jueves, 29 de marzo de 2012

-29M ¡Que no se repita la historia!

No queremos volver a la servidumbre.

miércoles, 21 de marzo de 2012

-Protegen y consolidan el yacimiento de icnitas de Quintanilla de las Viñas.


El yacimiento de icnitas de Las Ereas 7, situado en Quintanilla de las Viñas y que se formó hace aproximadamente 144 millones de años, cuando los dinosaurios transitaban por las orillas de un lago de aguas profundas, ha sido objeto recientemente de un proceso de consolidación para frenar en lo posible su deterioro y mantener las huellas fósiles que contiene.
Dentro de las actuaciones que se han llevado a cabo en él destaca la colocación de una pérgola o cobertizo sobre las icnitas para evitar así que caiga directamente sobre ellas el agua de lluvia o la nieve. También se han instalado dos paneles informativos que explican, entre otras cosas, cómo las huellas aportan mucha información sobre estos animales, cómo es en la actualidad y cómo era hace millones de años el entorno de estas huellas, y diferentes datos sobre ellas, como su tamaño o el tipo de dinosaurio.

Durante la actuación, como señalan los paneles informativos, también se han sellado grietas, cementado partes sueltas de las rocas, construido un pequeño muro de piedra para evitar que llegue hasta ellas el agua que discurre por la ladera e instalado una valla de madera alrededor de las mismas para evitar que se pisen.
Este yacimiento presenta 60 icnitas de dinosaurios saurópodos (herbívoros cuadrúpedos de gran tamaño), terópodos (carnívoros) y se cree que también ornitópodos, que eran herbívoros. De los saurópodos sobresale un rastro muy bien conservado, que es que en su avance realiza un giro. En algunas huellas de sus patas traseras han quedado marcados cuatro dedos dirigidos hacia adelante, una característica singular dentro de las huellas saurópodas conocidas.
En los pies de los saurópodos destaca la presencia de un primer dedo con una pezuña muy desarrollada y de otros cuatro dedos, todos ellos algo girados hacia su parte lateral. Su planta, según se explica, estaría protegida por una especie de almohadilla que recuerda a la de los elefantes. Una característica de estos dinosaurios es que eran digitígrados, es decir, que al andar apoyaban sólo los dedos sobre el suelo. Como curiosidad, alguna de estas huellas alcanzan los 97 cm. de longitud.


Hace 144 millones de años, cuando estos animales vivían por esta zona de la provincia burgalesa, la Tierra presentaba un aspecto muy diferente al actual. Por ejemplo, la península ibérica era una isla bajo un clima subtropical. El paraje de Las Ereas estaba dominado por un gran lago y por bosques de coníferas y benetitales, ya extinguidas. En esa época estaba terminando el periodo Jurásico y comenzaba el Cretácico y las faunas de dinosaurios estaban sufriendo cambios importantes en todo el mundo. Del predominio de los saurópodos se fue pasando paulatinamente a la mayor abundancia de los ornitópodos.
El que todos podamos disfrutar de algo tan singular como estas huellas es gracias al trabajo que realiza el Colectivo Arqueológico y Paleontológico Salense (CAS). En esta actuación han contado con la colaboración económica de Red Eléctrica de España.

Fuente: www.diariodeburgos.es

martes, 20 de marzo de 2012

-Burgos recuperará un tramo de la "Vía Aquitana".


A caballo entre la estación de ferrocarril y el G-3, en el llamado Sector S-27, en una parcela que en un futuro será un hermoso parque, el terreno es bastante irregular. Hay un claro desnivel a lo largo de más de cien metros; bajo la epidermis del escalón más alto hay un tramo perfectamente conservado de la calzada romana que atravesaba el actual municipio de Burgos. Ese trecho de la que fue Vía Aquitania quiere ponerse en valor para que los burgaleses pueda conocer y visitar un trozo de historia. «Tenemos Atapuerca, románico, gótico, barroco y sólo nos falta contar con un vestigio de una de las cunas principales de la civilización de hace 2.000 años», afirma a este periódico el alcalde de Burgos, Javier Lacalle, que lleva tiempo madurando esta idea.

En su momento, la comisión territorial de Patrimonio de Burgos determinó la puesta en valor de la calzada romana en aquellos tramos que pudieran encontrarse en adecuado estado de coservación. Así, cuando se produjo la modificación del PGOU asociado a la variante ferroviaria, se preservó el trazado de marras, calificando ese tramo como ‘suelo de rústico de protección’, subrayándose que cuando se desarrollara el sector se realizara una prospección arqueológica, se pusiera en valor la calzada y se creara «un itinerario recreativo conectado a los sistemas generales de espacios libres incluidos en él».
Ya durante las obras de construcción de la ronda interior (Avenida Príncipe de Asturias) a su paso por esa zona se documentaron restos de interés arqueológico, concluyéndose que la calzada tenía una anchura de entre ocho y nueve metros. «Lo que se pretende es que la calzada quede integrada en el parque, perfectamente excavada y conservada, ofreciendo a la vista el corte de los distintos niveles, que es una buena forma de mostrar cómo construían sus carreteras los ingenieros romanos en el siglo II».


