero con mesas y parrillas desde el que se contempla un vista espectacular del pueblo y del valle del Arlanzón. El camino continúa, ahora en forma de pista transitable por vehículos, hasta el Valle del Sol, desde donde puede emprenderse el empinado ascenso a pie hasta la Concha y el pico Mencilla. En la Sierra del Mencilla se puede disfrutar de uno de los bosques más ricos de toda la provincia de Burgos, integrado por abedules, acebos, robles y hayas, que dan cobijo a una abundante fauna salvaje.

De Pineda parte también una de las rutas para ascender al Pico San Millán, de 2.131 metros
de altitud. El recorrido desde aquí presenta menor dificultad que la ruta desde Santa Cruz del Valle Urbión y está indicado para todo tipo de senderistas.

viernes, 28 de noviembre de 2008

-Atapuerca en París.


Cuando en 1994 se encontraron restos del Homo Antecessor en Gran Dolina se rompió una vieja idea, la de que Europa y el resto de Asia no habían sido colonizados un millón de años atrás. Y es que tras los hallazgos en el nivel llamado TD4 se han vuelto a estudiar un montón de yacimientos antiguos y otros que están apareciendo, también muy antiguos tanto en China como en La India, Java, Dmanisi (Georgia) etc., ante la posibilidad de que existió una especie humana en Europa y Asia mucho más antigua, de en torno a 1,2 millones de años.


Este hecho fue abordado en el congreso Las primeras expansiones humanas en Europa. Factores que las han limitado y favorecido, que comenzó el pasado miércoles en el Museo Nacional de Historia Natural de París y en el que ayer participaron tanto el codirector de las excavaciones en Atapuerca y director del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh), José María Bermúdez de Castro, como las investigadoras María Martinón-Torres, Leyre Prado y Aida Gómez-Robles. Bermúdez de Castro se refirió ayer desde la capital francesa a que al menos un centenar de yacimientos se encuentran en esa situación.


El director del Cenieh explicó que el congreso resultó «muy interesante» y destacó la oportunidad que ha supuesto para ellos entrar en contacto con investigadores de otros países y saludar a muchos expertos que ya conocían. Como curiosidad, el investigador resaltó que le llamó la atención la gran presencia de chinos en el congreso. «Es una prueba de que empieza a haber una mayor comunicación en el área científica y en materia de evolución humana entre China y el mundo occidental», aseguró. Además, comentó que todas las comunicaciones presentadas en el congreso se referían a industria lítica y la única sobre restos humanos fue la de la sierra burgalesa. «Y ha estado muy bien, porque todo el mundo estaba esperando algo diferente», dijo.


En la misma línea, el director del Cenieh destacó la importancia de haber acudido a París y recordó que fue en esta ciudad donde dio sus primeros pasos en la Paleontología fuera de España. Dar a conocer el Cenieh Bermúdez de Castro también aseguró que hubo tiempo para hablar del Cenieh. «Mi trabajo aquí también ha consistido en ponerme en contacto con las personas que tengan interés en ir a Burgos. Y asimismo hemos dado información sobre el Centro a quienes no habían oído hablar de él», agregó.


Los asistentes al Congreso también han tenido la oportunidad de ver la mandíbula de Homo Antecessor de 1,2 millones de antigüedad encontrada en la Sima del Elefante y que mereció la portada de la prestigiosa revista Nature el pasado mes de marzo.


Fuente: diariodeburgos.es

miércoles, 26 de noviembre de 2008

-Reconstrucción completa y en 3D del cráneo del 'Homo antecessor'


Noticia publicada en el blog de Eudald Carbonell.

Esta semana hemos hecho pública la noticia de la reconstrucción completa y en 3D del cráneo de Homo antecessor, con músculos y piel incluidos. Quiero aprovechar este acontecimiento para hablar sobre quién era este homínido y cómo decidimos crear una nueva especie.

Esto ocurrió en el año 1994 y fue un hito para la prehistoria europea. Junto con los otros dos codirectores del Proyecto Atapuerca, José María Bermúdez de Castro (CENIEH – Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana) y Juan Luis Arsuaga (Instituto Carlos III), decidimos establecer una nueva especie en el panorama evolutivo mundial. Por primera vez, un equipo español daba nombre a una especie humana.
Nos pareció muy interesante asignarle el nombre de Homo antecessor, pues antecessor era como los romanos llamaban a los exploradores de las legiones que recorrían los territorios antes de que llegara el grueso de los ejércitos.

Catorce años después del descubrimiento, los fósiles craneales y postcraneales obtenidos en las excavaciones han permitido conocer las características anatómicas de este homínido, que tenía una altura de entre 1,60 – 1,70 m, un cerebro de 1.000 cm cúbicos y que practicaba el canibalismo cultural; desconocía el fuego, pero era un buen constructor de herramientas de piedra y un gran cazador.
A partir de los fragmentos craneales, exactamente de un maxilar y de un frontal, se ha procedido por primera vez a una reconstrucción completa y en 3D que hemos presentado coincidiendo con la Semana de la Ciencia de Cataluña. Ha sido una tarea que han desarrollado Gala Gómez, Carlos Lorenzo, Jordi Espona y Álex Soler, miembros del IPHES (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social).
En esta reconstrucción se pueden apreciar las características modernas del rostro del Homo antecessor junto con rasgos arcaicos, estos últimos palpables en las órbitas de los ojos.


Fuente: Blog de Eudald Carbonell, http://www.elmundo.es/elmundo/blogs/sapiens/

lunes, 10 de noviembre de 2008

-Recreación de la batalla de Gamonal.

Amaneció ayer áspera y fría la mañana burgalesa. Seguro que tanto como la madrugada de aquel 10 de noviembre, día en que la voraz Infantería imperialista penetró en tierras castellanas, concretamente en Gamonal. Pólvora, cañones, tensión... El enemigo está cerca. No piensan esto las angustiadas aunque heroicas tropas españolas, sino los cientos de burgaleses que se dirigieron ayer a Fuente Prior, como si de un correcto desfile militar se tratara, a presenciar uno de los momentos más intensos de la historia capitalina, cuando los hombres del Emperador Napoleón asediaron la ciudad burgalesa en su camino hacia la conquista de Madrid.

Las consecuencias ya se conocen: fallecieron más de 2.000 miembros de la resistencia española y hubo miles de heridos y prisioneros. Hasta aquí la Historia. Como ya ocurriera el sábado por las calles del barrio de Gamonal, ayer se representó de nuevo la batalla, un combate urbano, en la que intervinieron 350 figurantes, entre ellos dos agrupaciones burgalesas. Una, la Asociación Cultural de Amigos del Museo Militar de Burgos y la otra, la Asociación Cultural de San Esteban de Quintana palla. Además, llegaron colectivos de toda España para participar en la conmemoración de la batalla. Extremadura, San Sebastián, Asturias, Zaragoza, Jaén, etc. Fueron multitud los vecinos de estas y otras ciudades los que se acercaron durante el fin de semana para representar las dos contiendas. La ‘auténtica’ lucha se conmemoró esta vez en los parajes de Fuentes Blancas, a orillas del Arlanzón, día siguiente de la escaramuza de Gamonal.

Expresiones de asombro y curiosidad entre la riada de gente que se agolpó a los alrededores de la batalla. Vídeos, flases, fotos con los móviles... nadie quiso perdérselo. Fueron testigos de excepción de un acontecimiento único, el Dos de Mayo burgalés, que quizá pudo cambiar la Historia... Zona G. El conjunto de los Comerciantes de Gamonal Zona G han hecho posible recuperar la historia de la ciudad y organizar los actos del Bicentenario de la Batalla de Gamonal. Decenas de medios de comunicación de toda España se han hecho eco de la esmerada representación y es que solo ayer se dispararon 90 kilos de pólvora entre ambos escuadrones.

Durante dos días, zapadores, guardias imperiales, arcabuceros, piqueros y aguadoras inundaron la ciudad con su espíritu de lucha y superación. Aunque al final, la derrota fue amarga y los efectos nefastos: los templos y la riqueza artística burgalesa sufrió un terrible expolio que dejó prácticamente desnudas a la Cartuja y Las Huelgas. Aquellos desnutridos y harapientos soldados bajo las órdenes del conde de Beldever fueron los verdaderos héroes de la contiendas. La mayoría de las fuerzas que lucharon en Gamonal eran de procedencia campesina, carentes de adiestramiento y armamento. La Guerra de la Independencia se mostró en Burgos como la lucha del pueblo contra el invasor. Por aquellos héroes y por su honor los ciudadanos burgaleses han compartido estos dos días también su histórica derrota.

