lunes, 21 de diciembre de 2009

-Espías en Burgos durante la Segunda Guerra Mundial.

Artículo de R. Pérez Barredo publicado en Diario de Burgos.



Como ‘Capital de la Cruzada’, Burgos fue un hervidero de gentes durante los tres años que duró la contienda civil. A los militares que llegaron de toda la España sublevada les siguieron corresponsales de prensa, intelectuales, artistas y una muy diversa fauna; personajes algunos que acabarían protagonizando algunos de los capítulos más destacados de aquellos años bélicos, los más convulsos del siglo XX. Mención especial merece el capítulo de lo espías, actores singulares cuyo papel suele determinar el devenir de una guerra. Este periódico ya contó el caso de Kim Philby, británico de nacimiento pero agente al servicio de Stalin que cubrió la guerra como corresponsal del periódico The Times con dos misiones, informar de los planes bélicos de los rebeldes y asesinar en Burgos al caudillo. Philby es considerado el mayor espía del siglo XX, ya que su acción como agente doble se prolongó durante toda la guerra fría.
Ahora un documental rescata la memoria de otro de los espías más importantes de la época: el español Juan Pujol García, conocido con el alias de ‘Garbo’, a quien se le atribuye la confusión de Hitler para que prosperara con éxito el desembarco aliado en las costas Normandía, maniobra militar clave en la derrota posterior del III Reich durante la Segunda Guerra Mundial. La cinta recupera la memoria de ‘Garbo’ y de alguien más: su mujer, Araceli González Carballo, colaboradora esencial del primero en su rol de agente doble para derrocar al fascismo y a quien la historia no había atribuido con justicia su enorme contribución a este fin. La película se llama Hitler, Garbo... y Araceli, ha sido realizada por Lugopress y se estrenará el próximo mes de enero.
Juan Pujol nació en Barcelona en 1912. Tras el golpe militar de julio de 1936 fue llamado a filas por el ejército republicano, al que dio calabazas escondiéndose durante más de un año en casa de unos amigos; cuando fue descubierto corrió a alistarse pero con un único objetivo: pasarse a las filas de los sublevados. Cuando lo consiguió fue reclutado y enviado a Burgos, donde pasó varios meses. El joven oficial franquista se enamoró en la capital castellana de una joven empleada del nuevo Banco de España. Se llamaba Araceli González Carballo. Había nacido en Lugo en 1914, en el seno de una familia acomodada. Tras el estallido de la contienda trabajó en un hospital de sangre de su ciudad natal. Sin embargo, sintió la necesidad de salir de allí y gracias a las gestiones de su padre consiguió un trabajo como secretaria en la sede del Banco de España que los rebeldes habían abierto en Burgos. José de Cora, director del documental, señala que la familia de Araceli mantenía un relación de amistad con Antonio Goicoechea, director del banco, y que fue gracias a éste por el que fue contratada en la entidad. «Fue en Burgos donde nació no sólo la relación entre Araceli y Juan, sino que posiblemente allí, tras conocerse y enamorarse, planearan su futuro».

En este sentido, destaca De Cora la importancia del Hotel Condestable (el edificio de la calle Vitoria cuyos bajos ocupa hoy Zara), hervidero de todo tipo de personajes y que ellos frecuentaban. «Sabemos que ellos se movieron mucho en ese ambiente, por eso vimos clara la necesidad de aparecieran tomas de ese lugar», apunta el director de Hitler, Garbo... y Araceli. De hecho, en el documental se han recreado varias escenas de interior (aunque incluye imágenes reales del edificio tal y como estaba entonces), en una de las cuales -y que ilustra este reportaje- se puede ver a un hombre leyendo Diario de Burgos. La persona que sostiene el ejemplar ficticio del periódico burgalés no es otro que Kim Philby, el gran espía británico.

Empieza la aventura. Desencantados del triunfo de Franco, quizás sospechando lo que se le avecinaba a España y posiblemente a Europa con el auge del fascismo en Italia y Alemania (lo que confirmaron sólo meses después, cuando Hitler invadió Polonia), el matrimonio se instaló en Madrid. Allí, y según De Cora impulsados por Araceli «que era la chispa», acudieron a la embajada británica con la oferta de ponerse a su servicio. Ésta declinó la sugerencia aunque les invitó a colaborar económicamente con la causa. Fue entonces cuando Araceli sugirió a su marido hacer el mismo ofrecimiento en la embajada alemana, con el argumento de que si conseguían entrar en el nido del águila serían vistos como elementos útiles por los aliados. Los alemanes se tragaron su proposición aunque les pusieron a prueba: debían conseguir un visado para poder entrar en Inglaterra.

Así que el matrimonio se puso manos a la obra: viajaron a Lisboa, donde Juan consiguió su propósito y obtuvo la falsificación perfecta de un salvoconducto, lo que convenció a los germanos. Juan Pujol se convirtió en un agente de la Abwehr, los servicios secretos del III Reich. Lo hizo con el apodo de ‘Arabel’, en referencia a la belleza de Araceli, que siempre acompañaba a su marido. Durante meses, hicieron creer a los alemanes que habían tejido una red de espionaje en Gran Bretaña, cuando en realidad seguían en Portugal, e informaban de sucesos que si bien no eran demasiado sustanciosos sí eran suficientes para mantener engañados a los nazis.
Gracias a un golpe de fortuna, Juan se enteró de la salida de una flota de barcos aliados del puerto de Liverpool e informó a sus superiores, que quedaron todavía más convencidos de su lealtad y de su utilidad. En ese punto, es Araceli la que creyó llegado el momento de contactar con los británicos y volver a ofrecerse. Fue precisamente ella la que consiguió hacer llegar esa proposición, que esa vez fue aceptada. Así, y ya bautizado con el sobrenombre de ‘Garbo’ (posiblemente por tratarse de alguien con tantas dotes para la interpretación como la famosa actriz sueca), Pujol se convirtió en agente doble del MI-5, el servicio secreto británico. Instalado en Londres, el matrimonio Pujol González desarrolló una intensa y peligrosísima labor de espionaje y contraespionaje que llegó a su momento álgido en el año 1944.



El desembarco aliado

‘Garbo’ y Araceli formaron parte de la llamada ‘Operación Fortitude’, que consistió en convencer a los nazis de que la invasión aliada que se iniciaría en Francia se produciría en Calais, a más de 200 kilómetros de Normandía, donde en realidad iba a producirse a comienzos del mes de junio. Hitler y sus colaboradores le tenían tanta fe a ‘Garbo’ que tardaron varios días en creerse que la de Normandía era la verdadera invasión. No en vano, sus jefes de la Abwehr habían recibido el siguiente mensaje del agente doble español: «Está perfectamente claro que el actual ataque es una operación a gran escala pero con carácter de divergencia…».
El documental Hitler, Garbo... y Araceli se proyectarán en los primeros días de enero en la televisión gallega. Su productora, Lugopress, tiene previsto vender la versión castellana, por lo que es muy posible que en breves fechas pueda pasarse por otros canales.  

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