Las calzadas romanas eran caminos de entre cinco y seis metros de ancho, sumando la cuneta. En algunas bien conservadas, según asegura Isaac Moreno, historiador burgalés experto en la materia, su anchura llega hasta los ocho metros, caso del tramo que nos ocupa. Las vías principales tenían que tener la anchura suficiente para permitir que dos legiones formadas pudieran cruzarse en sentido opuesto sin que hubiera problemas de paso. Su construcción consistía en una zanja de aproximadamente un metro de profundidad para hacer unos cimientos de piedras grandes (statumen). Sobre ellos se colocaba una capa de cascajo (rudus), otra de grava fina (nucleus). En las zonas de mayor tráfico, como las cercanías a las ciudades grandes, se añadía un empedrado de piedras anchas y planas (summa crusta). Cada pocos metros, se dejaba un drenaje.
Las calzadas eran tan rectas como fuera posible y no se desviaban ante una colina, sino que la remontaban. Solamente ante altas montañas desviaban su trayectoria, faldeándolas. Las calzadas eran construidas por civiles, soldados y esclavos para las tareas más pesadas con piedras de distintos tamaños con el objetivo de conseguir un firme sólido. Las piedras grandes se colocaban en la base y sobre éstas se establecía una capa de piedras más reducidas. En algunos casos, por norma general en las rutas más importantes, sobre estos cimientos se colocaba un firme de adoquines. Las calzadas tenían sistemas eficaces de desagüe, logrado mediante la construcción de una curvatura en las orillas.

Fuente: www.diariodeburgos.es

lunes, 19 de marzo de 2012

-Burgos será capital mundial de la Evolución Humana en 2014.

Burgos acogerá en 2014 el XVII Congreso Mundial de la Asociación Científica internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas, en el que participarán más de 3.000 personas y está considerado el más importante de su género. El equipo de investigación de Atapuerca ha atraído a Castilla y León este evento que no se celebra en España desde 1954 y que se desarrollará en el Complejo de la Evolución Humana burgalés. La consejera de Cultura, Alicia García, fue ayer la encargada de presentar el evento que, en su opinión, abrirá la etapa del «despegue internacional definitivo» de todo el Complejo de la Evolución Humana.
Alicia García destacó la importancia científica del congreso internacional pero también su potencial como elemento de «dinamización económica» por el número de personas que atraerá a Burgos durante su celebración y la contribución a la proyección internacional de la imagen de «Capital de la Evolución Humana» de Burgos.
La Asociación Científica Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas se creó 1931 y reúne a 40.000 científicos, investigadores y profesores universitarios de más de 100 países. Entre sus objetivos figura la protección del patrimonio histórico y asesorar y elaborar planes de actuación para países, instituciones y organismos en casos de riesgo o amenaza sobre los bienes del Patrimonio Histórico.
El último congreso mundial de esta sociedad científica se celebró en 2011 en Florianópolis (Brasil) y allí se eligió la candidatura de España para acoger el congreso en 2014, a propuesta de los codirectores de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell que será su secretario.

Fuente:  http://www.abc.es

domingo, 18 de marzo de 2012

-50 años de Atapuerca.

Se cumple medio siglo del descubrimiento en la Trinchera del Ferrocarril de los primeros fósiles humanos en uno de los yacimientos más importantes del mundo.

  Visita a Atapuerca realizada con Basilio Osaba el 15 de abril de 1963. (Foto: Ical)

Junio de 1968. El espeleólogo burgalés José Luis Ulibarri escribe una carta a su colega Francisco Jordá. Es breve, precisa. Le indica que "unos 700 metros antes de la localidad de Ibeas de Juarros (Burgos) y a 200 metros a la izquierda de la carretera, en unas tierras labradas, ha encontrado numerosos sílex, la mayoría de buen tamaño. Muy pocos trabajados. De gran importancia. Similares a los primeros que aparecieron en 1962, pero de apariencia más antiguos”.