Fuente>: diariodeburgos.es

jueves, 6 de noviembre de 2008

-Los nuevos restos de muralla sacan a la luz fósiles de seis soldados de 1812.


Los trabajos de adecuación de la calle Las Murallas para dotar a los vecinos de un acceso peatonal a sus casas han sacado a la luz casi 95 nuevos metros de muralla. Los restos están divididos en cuatro tramos diferentes, aunque los dos extremos están interrumpidos por las voladuras llevadas a cabo durante la Guerra de la Independencia. Además, dentro de la construcción se ha descubierto una puerta en la parte más alta de la ladera, que se ha identificado como la Puerta de los Ferros y que sería el acceso a la judería.

La excavación también ha permitido recuperar importantes hallazgos de la Guerra de la Independencia entre los que destacan los fósiles de al menos seis soldados que perecieron al pie de la muralla durante el intento del ejército aliado de asaltar el Castillo, donde se encontraban las tropas de Napoleón. Al parecer la muerte les sorprendió bajo un intenso fuego de artillería pesada y ligera, tal y como lo demuestran las balas de cañón, fragmentos de metralla y balas de fusil encontradas junto a los restos.

Los estudios posteriores han servido para determinar que los soldados tenían unos 22 años y eran ingleses. «Las abotonaduras de sus casacas han puesto de manifiesto que pertenecían al ejército inglés, en concreto al 83º Regimiento de Infantería del Condado de Dublín y al 58º Regimiento de Infantería de Rytlandshire de Inglaterra, que estuvieron combatiendo desde 1810 a 1813 a las órdenes de Wellington», indicó la arqueóloga Ana Isabel Ortega, que ha dirigido las excavaciones junto a Ana Bores.
Uno de los soldados portaba a la espalda una pala de zapador. Los restos se han localizado agrupados y agazapados junto a la muralla.

El sitio y defensa del Castillo de Burgos culminó con la voladura de su estructura por el ejército francés en el momento de su retirada en 1813 destruyendo y asolando el conjunto. La arqueología ha sacado a la luz las evidencias de dicha destrucción, encontrando gran parte de la muralla desaparecida por las voladuras y llegando a identificar incluso las bocaminas en los cimientos de la muralla.

Los trabajos arqueológicos también han servido para descubrir 8.028 restos cerámicos medievales. «Tenemos una colección de producciones mudéjares de las mejores que hay en el país. Hay que restaurarlas y estudiarlas, pero la muestra que tenemos no desmerece a las de otras ciudades como Toledo», añadió Ortega. También se han hallado estucos y baldosas de un suelo que podría ser de una sinagoga o palacio, sí como 885 restos óseos de animales domésticos.
En este sentido, la arqueóloga apuntó la necesidad de mostrar estos hallazgos y otros posteriores que aparezcan a la sociedad a través de un museo sobre el origen de la ciudad.


Fuente: diariodeburgos.es

domingo, 19 de octubre de 2008

-Excavaciones en el Castillo de Tedeja.


El castillo de Tedeja, una de las joyas arqueológicas necesarias para comprender la relevancia histórica del norte burgalés, ha dejado de ser el sueño de unos pocos, para mostrar ya a visitantes y vecinos de Trespaderne la silueta de lo que debió ser un orgulloso baluarte sobre la puerta natural del cañón de La Horadada.

El sueño comenzó allá por el año 1981 cuando Roberto Fernández, presidente de la Asociación Tedeja, impulsora de la recuperación del castillo, dio con los primeros restos en la cima del monte que da entrada al desfiladero de La Horadada desde Trespaderne . Desde entonces se han sucedido varias campañas de excavaciones, la última de las cuales, iniciada el pasado 1 de julio y que proseguirá al menos hasta finales de octubre, ha permitido descubrir un nuevo tramo de muralla rematada por un torreón, el cuarto de los aparecidos desde que comenzó a excavarse en el recinto, que a su vez sirve de cierre al perímetro amurallado por su flanco suroeste, dando vista al cañón y en una zona donde el castillo ya se defiende solo con el corte natural de la montaña.

Pero la presente campaña arqueológica está más orientada a la consolidación y puesta en valor de todo lo aparecido en las intervenciones anteriores que de búsqueda de nuevos restos. Se trata, por decirlo de alguna manera, de dar forma a aquel sueño primero y que los fuertes muros de Tedeja y sus torreones sean visibles desde Trespaderne y el desfiladero de La Horadada.

En el castillo, el objetivo es desenterrar y consolidar el máximo posible del perímetro de la fortaleza, sin excavar en su interior, algo que será objeto de futuras actuaciones. «Lo fundamental es proteger las ruinas, evitar los derrumbes, levantar un plano de todo el recinto, conocer el sistema constructivo y ver las secuencias de ocupación», detalla la arqueóloga. La documentación disponible y las sucesivas investigaciones emprendidas desde que en los años 90 se iniciaron los primeros trabajos, de la mano de Ramón Bohigas e Ignacio Ruiz Vélez, codirectores del yacimiento, atestiguan que el castillo de Tedeja estuvo ocupado desde época Tardorromana (siglos III-IV) hasta la alta y plena Edad Media (siglos X-XIII), cuando tuvo su momento de mayor apogeo.

El tramo de la muralla descubierto este verano, de cuya existencia ya se tenía conocimiento, tiene una anchura de dos metros y está construido con dos muros de piedra y cal y un relleno interno de cascajo. En lo que resta de campaña la idea es seguir abriendo la línea de muralla en dirección al pueblo y el antemuro que tenía el castillo como primera línea de defensa, así como desbrozar la cima de la montaña para que el recinto amurallado sea perfectamente visible desde Trespaderne, al igual que un quinto torreón que apenas se adivina ahora entre escombros de piedra y maleza y que también saldrá a la luz, explica María Negredo, que dirige a un equipo de ocho personas que ejecuta los trabajos. En algunas zonas se han recrecido ligeramente los muros y torres, para perfilar la silueta de la antigua fortaleza, pero siempre delimitando y diferenciado perfectamente con malla y una argamasa distinta las ruinas tal cual estaban de las piedras colocadas a posteriori. El castillo es visitable y al mismo se accede con coche por una pista de tierra desde la estación de Renfe de Trespaderne.


En los restos de la antigua ermita de San Fermín, en pleno casco urbano de la pequeña localidad de Tartalés de Cilla, el hallazgo de mayor interés es una parte de la tapa de un sarcófago de piedra con una inscripción en latín que alude a San Fermín. Los expertos creen que se trata de una lauda recordatoria, que hace referencia al enterramiento original del santo en una roca. Además, en el mismo lugar han aparecido restos humanos que podrían pertenecer a las reliquias de San Fermín.



La ermita se mantuvo en pie hasta 1945 y buena parte de los restos que se conservan pertenecen a esa época, como una nave lateral, una sacristía, los peldaños de acceso al coro y una pequeña puerta en la pared oeste. La portada, que debió tener cierta entidad, se perdió al hacer las calles del pueblo. Además, se cree que la ermita pudo estar asociada al monasterio de San Martín, cuya existencia se remonta al menos hasta el siglo X.Pero tanto esta ermita como el castillo de Tedeja forman parte de la denominada ruta arqueológica Cañón de La Horadada, en la que también se incluyen la iglesia de Santa María de Mijangos, de época visigoda, y el yacimiento de Santa María de los Godos, próxima a la carretera que recorre La Horadada y al monte de Tedeja.

Todo este patrimonio arqueológico hay que contextualizarlo en un periodo a partir de la época tardorromana de efervescencia en estos valles del norte burgalés, con intensos movimientos y asentamientos humanos con una misión de control del territorio y que han dejado bajo el peso de los siglos y los escombros, vestigios notables de monasterios, necrópolis y ermitas, testimonio del poder religioso, político y militar de aquellos remotos tiempos.


Fuente:Teresa Pérez de Muniaín Gustavo Basurto/ Trespaderne


Diariodeburgos.es

miércoles, 15 de octubre de 2008

-Trabajos en la necrópolis de San Felices. Villabáscones de Sotoscueva.