Atapuerca está de enhorabuena. Se cumplen 50 años del comienzo de un sueño. Del inicio de una aventura emprendida por el destinatario y el autor de la anterior misiva en una época en la que poco o nada se conocía sobre la Evolución Humana, la Paleontología y la Arqueología en una España que intentaba superar los ecos de la posguerra para abrirse al exterior. Los primeros científicos que llegaron al que hoy es uno de los yacimientos más importantes de toda Europa, lo hicieron sin medios, por casualidad y sin la ayuda económica de ninguna administración.
Todo comenzó en el otoño de 1962. Sin constancia del día exacto, los miembros más veteranos del grupo de espeleología burgalés Edelweiss lo sitúan en octubre. Fue el propio José Luis Uribarri, miembro del grupo, quien en una de las cavidades situadas en el trazado de la Trinchera del Ferrocarril localizó diversos huesos fosilizados, lo que le permitió evidenciar la gran antigüedad de aquel yacimiento inabarcable al que bautizaron como Trinchera, sin diferenciar como hoy entre los yacimientos de Galería y Gran Dolina.

Ana Isabel Ortega y Miguel Ángel Martín, miembros de Edelweiss y conocedores de aquella historia que después marcó sus vidas, hacen memoria desde el despacho que Ortega ocupa en la actualidad en el Centro Nacional de la Evolución Humana, anexo al Museo de la Evolución Humana. “Fueron los veteranos del grupo los que iniciaron el trabajo de campo en unas condiciones de extrema dureza, en las que prácticamente no había nada para picar aquella gigante pared en la que al parecer había restos humanos”, explica Ical Ortega.
Pese a que el descubrimiento tiene lugar en 1962 no es hasta abril del año siguiente cuando se produce la visita oficial al yacimiento. “Fueron muchas personas, se hicieron todos la foto y fue el momento en el que se dieron cuenta de lo viejo que tenía que ser aquello, relata Martín, quien escuchó en su momento contar esta historia a quienes la vivieron en primera persona, ya fallecidos. Es en este momento cuando comienzan a aparecer nuevas piezas que hacen que muchos arqueólogos y paleontólogos fijen su mirada en la sierra burgalesa. “Apareció el primer bifaz del que hay constancia y se dató en el Paleolítico Inferior”.

Por aquel momento, el Museo de Burgos era el único espacio dedicado a la Historia Antigua de una pequeña ciudad de provincias que se abría a vecinos de los pueblos limítrofes que llegaban a trabajar a las industrias que se iban instalando en los polígonos de las afueras. Basilio Osaba era el director por aquel entonces del Museo de Burgos y no dudó en ponerse en contacto con el mejor especialista del Paleolítico que había en aquel momento, Francisco Jordá, quien trabajaba en la Universidad de Salamanca.
Es el propio Jordá quien se pone en contacto con el director del Museo Paleontológico de Sabadell por aquel entonces, Miquel Crusafont, e inicia en el verano de 1964 la primera campaña de excavaciones. Poco o nada tuvo que ver aquella campaña con las que se realizan en la actualidad. Sin andamios ni útiles para hincar el diente a la pared de la Trinchera, sí que se hicieron otros importantes trabajos de campo como un croquis a mano del yacimiento de Gran Dolina, obra de Llopis Lladó que permitió conocer el entresijo de la cavidad en la que años después aparecerían los restos de la especie Homo Antecessor. “Era poca gente pero se hizo mucho”, destaca Martín, quien agrega que en estas primeras campañas se desplazaron personas de todo el norte del país entusiasmados con el yacimiento.


La ausencia de una ley estatal que velase por el patrimonio y la carencia de una administración centralizada en la que no existían gobiernos autonómicos, y mucho menos ayudas por parte de éstos, hizo que los primeros años de Atapuerca fuesen caóticos y algo confusos. El eco de las noticias que llegaban desde los medios de comunicación, que ya por aquel entonces hablaban de Atapuerca como “el yacimiento prehistórico más importante del país”, llevó a paleontólogos de todo el país a intentar rascar algo en la sierra de Atapuerca. “No se ha contabilizado todo lo que pudieron llevarse, pero fue mucho”, sentencia Martín, quien explica que muchos de los grupos de trabajo de la época eran “obreros” que pasaban horas y horas picando hasta encontrar fósiles que llevarse.
Uno de los museos al que fueron a parar los restos de Atapuerca fue el de Sabadell. El equipo encabezado por Crusafont se llevó muchas de las piezas que encontró en la campaña de excavaciones a su museo y, ante la ausencia de reclamación alguna, exhibió durante años los restos en una vitrina en la que podía leerse “restos del Paleolítico Inferior del yacimiento de Trinchera. Atapuerca, Burgos”.
Alarmados por la presencia de intrusos, el Boletín Oficial de la Provincia de Burgos publica el 24 de octubre de 1968 una norma en la que se indica que "queda absolutamente prohibida la entrada a las cuevas que poseen interés artístico o yacimientos prehistóricos a toda persona que no vaya debidamente provista de un permiso especial que otorgará el Servicio Espeleológico Provincial". Sin embargo, no sería hasta la promulgación de la Ley de Patrimonio en 1985 cuando todos estos incidentes quedasen resueltos por completo y ningún particular pudiese salir del yacimiento con restos en sus manos o furgonetas.
  Ana Isabel Ortega y Miguel Ángel Martín, pioneros de Atapuerca. (Foto: Ricardo Ordóñez)