Con palas, carretillas y escobones se afanan en medio de la necrópolis. Bajo ellos, 26 tumbas excavadas en las rocas. Son 28 voluntarios con edades comprendidas entre los 18 y los 60 años que vienen de lugares como Sevilla, Alicante, Valencia o Pontevedra. Trabajan implicados en unas tareas que se enmarcan dentro del programa de la Junta de Castilla y León de voluntariado ambiental en el monumento natural de Ojo Guareña.

Rebeca García, monitora de la Fundación Oxígeno, entidad coordinadora de las actividades, explica cómo es el día a día. «Como son tantos, los dividimos en dos grupos. Por turnos, unos vienen a la necrópolis y otros se dedican a hacer encuestas etnográficas a la población de la zona y a los visitantes, o a restaurar elementos tradicionales, como un potro en Cornejo o los pupitres de la escuela», cuenta. A todo esto se le añaden también las labores de conservación ambiental «mientras reciben charlas formativas».

Junto a todos ellos se encuentra Mª José Morales, de Aratikos Arqueólogos. «Se supone por los restos que hay y por la tradición oral que aún conserva la gente de la zona que aquí había un pueblo y lo que vemos ahora es la necrópolis que, generalmente, es lo que mejor se conserva». Además, añade que en lo que ahora también están centrados es en descubrir restos de la iglesia que «creemos que se ubicaba al lado». Cuando llegue el siguiente turno de voluntarios sondearán la zona del poblado situada a trescientos metros.Morales puntualiza que, «a pesar de que no salen muchos restos materiales para datar en condiciones, se piensa que el poblado es del siglo X. Así lo atestigua la cerámica que descubrimos en junio».

La arqueóloga hace hincapié en cuáles son los objetivos principales de estos voluntariados. «Se pretende ver cuánto da de sí el yacimiento, qué interés puede tener para recuperarlo y revalorizarlo y conseguir tener un reclamo cultural en la zona, incluirlo dentro de las rutas de senderismo y que se pueda visitar. Incluso de esta forma se crearía la necesidad de puestos de trabajo para mantener todo esto».TumbasLas tumbas son perfectamente visibles y es realmente llamativo el buen estado en el que se conservan. El hueco de la cabeza está claramente marcado; se ensancha a la altura de los hombros para, progresivamente, ir estrechándose hasta los pies. 24 son de adultos y dos infantiles.

Precisamente una de las pequeñas ha sido el recién hallazgo de Deganta, Carlos y Noemí. Estos jóvenes de León, Huelva y Palencia respectivamente, muestran orgullosos a su Decano. «Cuando haces un descubrimiento se suele bautizar con un nombre que diga algo de ti para darle un toque personal, así que nosotros hemos escogido Decano por ser la unión de las primeras sílabas de cada uno de nosotros», cuenta Noemí.Ella es monitora de tiempo libre, le gusta todo lo que tenga que ver con el medio ambiente y quiere seguir formándose en este sentido. Su colega Carlos, a pesar de haber realizado más voluntariados de este tipo, también se muestra encantado con la experiencia de estos días. Por su parte, Deganta revela su atracción por la naturaleza y el senderismo.

Ellos y el resto de sus compañeros se apuntaron a estas jornadas claramente con el objetivo de contribuir a descubrir la parte de la Historia que queda bajo tierra para que, en algún momento, pueda conocerse por todos los que se quieran acercar hasta allí y para luchar por la protección medioambiental.El programa pretende crear nuevas fórmulas de participación en acciones que contribuyan al conocimiento, disfrute y puesta en valor del patrimonio natural, generando vínculos emocionales y posibilitando actitudes y comportamientos proambientales.El programa de este año no sólo incluye a Ojo Guareña entre sus proyectos. Así, las provincias de Ávila, León, Palencia, Salamanca y Zamora también se han visto involucradas en estas acciones. Los chicos que llegan la próxima a Villabáscones continuarán con una labor que, con su dedicación, quedará para la posteridad.
Fuente: Estíbaliz López
Diariodeburgos.es

domingo, 12 de octubre de 2008

-Iberia, ¿cuna de la humanidad?.


Y si la cuna de la humanidad, de la primera civilización, hubiese surgido en Iberia? ¿Y si antes de los egipcios, fenicios, mayas, incas, griegos, hebreos o romanos hubiese existido otra cultura primigenia -de la que luego brotaron las otras- radicada aquí, en Hispania, y más concretamente en su vertiente septentrional? ¿Y si los íberos -cuya historia se exhibe estos días en la plaza de España gracias a una muestra organizada por la Caixa- fueran los herederos directos, los depositarios de esa civilización fundacional? Esta es la teoría que sostiene desde hace 25 años, contra viento y marea, con controversias y polémicas, el filólogo e historiador Jorge María Ribero-Meneses (Valladolid, 1945): que Iberia, lejos de ser el lugar en el que a lo largo de los siglos otras civilizaciones fueron depositando su legado, fue «el crisol de todas ellas al tiempo que la matriz incontrovertible de la civilización».

Ribero-Meneses es autor de un centenar de libros, la mayoría de los cuales están dedicados a avalar esta teoría. El investigador está a punto de dar un paso más allá: en su próxima obra, que verá la luz en breve, revelará -asegura- «el punto exacto de la costa cantábrica en el que las ya casi míticas Islas Atlantes yacen sumergidas». No en vano, la tesis de Ribero-Meneses hay que entenderla desde esa todavía no encontrada civilización, convertida ya en una leyenda del mundo antiguo, y de la que se ha llegado a sospechar de su existencia real.

Ribero-Meneses establece el marco geográfico de esa primera humanidad civilizada muy concretamente: entre los Picos de Europa, en Asturias, y el Cabo Machichaco, en Vizcaya, incluyendo, claro, Cantabria y el norte de la provincia de Burgos. «En unas islas existentes en ese tramo de costa hasta el desenlace de la última glaciación, hace en torno a 12.000 años, floreció la primera civilización del planeta, recordada en multitud de remotos testimonios históricos entre los que, por pura ignorancia, el único conocido y citado es el aportado por Platón en sus Diálogos y en el que conoce a ese ‘Primer Mundo’ como Atlantis o Atlántida, cuando sus nombres más extendidos y genuinos fueron Eskitia y Hesperia, nombre helénico este último de la Península (H)ibérica (según el historiador, en su genuina ortografía que él mantiene se escribía con H)».

El autor de Los orígenes ibéricos de la Humanidad o La España olvidada indica que esa misma cultura madre de la humanidad «fue aquella que también respondió al nombre de Tartessos «extrapolado como el de la Atlántida al Sur de España por mor de la colosal ignorancia geográfica de los historiadores clásicos y de su empeño por cohonestar las más viejas noticias históricas con el mundo mediterráneo que les era relativamente conocido. De ahí nació el dislate de denominar Atlas a la cordillera norteafricana, que jamás había respondido a tal nombre, o de confundir a las Islas Canarias con las Islas Afortunadas, que era el propio archipiélago de la Atlántida, o el de ubicar las Columnas de Hércules en el Estrecho de Gibraltar cuando ya autores de la talla de Herodoto o Aristóteles habían dejado escrito que se alzaban en algún lugar del Norte de España».vestigios.

Jorge María Ribero-Meneses apunta que el vestigio más evidente que se conserva de aquella primera civilización de la historia es el arte rupestre. «Que es lo único que ha sobrevivido, merced a que su carácter subterráneo y oculto le ha salvado de la permanente labor de destrucción a la que el Patrimonio Arqueológico se ha visto y sigue viéndose abocado en España, víctima unas veces de gentes llegadas de fuera y, siempre, de la insaciable ansia depredadora de los naturales del país. Que lo diga, si no, la propia Cueva de Atapuerca, expoliada durante siglos».

En este sentido, considera que es «tanto por su profusión como por la cima artística alcanzada la prueba viva y tangible» de que esa primigenia civilización floreció a orillas del Cantábrico. Que «fueron los Hesperios-Atlantes-Tartesios quienes pintaron Altamira, El Pindal, La Garma, El Pendo, Santimamiñe, Ekain, Candamo o Tito Bustillo o modelaron el prodigioso complejo troglodítico del Monte Castillo de Puente Viesgo. El cataclismo que puso fin a aquella Civilización hace entre 10 y 12.000 años arruinó para siempre aquel fecundísimo y pujante ‘Mundo Primigenio’, desplazándose sus supervivientes en todas direcciones, América incluida, en busca de zonas más protegidas y seguras.

Y es justo a partir de ese momento en que comienzan a despuntar los primeros indicios de civilización en Egipto, Babilonia, Persia, Grecia o en el propio Levante (h)ibérico, preñado de pinturas rupestres que tienen esa edad y que son una verdadera caricatura, como las de Egipto, el norte de África y otros lugares, de las creadas por los pueblos cantábricos antes de la consunción de su mundo». Cuando en 1984 el historiador la hizo pública, la teoría fue muy criticada en el ámbito científico. No le importó entonces ni ahora: «Decidí consagrar el resto de mi vida a reconstruir la verdadera historia de nuestros orígenes, dispuesto a enfrentarme a todos los científicos del planeta si ello fuera necesario. Como en efecto lo ha sido, cabiéndome el orgullo de haber rebatido y rectificado desde entonces a infinidad de ellos, sin que hasta la fecha haya habido nadie capaz de desmontar o desautorizar ni una sola de mis tesis. Cosa que sí he hecho yo mismo, por el contrario, al no cesar de evolucionar y, por ende de pulir, matizar y consolidar mis tesis a lo largo de los ya casi 25 años transcurridos.

Así, tras unos primeros años en los que no se produjo ni una sola confirmación científica ajena a su revolucionaria revisión de los orígenes de la humanidad, «a partir del año 1991 comenzó a producirse un goteo de corroboraciones que no ha cesado de incrementarse desde entonces y que, sobre todo a partir de 1999 adquirió ya el carácter de lluvia torrencial. Y es que, alertada la comunidad científica internacional de la excepcional importancia de la ‘Prehistoria (h)ibérica’, han sido numerosos los investigadores de todo el mundo que no sólo han empezado a tenerla muy en cuenta en sus estudios, sino que han llegado incluso a intuir que la tan buscada cuna de la humanidad africana, estuvo ubicada en realidad en España». A este respecto, asegura que Atapuerca ha sido uno de sus apoyos más fuertes, toda vez que en sus yacimientos han sido hallados los restos humanos más antiguos de Europa, lo que ha hecho replantearse el origen continental del primer humano. No en vano, en el II Seminario Internacional de Paleocología humana de la Cátedra Atapuerca celebrado en 2007 los científicos apuntaron la idea de que el origen de la especie Homo es euroasiática, y no africana, como habían creído siempre.

Aunque sigue siendo una teoría controvertida, el historiador vallisoletano se muestra esperanzado de cara al futuro. «Lo importante era dar el primer paso, así como alertar a todos respecto a la posibilidad, jamás contemplada, de que (H)iberia hubiese engendrado a los primeros seres humanos. Todo lo demás irá viniendo por añadidura porque, como suelo decir, una vez que alguien ha puesto al descubierto una verdad y ha conseguido desarrollarla y que trascienda públicamente, ya no existe fuerza en el mundo capaz de enterrarla y de frenar el impacto que ese descubrimiento produce en un sector, el más lúcido, de la sociedad. Máxime en una época como la presente, en la que el conocimiento y la información viajan de un extremo a otro del globo con celeridad y facilidad inusitadas.


Fuente:R. Pérez Barredo Burgos

diariodeburgos.es

miércoles, 8 de octubre de 2008

-Un soldado de Napoleón en la Demanda.


Las historias sobre la Guerra de la Independencia, se centran por lo general en los aspectos bélicos y políticos, dejando a veces de lado la historia de las mentalidades y de la vida cotidiana, las condiciones del durísimo día a día de aquellos años y las vertientes de la microhistoria. No debemos olvidar que su calificación, de la Independencia, es una construcción conceptual posterior, que en cierta forma ensalza la heroicidad de los españoles, pero que oculta realidades mucho más prosaicas y llenas de dificultades, que no quedaron grabadas en el bronce de los anales gloriosos de la exaltación patriótica. Porque, en una guerra cruel, y esta lo fue en grado sumo, hubo momentos para el heroísmo, pero también para la ignominia.


La historia de Mihi Adavite, nos habla de la ambivalencia de la condición humana. Por un lado, la reacción precavida y humanitaria de un pueblo de la Sierra de la Demanda, frente a la llegada a sus tierras de un soldado napoleónico herido. Por otro, la falta de compasión, la impiedad, que en algunas ocasiones, fue característica de los guerrilleros españoles.

En general, los habitantes de las zonas rurales no vieron con buenos ojos la ocupación francesa, sino que se enfrentaron a las graves injusticias y desmanes cometidos por los invasores, casi desde el inicio de su llegada a la Península. Entre otros agravios, las necesidades de abastecimiento del ejército del rey José, provocaron que las peticiones de dinero o vituallas a los pueblos fuesen constantes, aunque, coyunturalmente, las autoridades desobedeciesen las ordenes de pago, haciendo pedazos las cartas recibidas. Fue el caso de algunas villas serranas del entonces Corregimiento de Logroño, como Anguta, Eterna, Pradoluengo o Valgañón.


En ocasiones, los paisanos apoyaban a los brigantes o guerrilleros, e incluso dieron muerte a soldados franceses, por lo que sus concejos eran multados. En otras, la compasión les conducía a ejercer un comportamiento benevolente. Así ocurrió a finales de septiembre de 1809, cuando un soldado herido del ejército francés, fue recogido y atendido en el hospital de Valgañón. ¿Fue el miedo a la reacción francesa, o el sentido humanitario lo que llevó a estos serranos a tratar caritativamente al soldado? No lo sabemos. Sí conocemos, gracias a la diligencia de su alcalde y su escribano, como sucedieron los hechos.


El soldado de nuestra historia apareció en el término conocido como Chalarrea, y según descripción de los testigos, «bastante estropeado y aún herido sin poder articular expresión alguna». Ante el hallazgo, y lejos de proceder a rematarlo, el alcalde ordenó su traslado en una silla de manos a una «cama esmerada», situada en el hospital de la villa. Con su actitud, el regidor eximía a la pequeña comunidad de un posible delito, procurando «el cuidado que exige la humanidad y deberes de alcalde». Según el escribano, el hombre fue encontrado «vestido a estilo de Francia y sus Militares (...) tirado en el suelo sin gorra, sombrero ni arma alguna».


Ese mismo día, fue examinado por el médico Félix Fernández Salomón -quizás un judeoconverso, como parece indicar su segundo apellido- y el cirujano Ángel Guerrero, quienes aseguraron que se hallaba «con calentura» y con dos llagas provocadas por arma punzante, «pero nunca de suyo peligrosas». El soldado explicó, en su mal castellano, que hacía seis días que vivía, «abandonado al hambre, intemperie e incomodidad». Los galenos dictaminaron que para su alivio se debía alimentar y cuidar con esmero al enfermo, instrucciones que fueron atendidas escrupulosamente.de vitoria a burgos.


Al día siguiente, el escribano transcribió fonéticamente el nombre de nuestro protagonista, quien dijo llamarse Mihi Adavite, y que declaró contar con 40 años, además de ser «de nación alemán, Provincia de Hungría». Al preguntarle su procedencia, el herido aseguró que había desertado en el camino de Vitoria a Burgos, en compañía de tres mercenarios. Tras abandonar las filas napoleónicas, los cuatro desertores fueron sorprendidos por brigantes a caballo, quienes los desarmaron y obligaron a emprender la marcha a pie. A dos leguas de Valgañón, los compañeros de Mihi fueron asesinados a bayonetazos. Él, tras hacerse el muerto, deambuló por el monte, hasta que, «los buenos vecinos de este pueblo, por mando del alcalde, le han conducido al sitio que se halla bien cuidado».


Un mes más tarde de su traslado al hospital, Mihi Adavite fue nuevamente reconocido por los cirujanos de Valgañón y Ezcaray, quienes, al supervisar uno de sus traumatismos, vieron que su estado se había agravado, «por ser herida penetrante en el vientre, que según los diagnósticos de los materiales que excretaba y expulsa, por su fetidez y olor excrementicio, se deduce la ofensa de alguno de los intestinos». Los cirujanos determinaron que su situación era «peligrosísima», y recomendaron mayores cuidados y remedios.llega el Marquesito. La historia de Mihi, bien podría ser la historia con final feliz de un gesto humanitario, a no ser por la crueldad de la guerra, por la ira y la sinrazón de todas las guerras. Una impiedad intemporal que magistralmente plasmó Goya en su serie pictórica de los Desastres.