La primera exposición que oficialmente exhibió el material más importante hallado en las cavidades de la sierra burgalesa tuvo lugar en 1968 en el Museo de Burgos, ubicado en la calle Calera. En junio de ese año, el grupo Edelweiss recibe los primeros restos paleontológicos estudiados por el profesor Villalta, datados en unos 500.000 años, que sirven de excusa para atraer la atención hacia el recién remodelado museo provincial de la capital.
La exposición coincide en el tiempo con el descubrimiento de otro gran hito del arte prehistórico: Ojo Guareña. La mayor parte de los estudiosos que participaban en Atapuerca se dieron cuenta de lo fácil que resultaba encontrar restos en Ojo Guareña y las horas que había que emplear en Atapuerca y deciden abandonar temporalmente el proyecto burgalés. Se inicia un parón de años, recuperado por Trinidad Torres. ‘Trino’, como le conocían sus amigos, inicia sus trabajos en la Sima de los Huesos en 1975.
“Queda muy sorprendido al entrar en la gran cueva de los osos”, relata Martín, quien describe aquel espacio como una gran cavidad con restos de osos de todos los tiempos. En una de las campañas de Trinidad Torres aparecen junto a los restos de osos los primeros fósiles humanos que Trino muestra a su director de tesis, Emiliano Aguirre. “Eran dos trozos de mandíbula sin mentón que casaban perfectamente y de los que se supo nada más verlos que eran del Pleistoceno Medio”.

El antes y después de Atapuerca lo marcó Emiliano Aguirre, considerado como el padre de Atapuerca, pese al camino emprendido antes por muchas otras personas. “Emiliano decidió montar su propio equipo, excavar la roca de arriba abajo y pasó años enteros preparando el yacimiento para que luego se fuera descubriendo lo que después se descubrió”, agrega Ortega, quien recuerda con gran cariño su primera campaña en 1983 en la que conoció a “José Mari, Eudald y Juan Luis”; quienes con el paso de los años se convertirían en codirectores y el rostro vivo de Atapuerca.
Ana Isabel Ortega recuerda perfectamente cómo fue su primera incursión en Atapuerca. Fue un profesor de su Facultad quien le permitió participar en la campaña aunque le advirtió que “la mayoría de los integrantes eran vascos y que se iba a pasar el verano lavando en el río”. No le importó. Meses después y tras ese primer contacto, acudió al despacho del profesor Emiliano Aguirre para pedirle participar en su equipo. “Vente mañana mismo, me dijo. Al día siguiente me cogí el autobús y me presenté en Ibeas de Juarros con mi mochila”, recuerda con emoción.

El equipo de Emiliano Aguirre lo formaban jóvenes entusiastas con estudios en Paleontología y Arqueología que sentían auténtica pasión por el yacimiento y lo que en él pudiesen hallar. La mayor parte de los que formaron ese equipo ocupan hoy puestos de importancia en el CENIEH y en el MEH donde pueden leerse en las placas de los despachos científicos el nombre de los alumnos del profesor Aguirre. Eran las mismas personas que dormían en una pequeña casa cedida por el Ayuntamiento de Ibeas de Juarros y que hipotecaban los veranos en la playa con sus amigotes para ir a limpiar piezas al río y pasar horas y horas excavando en la roca. No fue en vano.
Martín, quien participó como miembro de Edelweiss en las campañas de Aguirre, recuerda la dureza de aquellos primeros años y el miedo que el profesor Aguirre tenía a la Sima de los Huesos por el desconocimiento de sus gateras y profundidades. “Nosotros montábamos los andamios el primer día y los recogíamos el día del final de campaña”, evoca Martín, quien entiende que hubo “un antes y un después” en la llegada del Aguirre a Atapuerca.


Uno de los episodios menos conocidos de Atapuerca fue el que enfrentó al Ministerio de Defensa con los responsables del yacimiento al encontrarse parte de éste en terreno militar. En un momento en el que comenzaba a oírse el nombre de Atapuerca en toda Europa y comenzaban a aparecer restos de mayor importancia era habitual que los miembros de la campaña coincidiesen en tiempo y espacio con militares que hacían sus maniobras a pie de yacimiento. “En una ocasión estuvieron a punto de hacer saltar por los aires Gran Dolina porque el mando superior dio orden de hacer una voladura sin percatarse de que estaban al lado de los yacimientos”, explica Martín.
La pugna con Defensa duró varios años hasta que finalmente, y al amparo de la recién promulgada Ley de Patrimonio, se prohibió el paso a los militares al entorno del yacimiento. En 1987 se incoa el yacimiento a favor de Patrimonio y a partir de ese momento se declara Bien de Interés Turístico Nacional.