En los últimos días de 1809, su suerte cambió con la incertidumbre acechante de un juego macabro. Como una ruleta rusa, el azar de la guerra, la fatalidad de la vida, cambiaron la extraordinaria suerte que le sonrió tras haber sobrevivido al ataque de los brigantes. El 18 de diciembre, dos meses después de su hallazgo, doscientos hombres armados de la División de Juan Díaz Porlier, El Marquesito, aparecieron en el hospital. Es inimaginable la angustia que tuvo que soportar un hombre indefenso, sólo ante un grupo de guerrilleros, quizás sediento de incumplidas venganzas y armados hasta los dientes.


Es indefinible la impotencia ante la imposibilidad de escapatoria, frustrante la desesperación ante la incapacidad de su invalidez. El episodio fue descrito así por el escribano: «sacándole de la cama de la que irremisiblemente estaba condenado, le constituyeron en un caballo conduciéndole por detrás de la casa hospital con ánimo deliberado de quitarle la vida».Por su parte, la actitud de los vecinos de Valgañón, a pesar de su inferioridad, fue la del enfrentamiento ante un comportamiento que consideraron injusto. Incluso, consiguieron devolver al herido a su cama, donde permaneció durante la tarde. Sin embargo, pasadas unas horas, «habiendo concurrido mayor y fuerte fuerza, le sacaron por segunda vez y condujeron hacia Pradilla, distante de esta una legua, en cuyo pueblo estaba la División de dicho Comandante (Porlier) en número de 2.500 hombres armados».


A partir de aquí, los vecinos de Valgañón ignoraron el destino dado al enfermo, aunque no es difícil imaginar lo que sucedió. La documentación nos hurta los detalles, quizá macabros, seguramente crueles, del trato que tuvo que soportar hasta su final. Eso sí, quizás como medida de precaución ante las posibles represalias de las autoridades francesas, los serranos quisieron que todos los sucesos constasen por escrito, recordando, «el hecho de la violenta expulsión del paciente».Mihi Adavite murió en Pradilla, una aldea hoy abandonada de la Sierra de la Demanda, muy lejos de su tierra alemana. Como su historia, miles de historias anónimas de aquellos hombres y mujeres que sufrieron y murieron en la guerra, nos reflejan algo muy distinto al honor y la gloria: la saña de la sinrazón y la impiedad inhumana de todas las guerras.
Fuente: Juan José Martín Pradoluengo provincia@diariodeburgos.es

lunes, 29 de septiembre de 2008

-Antigua Abadía de Foncea.



Enclavada en mitad del centenario robledal del monte de las ‘Majadillas’ del alfoz de Arlanzón, en plena sierra de la Demanda, se erigió, desde el año 980 al 1709 el convento de Foncea, habitado por seis sacerdotes seculares y un abad.


La abadía de Foncea era un estamento intermedio entre el Obispado y la Diócesis para la administración Diocesana. Estaba dirigido por un abad, un personaje importante que normalmente era el deán de la Catedral de Burgos, y tenía una jurisdicción muy amplia para ayudar al Obispo, en lo espiritual y lo material: «dominaba hasta Pradoluengo, Belorado, los Juarros y una parte cercana a Burgos», subraya Agustín Lázaro, Canónigo fabriquero de la Catedral de Burgos y natural de Arlanzón. Tanto la Abadía como el pueblo nacen juntos, en el siglo X, y tan importante fue este templo que el título de abad lo ostentaron algunos Papas: «Clemente VII y Gregorio XII, tienen el título de abades de Foncea y precisamente en el vestuario de Canónigos de la Catedral de Burgos se conserva el cuadro de Clemente VII como abad de este lugar», asegura Lázaro.

En los documentos más antiguos aparece el nombre de Foncea derivado de ‘Adaluceia’, ‘Adaluceta’, ‘Arlucea’, ‘Franlucea’ y ‘Foncea’. Se trata de un fonema de origen íbero. En el convento se veneraba al patrón San Miguel Arcángel y a la virgen de Santa María: «Aquí se recupera una historia de siglos muy unida a nuestro pueblo», afirma Ramón del Hoyo, obispo de Cuenca y natural de la localidad. Especial y místico es el enclave donde se erigió el templo, encrucijada de caminos, paso obligado de la calzada romana que unía Lara con Villafranca Montes de Oca -‘Auca’- y Briviesca -’Virovesca’-.

Se trata también de una vía paralela al primitivo Camino de Santiago, el que llegaba a Burgos por la carretera de Logroño, por el barrio de Capiscol, en lugar de por la calle Vitoria y la Real y Antigua: «Hay documentación abundante de los Reyes que pasan por este camino yendo a Logroño o Pamplona y pasando siempre por Arlanzón», asegura el fabriquero de la seo.

Lo cierto es que no se sabe por qué se ubicaron en este lugar, probablemente escondiéndose de todas las razas de los árabes porque en Arlanzón seguramente hubo una pequeña colonia judía al ser una localidad con su importancia comercial dentro del Camino de Santiago: «Sabemos que hay nombres de origen francés y otros de origen judío que viven en el pueblo, incluso hay una casa que por las trazas, podría ser la sinagoga», aventura Lázaro.

Desde Arlanzón para arriba todo es territorio de minas y de pozos. Había cobre, plata y otros minerales. Los romanos, al construir sus vías, se encontraron con una mina de plata y la explotaron. En el siglo XII, Alfonso VIII dona la mina al Cabildo para que extraigan toda la plata que puedan en favor de la Catedral. Toda la zona está plagada de pequeñas ermitas: San Mamés, San Andrés, La Magdalena...
Fuente: Diariodeburgos

martes, 9 de septiembre de 2008

-El Ciprés de Silos.


El Ciprés de Santo Domingo de Silos, con una edad de 120 años y más de 28 metros de altura, es uno de los cipreses más grandes de todo el territorio nacional. Debido a su situación dentro del
claustro del Monasterio de Silos es considerado un referente espiritual así como inspirador de poetas, músicos y pintores. Ha sido galardonado en la primera edición del premio Árbol y Bosque del Año 2007, en la categoría de Árbol Histórico.


Fue plantado por los monjes restauradores franceses del cenobio en 1882, cuando ajardinaron el claustro, así que tiene ahora unos 125 años. Inicialmente se plantaron cuatro ejemplares, uno en cada esquina, pero tan sólo ha sobrevivido uno de ellos, el situado en la zona con más luz. En la actualidad mide 28 metros, así que podrá llegar con facilidad a los 35 metros.


La mayor gloria le vino al ciprés del inefable y atildado soneto que en 1924 le dedicó, in situ, Gerardo Diego. Pero no fue don Gerardo, tan cristalino y cortés, el primero ni el único en prendarse del ciprés de Silos. En la nómina de poetas que han pasado por el monasterio y le han dejado al árbol sus requiebros figuran nombres tan sonados como Miguel de Unamuno, Rafael Alberti, Manuel Machado, fray Justo Pérez de Urbel, José G. Nieto, Bonifacio Zamora, Francisco Garfías, Ricardo G. Villoslada, José María Alfaro y otros muchos.


"Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos."
Gerardo Diego.

lunes, 25 de agosto de 2008

-Hallados esqueletos de la guerra de la independencia y restos de muralla medieval.

Las excavaciones arqueológicas realizadas en la calle de Las Murallas, en la capital burgalesa, han dejado al descubierto una parte de la vieja muralla medieval de la ciudad, restos de cerámica de origen judío, así como esqueletos y artillería de la Guerra de la Independencia (1808-1812)
Las excavaciones, visitadas hoy por el alcalde en funciones, Javier Lacalle, son previas al acometimiento de obras unas obras de peatonalización y preceptivas por tratarse de una zona del centro histórico de especial protección. "Se han encontrado restos muy importantes que permiten conocer un poco más de nosotros mismos", consideró Lacalle.