La guinda del pastel se pone en el año 2000 cuando la UNESCO declara a Atapuerca Patrimonio de la Humanidad. Ortega recuerda aquel día con especial emoción. “Me llamaron de la radio para pedirme una valoración y les dije que todavía no me lo creía. Lloramos mucho aquel día”, afirma. La declaración de Patrimonio de la Humanidad puso un punto y aparte en los descubrimientos. Ayudas estatales, regionales y fondos europeos de todo tipo llegaron en un momento crucial. Al mismo tiempo comenzó a fraguarse una idea con intensidad: construir un gran espacio en el que conservar las piezas que habían ido apareciendo en los yacimientos e iniciar una serie de viajes al exterior para dar a conocer los tesoros de la sierra.

El sueño de Atapuerca lo componen muchos restos: los 3.500 restos de homínidos pertenecientes a un mínimo de 32 individuos de la especie Homo heidelbergensis; el cráneo número 5, ‘Miguelón’, que se encontró en la Sima de los Huesos en 1992, y que es el resto mejor conservado del registro fósil mundial; la pelvis ‘Elvis’, encontrada en 1994 y perteneciente a un homínido de hace más de 500.000 años y el bifaz ‘Excálibur’, encontrado en 1998 y que se supone que fue la primera herramienta simbólica que pudiera explicar posibles ritos funerarios, entre otros. Todos estos tesoros pasaron años en laboratorios de la capital española para proceder a su estudio y dieron la vuelta al mundo convirtiendo a Atapuerca en un centro de referencia científica para todo el mundo.
Diez años después de la declaración de Patrimonio de la Humanidad Aguirre y sus alumnos, convertidos en doctores y prestigiosos científicos se permiten el lujo de ver cumplido otro sueño. La apertura del Museo de la Evolución Humana y del Centro Nacional de Investigación de la Evolución Humana ofrece un billete premiado a todos aquellos que hablaron de crear el “Museo de Atapuerca”. Junto a él, el llamado Sistema Atapuerca crea una conexión entre el Complejo de la Evolución Humana y los yacimientos, así como los centros de recepción de visitantes de las localidades de Ibeas de Juarros y Atapuerca. Para ello fue necesario contar con el decidido apoyo de la Junta que en todo momento vio Atapuerca como un tesoro que había que proyectar.


Marzo de 2012. La profesora Ortega revisa desde su despacho del CENIEH las primeras fotos tomadas en Atapuerca. No puede creerse que hayan pasado 50 años ni que en todo este tiempo se hayan cumplido “tantos y tantos sueños”. Rodeadas por mapas del sistema kárstico de los diferentes yacimientos coincide en lo que a menudo discute con sus amigos Arsuaga, Bermúdez o Carbonell: “Atapuerca ha cumplido muchos sueños, pero esto no ha hecho más que empezar porque la sierra depara aún muchos secretos”. Cuando se cumpla el siglo de su descubrimiento, allá por el 2062, la profesora augura que se harán visitas a cavidades hoy desconocidas y se evaluará el trabajo realizado desde otra perspectiva. Para ella, Atapuerca ha marcado su vida. No le importaría tener el poder de vivir otros cincuenta años con la pasión que acompaña a quienes tienen el privilegio de haber escrito un capítulo de la Historia de la Evolución Humana.
 Una imagen de Atapuerca, poco después de descubrirse el yacimiento. (Foto: Ical)

 Fuente: http://www.leonoticias.com


miércoles, 14 de marzo de 2012

-El espía Kim Philby en Burgos.

El mayor espía de todos los tiempos hubiera cumplido este 2012 los cien años. El británico Kim Philby, el agente doble por antonomasia, el hombre de Moscú que traicionó a los aliados durante lustros, desarrolló en Burgos una de sus misiones más importantes. Sucedió en plena guerra civil. Philby, nacido en La India con el nombre de Harold Adrian Russel pero rebautizado Kim por la novela homónima de Rudyard Kipling, era hijo de un administrador del gobierno británico en la exótica colonia asiática. Con la mayoría de edad, fue enviado a estudiar al Trinity College de Cambridge, campus universitario de la alta aristocracia del imperio de Su Graciosa Majestad. Entonces, en aquellos años, aquel vivero juvenil padecía de un virus maligno para los intereses británicos: el marximo.
Philby fue uno de los estudiantes que pronto coqueteó con aquellas ideas, que aprehendió a la par que comenzaba a odiar las que regían su país, al que consideraba corrupto.


 Es muy probable que en aquellos años estudiantiles Philby fuese captado por los soviéticos, aunque en sus memorias (Mi guerra silenciosa) confesó que fue durante una estancia en Viena y mientras se enamoraba de una espía llamada Litzi Friedman -con la que acabó contrayendo matrimonio- cuando se puso a las órdenes de Moscú. Lo cierto es que a su regreso de aquel viaje, Philby reapareció en Londres con una personalidad marcadamente conservadora, cercana a los ambientes germanófilos de la metrópoli. Así, con ese perfil, comenzó a trabajar como periodista para un rotativo local; frecuentó los ambientes en que se movían algunos de los jerarcas del III Reich, a algunos de los cuales llegó a acompañar a Alemania en varios viajes a Berlín. Ya entonces era un hombre de Stalin, a quien informaba de las relaciones entre británicos y germanos.

Por esa condición de periodista germanófilo, en 1937 fue enviado a España en calidad de corresponsal de la agencia de noticias London General Press. Muy pronto, aquel inglés alto y vestido con exquisita pulcritud -un elegante pañuelo asomando siempre de su chaqueta, el pelo brillante peinado hacia atrás- se ganó al aprecio de las autoridades sublevadas, realmente encantadas con las entusiastas crónicas de aquel espigado periodista. Su fama llegó pronto a Gran Bretaña. El periódico más importante del imperio contrató sus servicios. Así, Philby se convirtió en el corresponsal de The Times. Lo que nadie sabía, claro, era que Philby no estaba en Burgos para contar las hazañas bélicas de los golpistas. De un lado, se encontraba en la capital para informar a los soviéticos (que en teoría apoyaban al bando republicano) de todos los planes de guerra de los sublevados, cuyas decisiones se estaban tomando desde el despacho de Franco en el Palacio de la Isla. De otro, tenía una misión mucho más concreta, y que de llevarla a cabo con éxito podría modificar el rumbo de los acontecimientos: debía asesinar al general. Así consta en los archivos que hace unos años desclasificó el servicio de inteligencia británico. Tuvo ocasiones de hacerlo. Al menos dos. Y en ambas estuvo cara a cara frente al futuro dictador de España.


Alojado en el Hotel Condestable, vivero de plumillas de todo el mundo, Philby vivió meses de aventura. De todo tipo de aventuras, también amorosas. Así, mientras hacía todas las labores propias de un periodista y espía, también gozaba: como en todas las ciudades en guerra, multiplicada su población, las oportunidades y los lugares para el entretenimiento de la tropa eran mayores, y Burgos se llenó de locales cabareteros y de no pocos prostíbulos. En uno de los primeros conoció a una canzonetista inglesa, Lindsay Hogg, con quien vivió un tórrido romance que a punto estuvo de terminar en boda si hubiese el agente doble conseguido el divorcio de su primera esposa.
Durante aquel año de 1937 Philby estuvo en alguno de los principales teatros de guerra de la contienda, como la caída de Bilbao o el frente del Ebro. Pero antes de viajar a Teruel, tuvo la primera oportunidad para ejecutar su plan, cuando Franco accedió a dejarse entrevistar por Philby. El encuentro se publicó a la vez en The Times y en ABC de Sevilla, y tuvo una enorme repercusión. El agente trabaja a destajo. Desde Burgos indaga sobre la presencia cada vez mayor de italianos y alemanes en la zona sublevada, que él considera que puede terminar por inclinar la balanza de lado rebelde. Pero debe seguir ejerciendo su papel de corresponsal. Y así, el 2 de enero de 1938, en el frente de Teruel, soportando unas temperaturas inhumanas, cuando viajaba en compañía de otros periodistas, una granada hizo volar el vehículo que los transportaba. Todos murieron excepto Philby, que sufrió heridas leves que le obligaron a llevar un aparatoso vendaje en la cabeza durante meses.


Curiosamente, aquel accidente acabó reportándole una nueva oportunidad para ejectur el plan ideado por Stalin, toda vez que el 2 de marzo el Caudillo en persona condecoró a Philby con la Gran Cruz de la Orden del Mérito Militar. Parece ser que días antes del segundo encuentro del espía a las órdenes de Moscú con el general Franco, recibió de sus superiores la orden de abortar cualquier tipo de atentado.
Una vida de aventura. Philby continuó cubriendo para The Times la guerra española hasta su conclusión. Pero su azarosa existencia no concluyó ahí. Consiguió formar parte del Servicio Secreto Británico (MI-6) e incluso tomó parte en la creación de la CIA norteamericana para alborozo de Moscú, que durante veinte años tuvo información privilegiada de cuanto británicos y americanos se traían entre manos, consiguiendo que estos fracasaran en numerosos planes merced al anticipo de los soviéticos. En 1963, desenmascarado, recaló en Moscú. Al amparo del KGB, vivió como un general en la capital rusa hasta su muerte, acaecida en 1988. Phily es considerado el agente doble más importante de todos los tiempos.