Se trata de una zona delimitada por el Plan Especial del Centro Histórico como de "especial protección arqueológica", lo que llevó a redactar el proyecto de intervención, con una inversión de 400.000 euros. Este espacio era conocido como "Villaviejas", núcleo original del Burgos altomedieval donde confluyeron las comunidades cristiana, islámica y judía, aunque está última fue la que tuvo en esta zona una mayor presencia. Se han recuperado diversos fragmentos de "hanuquillas", cerámicas relacionadas con la fiesta hebrea del Hanuka, así como restos de yeserías artísticamente trabajadas. "Se cree que en este lugar estaba ubicada la famosa judería de la ciudad de Burgos", precisó Lacalle.

En la zona media de la calle también ha salido a la luz un lienzo de 95 metros lineales de muralla, y se han desenterrado tres pequeños cubos semicirculares. Ha aparecido además una puerta en el punto más elevado de la muralla que podría tratarse de un acceso vinculado a la judería. También se han encontrado restos vinculados a la Guerra de la Independencia, ya que entre 1808 y 1812 la fortificación de Burgos tuvo un gran interés militar para las tropas napoleónicas. Se han desenterrado esqueletos de soldados sorprendidos por el fuego francés a pie de muralla y se han hallado restos de balas de cañón, algunas sin explosionar, y abundantes restos de artillería. Los cadáveres de estos soldados encontrados, según denuncias de los vecinos recogidas en las actas municipales, no fueron en su momento retirados del frente, quedando expuestos a la intemperie y siendo desmembrados por perros y otras alimañas, tal y como se ha evidenciado durante la intervención arqueológica. "Este fue el lugar protagonista, la zona cero, de los ataques de reconquista del general Wellington y del general Castaños hacia la fortaleza del Castillo cuando en este lugar se atrincheró el Ejército francés", señaló el alcalde en funciones.

Según Javier Lacalle, el Ayuntamiento recibirá en unos dos meses la memoria arqueológica de las excavaciones y decidirá el destino de los hallazgos.

Fuente: Diario de Burgos

martes, 12 de agosto de 2008

-Museo del Retablo.


La iglesia de San Esteban alberga el único Museo del Retablo de España. Recopila también orfebrería, escultura, pintura, además de retablos de los siglos xvi al xviii, procedentes de diversas localidades de las comarcas del Valle de Sedano, los altos y la Bureba. Una brillante idea concebida, estudiada y finalmente gestada por don Agustín Lázaro, capellán también del maravilloso Real Monasterio de "Las Huelgas".

Son muchas las iglesias que en la provincia de Burgos sufren un grave deterioro de su artístico patrimonio religioso y el riesgo de expolio por falta de seguridad y protección. Y es aquí donde interviene el Museo para cumplir su finalidad de retirar los valiosos retablos de estas iglesias abandonadas, proceder a su restauración en los talleres montados en un anexo de la propia iglesia de San Esteban. Restauración cuyo coste supera a veces los cien millones de pesetas de las antiguas pesetas, para finalmente exponerlos en este Museo a la admiración de los visitantes; pero con la condición de que serán devueltos a la iglesia de procedencia si alguna vez vuelve a disponer de cura residente. Pero quede claro que el elevado importe de las restauraciones corre por cuenta de la obra cultural de las Cajas de Ahorro y entidades bancarias burgalesas, abiertas a colaborar en la conservación del patrimonio religioso de su región, porque supone la mejor inversión publicitaria.

Pero es que, además de esta finalidad puramente artística de conservación del legado religioso, la actividad del Museo que en la actualidad expone preciosos retablos de los siglos XVI, XVII Y XVIII, conlleva otras de carácter social y pastoral dignas de tener en cuenta. Social, porque la mano de obra la ponen más de cien estudiantes de Artes y Oficios que no perciben sueldo, bajo la dirección general de un sacerdote titulado en la más prestigiosa escuela de Arte de Madrid; pero cuentan con sus estudios de carrera, alojamiento y manutención pagados, además de la prestigiosa acreditación en sus currículos de haber formado parte del equipo de restauradores de este Museo del Retablo. Hacen cola los aspirantes. Y pastoral por las interesantes charlas catequéticas que se dan a los grupos de visitantes, para mostrar cómo la historia que revela la Biblia fue puesta en imágenes por el hombre mediante el arte en sus diferentes épocas. Otra forma de evangelizar también ideada por el propio don Agustín Lázaro, en la que colaboran también laicos por él preparados.

Muestra de orfebrería importante por su valor artístico. Son obras dedicadas al Sacrificio de Cristo: sacrificio de la Cruz, sacrificio banquete de la Eucaristía y veneración y culto eucarístico.

CRUCES: Siglos X al XVIII. Entre ellas sobresalen la de Villorobe, visigodo mozárabe del siglo X, y la Cruz de plata dorada de Santa María la Real de Gamonal Burgos, siglo XV.

VASOS SAGRADOS en los que se realiza la Eucaristía. Siglos XV al XVIII. Los más notables son el de Arroyo de Muñó, estilo gótico, siglo XV; y el de San Pedro y San Felices de Burgos, de plata dorada, renacentista, siglo XVI.

CUSTODIAS para el culto eucarístico, siglos XV al XVIII. Destacan la de San Pedro y San Felices, de Burgos, de estilo gótico del siglo XV, y la de Valpuesta, de estilo renacentista, del siglo XVI.

PINTURA : La Última Cena, del siglo XV, de escuela castellano flamenca, y un tríptico flamenco del Calvario, del siglo XVI.

EL RETABLO: En la nave central, se traza en los diversos retablos la línea simbólica del camino martirial del cristiano hasta llegar al Protomártir San Esteban y al Mártir de los mártires Cristo. En las naves laterales, encabezadas por los ocho retablos dedicados a Cristo y a la Inmaculada, se desarrolla el misterio de Cristo y María en el que se apoya y fundamenta el testimonio martirial.

DISTRIBUCION DE LOS RETABLOS:
Nave central:

1 San Esteban, siglo XVIII. Iglesia de San Esteban.
2 San Juan Bautista, siglo XVI. Carrias.
3 Santa Catalina, siglo XVI.Carrias.
4 Santa Eulalia de Mérida, siglo XVI. Tañabueyes.
5 Santa Eulalia de Mérida, siglo XVII. Arconada.
6 San Joaquín y Santa Ana, siglo XVI. Villamorón.
7 San Julián y Santa Basilisa, siglo XVII. Bárcena de Bureba. Nave Evangelio:
8 Virgen Inmaculada, siglo XVIII. Iglesia de San Esteban.
9 San Clemente, Papa, siglo XVI. Huidobro.
10 San Miguel, Arcángel, siglo XVI. Cortiguera.
11 San Lorenzo, siglo XVI. Pesquera de Ebro.
12 Cristo Resucitado, siglo XVII. Cortiguera.
13 San Mamés, siglo XVI. Padrones de Bureba. Nave de la Epístola:
14 Los Reyes Magos, siglo XVII. Iglesia de San Esteban.
15 La Santa Cena, siglo XVI. San Esteban.
16 La Virgen, madre, siglo XVI. Castrillo Matajudíos.
17 Cristo crucificado, siglo XVIII. San Esteban.
18 La Virgen Madre, siglo XVI. Tosantos

sábado, 9 de agosto de 2008

-Cascada de Pedrosa de Tobalina.


Entre las localidades de Pedrosa de Tobalina y La Orden, el río Jerea, afluente del Ebro, regala al visitante con uno de los más hermosos enclaves de la provincia burgalesa. Desde su nacimiento en los Montes de la Peña, el Jerea riega las tierras del Valle de Losa, mientras sigue su curso imparable en busca el Ebro. En ese breve recorrido, de apenas 45 kilómetros, el río se encaja varias veces, dando lugar a estrechos cañones y gargantas.


Su entrada en el Valle de Tobalina no podría ser más hermosa. El agua del río se precipita en una caída de casi veinte metros de altura y más de cien metros de anchura, dando lugar a un espectáculo grandioso e inolvidable, sobre todo en época de deshielo o de fuertes lluvias.

miércoles, 6 de agosto de 2008

-Hoces de Sobrón.


Las hoces del Sobrón, están dentro del perímetro protegido de los Montes Obarenes. Se localizan en el extremo oriental del Valle de Tobalina, pero se adentran también en territorio alavés. De hecho, pertenece a Álava el pueblo de Sobrón, que da nombre al paraje y al embalse que aprovecha la estrecha cerrada natural de esta garganta. Río y embalse sirven de frontera provincial a partir del pequeño núcleo burgalés de Tobalinilla.