Fuente: www.diariodeburgos.es

martes, 6 de marzo de 2012

-El hermano mayor de los "neandertales" vivió en Atapuerca.

Los neandertales euroasiáticos pudieron tener un 'hermano mayor' que vivió en la sierra de Atapuerca: el 'Homo antecessor'. Un nuevo estudio, publicado por el equipo de investigación de la sierra burgalesa, plantea un nuevo giro al origen de esta especie de homínido, que fue descrita por vez primera en 1997, cuando se defendió que era un ancestro común entre los humanos modernos y los extintos 'Homo neanderthalensis', y no un linaje paralelo, como se cree ahora.
Esta es la conclusión que a la que han llegado los paleontólogos, dirigidos por José María Bermúdez de Castro, director científico del Centro Nacional de Investigación en Evolución Humana (CENIEH), tras el estudio de dos húmeros de esta especie del Pleistoceno temprano, que fueron encontrados en el nivel TD6 del yacimiento de la Gran Dolina de Atapueca entre los años 2003 y 2007.
Los investigadores, según publican en la revista 'American Journal of Physical Anthropology', han realizado un análisis comparativo entre los dos fósiles de 'H. antecessor' y los de humanos modernos y neandertales. Uno de ellos perteneció al brazo izquierdo de un individuo adulto. Dada su fortaleza, los miembros del equipo que bautizaron como 'Rafa', en homenaje al tenista Rafa Nadal. Por las huellas que presenta había sido 'canibalizado' por sus coetáneos: machacaron el hueso para sacar la médula.
El otro húmero perteneció a un niño de entre cuatro y seis años.

Ambos fueron encontrados en un nivel de hace unos 900.000 años. "Lo sorprendente es que tienen rasgos similares a los de los neandertales, pero más acusados, y hace un millón de años. Nosotros interpretamos que esto de debe a que ambas especies tuvieron un ancestro común, llamémosle X, que pudo llegar del sudeste asiático", explica Bermúdez de Castro.
Esta teoría da un vuelco a lo que se había pensado en los últimos 15 años, cuando se apostó porque este 'primer europeo' encontrado en Gran Dolina (no había restos más antiguos en todo el Europa Occidental), tenía que ser el ancestro común de los neandertales y los humanos modernos. Pero esa idea fue más adelante descartada.

Ahora, el análisis de estos huesos, como ya pasó con un estudio sobre los dientes, va dibujando un panorama con nuevos misterios. ¿De dónde vinieron los 'antecessor'? ¿y qué pasó con ellos?. Bermúdez de Castro tiene su teoría: "Es posible que el ancestro común entre esta especie y los 'heidelbergensis' y neandertales no haya salido de África, sino que tuviera su origen en Asia".
De hecho, recuerda, entre la primera salida de los 'Homo' del continente africano hasta la aparición de los 'H. antecessor' en Atapuerca pasaron 600.000 años, más que suficiente para hubiera habido una evolución independiente.
En todo caso, este nuevo trabajo reabre la polémica sobre la enrevesada evolución humana, en la que aún quedan muchos 'agujeros negros' que desvelar.

Fuente: www.elmundo.es

lunes, 5 de marzo de 2012

-El húmero "Rafa" de Atapuerca.

Durante la primera década del siglo XXI, el yacimiento de la cueva de la Gran Dolina de la sierra de Atapuerca ha seguido proporcionando fabulosos tesoros científicos. Entre los más significativos, destacan un buen número de fósiles de la especie 'Homo antecessor' hallados en dos estratos distintos del nivel TD6. Dos húmeros, uno de ellos infantil (ATD6-121) y el otro perteneciente a un adulto muy joven (ATD6-148), han aportado mucha información para esclarecer el origen de la especie.
Los dos húmeros muestran signos inequívocos del proceso de canibalismo que tuvo lugar en la cueva hace 900.000 años. El húmero del adulto fue quebrado con un golpe certero para obtener la médula. El impacto, seguramente producido con una piedra, se aprecia a simple vista. La fractura de la diáfisis tiene forma en espiral y es una clara evidencia de que la rotura se produjo en el hueso fresco. Las marcas de descarnado para extraer las masas musculares son numerosas y espectaculares. Además, las dos cóndilos de la epífisis distal, donde se insertan números músculos que permiten flexionar el brazo y los dedos, fueron destrozados a golpes para separar las masas musculares.
A pesar de los daños, aún es posible estudiar varias de sus características anatómicas. El húmero ATD6-148 corresponde a un brazo izquierdo. Es muy robusto y presenta inserciones musculares muy desarrolladas. Sin duda, el brazo de este joven adulto fue tan potente como el de nuestro Rafa Nadal. De ahí el nombre con el que hemos querido bautizar el fósil, y que también quiere ser un guiño a los enormes éxitos del deporte español en un momento tan particular, sobre el que no me parece necesario dar más explicaciones. No podemos determinar si este húmero era de un hombre o de una mujer. Las dimensiones no son concluyentes. Pero este detalle no es importante. El húmero RAFA pasará a la historia de la evolución humana con todos los honores.
Sin querer entrar en detalles complejos, la anatomía de los dos húmeros (que se suma a otras evidencias anatómicas) sugiere que la especie 'Homo antecessor' está relacionada con los neandertales y sus antecesores del Pleistoceno Medio. 'Homo antecessor', 'Homo heidelbergensis' y 'Homo neanderthalensis' serían especies hermanas, hijas de un mismo «padre», que posiblemente evolucionó durante milenios en el sudoeste de Asia. Los homínidos que colonizaron Europa llegaron en momentos distintos y parecen conservar una herencia genética común, que nos permite rastrear tanto su origen como sus relaciones de parentesco filogenético.