Una carretera estrecha y sinuosa, tallada en la pared rocosa de la margen izquierda, permite el paso por la angosta hoz. El propio embalse, constreñido entre las paredes rocosas que el río taja, adopta la forma estrecha y alargada del curso fluvial, contribuyendo a elevar el nivel de las aguas y por ello a restar espectacularidad al relieve de las hoces. Aún así, el poderoso perfil de las paredes y los notables desniveles que se establecen entre cumbres y lámina de agua, a lo largo de más de siete kilómetros, proporcionan un paisaje de gran belleza. La alternancia de materiales de distinta dureza y comportamiento erosivo, calizas y margas fundamentalmente, da lugar a vertientes escalonadas de cantiles calizos y taludes tendidos, donde la vegetación o la ausencia de ella otorgan una extraordinaria variedad al paisaje.

A medio camino entre el dominio mediterráneo y el atlántico, este espacio acoge gran variedad de especies arbóreas y arbustivas. La vegetación, exuberante, conforma bosques mixtos de hayas, quejigos, encinas, madroños, avellanos, etc. En esta zona privilegiada crece, además, una flor endémica de los Montes Obarenes, el Narcissus jacetanus vasconicus.
Mamíferos salvajes como el corzo, el jabalí o el gato montés, encuentran refugio en la espesura de estas masas boscosas. En los nichos e inaccesibles salientes de estas paredes verticales habitan numerosas especies de aves rapaces, entre las que destacan águilas perdiceras, alimoches, halcones peregrinos y búhos reales.

domingo, 3 de agosto de 2008

-Historia del Valle de Tobalina.


La existencia de restos prehistóricos en el Valle es prácticamente desconocida. Corresponderían a esta época numerosas cuevas en el desfiladero del río Purón las cuales ofrecen unas condiciones de habitabilidad muy favorables, pero en las que todavía no se ha detectado ningún tipo de evidencia arqueológica significativa. Por otra parte, se señala la posible existencia de un poblado de la Edad del Hierro en el término de Santa María de Garoña.

En época prerromana este territorio se encuentra en la frontera entre dos pueblos con una fuerte personalidad histórica y cultural, como son los autrigones, que tienen su área nuclear en La Bureba e inmediaciones de Burgos, y los cántabros, cuyo territorio se localiza más al NO. Este espacio quedaba ya encuadrado desde Diocleciano (principios siglo IV a.C.) en la provincia de Tarraconense, como parte significativa de Cantabria.

La romanización del Valle tiene su mejor exponente en el camino romano que partía de la vía 27 a la altura de Briviesca en dirección a Frías, y seguía por Herrán hacia Losa. A este camino estaría vinculado el yacimiento de "El Bucarón" en Herrán, así como el espectacular puente -Las Puentes-conservado en el mismo pueblo en el paraje conocido como "La Hoz de Flavio". Además se han encontrado restos romanos en Gabanes -estelas-, Ranera, Tobalinilla, Bascuñuelos y Pangusión, así como en el mismo Herrán donde según la tradición se encontraron monedas romanas.


Existe una rica documentación histórica que nos permite conocer la activa participación del Valle de Tobalina en el nacimiento, formación y defensa de la primitiva Castilla. Tras la invasión musulmana, los árabes ocuparon esporádicamente los lugares más importantes de Las Merindades, pero Tobalina, por su situación marginal, no lo sería nunca, lo que se manifiesta en la ausencia de toponimia árabe. Un siglo después de la invasión, en la primera mitad del siglo IX, ya aparecen los primeros intentos de ocupación de las tierras situadas al Sur de la Sierra Salvada. Al nacimiento de Valpuesta, que se repuebla a principios del siglo IX, seguiría seguramente también Tobalina.

La primera referencia documental clara que indica la repoblación de este territorio, la encontramos en el año 852, cuando el abad Paulo fundó el Monasterio de San Martín de Ferrán (Herrán). Por otra parte, los cartularios de Oña, Valpuesta y San Millán nos acercan las fechas de repoblación de algunos de los lugares del Valle, entre los que destacan Santocildes, Cormenzana, Imaña y Lomana (872), seguidas de Villaescusa de Tobalina (959), Garoña y Santa María de Garoña (967), Ranedo (978). En el año 952 aparece mencionado por primera vez el valle con su nombre actual y poco después (967) se nos habla de Castella in alfoce de Tobalina.


Sin embargo, esta ocupación de nuevos repobladores no estuvo exenta de problemas y peligros, ya que todo el territorio comprendido entre el Valle de Tobalina y la llanada de Miranda fue escenario durante la Alta Edad Media de luchas y aceifas entre los ejércitos cristianos y árabes. Son vivos exponentes de este conflicto las fortalezas de Cellorigo, Lantarón y Pancorbo, así como la fortaleza de Tedeja (en Trespaderne) que controlaba la casi impenetrable vía que discurre por el cañón del Ebro en La Horadada (Afegg Berdich en árabe). Por aquí penetró en Castilla la gran aceifa del año 865, donde, después de destruir los cuatro fuertes que encuadraban el desfiladero, los musulmanes atacaron y desmantelaron las fortalezas de Tedeja (Tauqa), Busto (Buryu), Mijangos (Misanku) y Salinas de Añana (al-Mellaha).

Los ataques musulmanes al paso estratégico de Pancorbo no permitieron el asentamiento estable de poblaciones en Tobalina hasta que a fines del siglo IX las fortalezas de Lantarón y Pancorbo queden asentadas definitivamente en manos cristianas. La propia etimología de La Arcena -ya citada documentalmente en el año 947-, podría hacer referencia a una serie de fortificaciones muy antiguas. La participación de Tobalina en las luchas, protección de pasos y abastecimiento debió ser, necesariamente, importante en aquella época por su posición estratégica en el valle del Ebro.


A la consolidación de este proceso repoblador contribuyó la fundación de numerosos monasterios desde los primeros momentos de la ocupación del Valle. Son dos las vertientes religiosas más acentuadas que se manifiestan en este territorio: La primera de ellas se conoce como fenómeno eremítico (siglos IX-X), el cual se reconoce en el entorno de Herrán y la Sierra de La Arcena. Los mejores ejemplares se encuentran en "El Pópilo" de Herrán -posiblemente de cronología visigoda-, la denominada "Cueva de los Moros" de Montejo de Cebas. En este mismo proceso histórico se sitúan las necrópolis de "La Peña" en Pajares y de "Las Heras" en Santa María de Garoña y, en especial, la necrópolis de Quintana María, o la tumba simple de Pedrosa de Tobalina.

En un momento posterior tiene lugar un proceso de formación de monasterios familiares (siglos X-XI) en el que se enmarca la fundación en el año 852 del monasterio de San Martín de Herrán, llevada a cabo por el abad Paulo que toma presuras aguas abajo del Purón. Bajo su influencia se asientan poblaciones llegadas de lejos y que nos han trasmitido su toponimia: colonos de origen vasco (Bascuñuelos, Virués), cántabros (foramontanos) y mozárabes procedentes de La Rioja. La presencia de este último grupo de población, es decir los mozárabes, debió ser importante, como se atestigua en poblaciones próximas tales como Medina de Pomar y Mozares. En este sentido, las advocaciones de determinados santos (San Pelayo, San Román, San Vicente, San Acisclo y Santa Victoria) encierran connotaciones de origen árabe.


La toponimia conservada indica el proceso de formación de muchos de los asentamientos. Algunos denotan nuevas roturaciones, evocando el lugar donde se producen (Montejo de Cebas, Montejo de San Miguel), otros hacen referencia a nuevos núcleos (Villanueva del Grillo, Quintana-María, Quintana Martín Galíndez), los hay que responden a advocaciones religiosas que encubren la importancia de la iglesia en el surgimiento de estas aldeas (San Martín de Don, Santa María de Garoña, Santocildes). Sin embargo, tampoco debe olvidarse la existencia de nombres pre-medievales de épocas prerromana o romana (Leciñana/Leciniana, Lomana-Villa Lombana), aunque no necesariamente estaban constituidos como aldeas.


En una segunda fase, a partir del reinado de Alfonso VIII, el proceso repoblador se consolida con la formación de importantes monasterios que absorben a los pequeños cenobios familiares de la primera época. Desde el siglo XI en adelante, el fortalecimiento de las estructuras jurídicas de carácter feudal favorece a las grandes abadías, que mediante fórmulas de cesión y donación engrandecieron su patrimonio material y espiritual. Así pasan a depender de San Salvador de Oña: Santocildes, San Cosme y San Damián de Plágaro, San Julián de La Prada, San Saturnino de La Orden, San Acisclo de Pangusión, San Miguel de Clusia, San Torcuato de Leciñana y Santa María de Garoña; San Millán de la Cogolla absorbe a San Martín de Herrán y San Juan de Orbañanos; San Cosme y San Damián de Valderrama pasan a Nájera. Otros monasterios con importancia en el proceso repoblador fueron San Cipriano de Tobalina, San Fructuoso de Pangusión y San Ginés de Valderrama, que pasó a depender del Monasterio de Bujedo. También es importante en el Valle la presencia del Arzobispado de Burgos, que detenta diversos bienes patrimoniales en esta zona, además de los derechos parroquiales de Leciñana de Tobalina y Santa Coloma de Tobalina.


A principios del siglo XI Sancho III de Navarra detenta todo el poder en la zona, ejercido desde la sede episcopal de Oña, afianzando el dominio navarro en este territorio, uno de cuyos recuerdos más directos es sin duda ninguna la propia toponimia de Quintana Martín Galíndez -adelantado mayor de Sancho III-.Las luchas entre los dos reinos afectan a todo el Valle de Tobalina, generando una situación general de inestabilidad en toda la comarca, tanto política como económica. Con la derrota navarra en la batalla de Atapuerca (1.054), Tobalina se integra de nuevo al reino de Castilla.


Con la nueva repoblación llevada a cabo por Alfonso VIII se configura una nueva situación histórica en la comarca. El monarca centra sus esfuerzos en fortalecer la frontera frente al reino de Navarra, para lo cual potencia los lugares de Bilbao, Vitoria, Villarcayo o Miranda de Ebro. En el siglo XIII el Valle de Tobalina está circunscrito a la influencia de ciudades como Frías (fuero de 1202), Medina, Oña, Pancorbo o Miranda.Tobalina y sus villas son pieza de trueque en los propósitos de la Corona. Su relación directa con Frías viene determinada por la obligación que el propio Alfonso VIII impuso al monasterio de San Salvador de Oña a ceder determinados bienes en localidades como Montejo de Cebas, Quintanaseca, Ranera, Tobera, Villanueva de los Montes o Zangández, a cambio de Mijangos, con el objetivo de poblar la nueva villa. A su vez, dispuso de terrenos para el libre pasto de sus ganados en el valle y sierra de Tobalina, y centralizaba el comercio de la zona a través de un mercado fijado ya en 1203 -que se celebraba los sábados-. Frías, por tanto, articula y concentra las actividades artesanales y comerciales de su entorno, y condiciona su desarrollo a este auge económico, traducido en un aumento demográfico, que favorece la aparición de minorías étnicas, como los judíos. También se documenta una pequeña comunidad hebrea en Herrán, dentro del propio valle de Tobalina, a buen seguro aprovechando el camino comercial que tenía como vía principal el desfiladero del río Purón hacia Valderejo. Como consecuencia del auge de todos estos núcleos, el Valle de Tobalina experimenta una importante reactivación comercial, si bien el desarrollo de la comarca dependerá de la potenciación de las grandes villas, en especial Frías, Medina de Pomar, Villarcayo y Miranda de Ebro.


El Becerro de las Behetrías (1352) reconoce a la ciudad de Frías como enclave de una serie de aldeas correspondientes a los límites señalados en el fuero. Varias de dichas aldeas quedarán yermas para siempre, tras la peste y la crisis general del siglo XIV. Esta villa, a pesar de las promesas de no ser enajenada, es entregada en 1394 por Enrique III a Diego López de Zúniga, aunque posteriormente (1397, enero, 29) vuelve a ser trocada de nuevo por la ciudad de Béjar. Frías obtiene su titulación como ciudad en 1435 (marzo, 12), pero sólo unos años más tarde (1446, agosto, 12) es entregada a don Pedro Fernández de Velasco a cambio de la villa de Peñafiel "con su castillo e fortaleza e con sus aldeas e con todos sus terminos e destrictos e montes". De nuevo Frías vuelve a ser parte integrante del territorio de Tobalina, de la que había sido segregada en 1372 cuando un gran número de núcleos de población están ya bajo el dominio de los Velasco.


Durante los siglos XIII y XIV surgen nuevos centros religiosos importantes al amparo de las villas reales, como es Santa María de Vadillo en Frías (1219), que articula un dominio muy extenso en la propia villa de Frías y en la parte oriental de Tobalina.

Gabanes, Promediano, Valderrama, Villanueva del Grillo. Su radio de acciónse verá únicamente limitado por el poder del monasterio de Santa Clara de Medina de Pomar, fundado en 1313 por Sancho Sánchez de Velasco.En este marco geográfico, el poder social y económico, al amparo de los monarcas, es ejercido por los linajes nobiliarios. Su poder, aunque tiene una amplia base patrimonial, se genera a partir de los derechos que tienen sobre numerosas aldeas, provenientes de cesiones de los reyes y de la presión ejercida sobre las comunidades y la pequeña nobleza. En los siglos XI al XIII los representantes de este grupo eran los condes, mientras que a mediados del XIV se había consolidado un grupo de familias como Villalobos, Manrique, Salazar y sobre todo Velasco. Serán ahora los señores Fernández de Velasco, -posteriormente también condestables de Castilla, duques de Frías y condes de Haro-, quienes detenten el poder jurídico del espacio que nos ocupa. Su hegemonía en toda la comarca de Las Merindades viene determinada fundamentalmente por el apoyo constante a los monarcas, en especial a Enrique III de Trastámara, y la dura represión llevada a cabo frente al resto de los linajes nobiliarios, como los Salazar (1374).


Con el posterior paso a la Modernidad, el Valle de Tobalina se vio plenamente inmerso en el devenir histórico general de Castilla. La rebelión Comunera se manifiesta íntegramente, al igual que en el resto de Las Merindades, en el levantamiento frente a sus señores, los Velasco. Instigados por el conde de Salvatierra, los campesinos de Tobalina cercan las ciudades de Frías y Medina, saqueando Arroyuelo, lugar perteneciente al Monasterio de Oña. Sin embargo, la amenaza y represión llevada a cabo por los Velasco, marcó el inicio del profundo declive que se experimenta a finales del siglo XVI en el Valle de Tobalina. De nuevo, la peste ocasionó un descenso demográfico de gran magnitud, por lo que la estabilidad demográfica no se recuperará ya hasta la segunda mitad del siglo XVIII.Intimamente ligada a Las Merindades, bajo el dominio del señorío de los Velasco y su jurisdicción, el Valle de Tobalina permanece como un ente jurídico asociado a Frías, Medina de Pomar y Villarcayo. Sólo en el siglo XVIII, con el ascenso de los Borbones y la reorganización administrativa, Tobalina adquiere su independencia jurídica.


El siglo XIX marcó profundamente al Valle. Durante la guerra de Independencia los ejércitos de Napoleón utilizaron las rutas de Trespaderne para alejarse de los encuentros guerrilleros producidos en el paso de Pancorbo. A continuación se verá inmerso el valle en las Guerras Carlistas, que por encontrarse el frente de batalla en el foso del Ebro, sufrió no sólo la guerra directa, sino también las represalias de ambos bandos. Sus poblaciones son elementos de aprovisionamiento para los ejércitos, donde son reclutados hombres y gravados con saqueos de dinero y víveres.El devenir histórico del último siglo presenta al Valle de Tobalina como escenario de la contienda de la Guerra Civil. Su situación intermedia entre ambos bandos le presenta como horizonte de las batallas llevadas a cabo en la sierra de la Arcena, y en las que los habitantes del Valle participaron activamente en ambos ejércitos.La despoblación de todo el Valle durante los años 60-70 del siglo pasado nos manifiestan una realidad en proceso de profundo declive, con el consiguiente abandono de los pueblos a favor de la reactivación únicamente de su capital. Como ejemplo de pueblos abandonados están Imaña, Plágaro y Villanueva del Grillo.


Fuente: valledetobalina.com