Fuente: www.elmundo.es   Jose María Bermúdez de Castro

domingo, 4 de marzo de 2012

-El inquisidor Alonso de Salazar y Frías.


Cerca de la aldea navarra de Zurragamurdi hay un manantial que se conoce como Arroyo del Infierno. La voz popular ha conservado por toda la comarca nombres como ese, que remiten a uno de los episodios más oscuros de la historia de España, cuando la Inquisición perseguía con vehemencia todo paganismo. En aquellos primeros años del siglo XVII el Santo Oficio se volcó con la brujería. Algunos de sus más siniestros ministros alertaron de una oleada de hechicería en las Vascongadas. El Tribunal de Logroño fue el encargado del proceso -considerado el más importante en la historia de tan perversa organización- que hubiera llevado a la hoguera a cientos de personas de no haber sido por uno de los tres juristas del tribunal: un burgalés llamado Alonso de Salazar y Frías.

Nacido en Burgos capital en 1564, en el seno de una próspera familia de comerciantes, estudió Derecho Canónico en las universidades de Salamanca y Sigüenza antes de hacerse sacerdote. Trabajó en las diócesis de Jaén y Toledo de la mano de Bernardo de Sandoval y Rojas, obispo de ambas y hermano del que fuera el más influyente valido del rey Felipe III, el duque de Lerma. Según su biógrafo, Gustav Henningsen, el jurista y diplomático burgalés fue «uno de los clérigos más brillantes de la Corte». En 1609 se convirtió en inquisidor de Logroño, formando triunvirato con los exaltados Alonso Becerrra y Juan del Valle Alvarado, quienes tenían abierto un proceso contra la brujería absolutamente escalofriante: contaban, a la llegada del burgalés, con miles de informes que, según ellos, confirmaban la estrecha relación con la brujería de otros tantos seres humanos en distintos puntos de la geografía Navarra y vasca.

El salvador Salazar y Frías poco pudo hacer en los primeros meses; sus colegas, que llevaban tiempo controlando el proceso, celebraron en 1610 un auto de fe con 31 personas, de las once fueron quemadas en la hoguera ante 30.000 personas, que parecieron disfrutar viendo cómo las llamas enviaban al infierno a aquellos pobres diablos. El burgalés cuestionó algunas de las sentencias, consiguiendo evitar el ajusticiamiento de dos reos. Por eso al año siguiente, el burgalés decidió, contra la opinión de sus compañeros, que comenzaron a insinuar que su colega era ministro del diablo, iniciar un viaje por aquellas zonas en las que parecía haberse disparado una epidemia demoníaca. Durante meses, Salazar recorrió las aldeas recabando miles de confesiones y otras tantas denuncias sobre brujería que lo dejaron estupefacto. En muchos casos, tomó declaraciones de niños que decían haber soñado con su participación en aquelarres; constató cómo unos vecinos se denunciaban a otros; cómo algunos se tomaban la justicia por su mano en linchamientos o piras improvisadas. Había una violencia desatada y un clima de contaminación que se había alejado de los cánones de la realidad cobrando un cariz onírico y salvaje que asustó al letrado, convencido de que no había secta alguna y de que todo aquel fenómeno paranormal se había contagiado precisamente por publicidad, esto es, por insistir en la existencia de hechiceros y brujas.
«En el insano clima actual es pernicioso nombrar esas cosas públicamente, puesto que sólo pueden acarrear al pueblo mayor daño del que ya ha experimentado», escribió tras concluir su viaje. Constató el clérigo burgalés que en la epidemia de brujomanía confluían tres factores: adoctrinamiento previo, sueños estereotipados y confesiones extraídas a la fuerza.


A su regreso, el tribunal tenía sobre la mesa 5.000 nombres de personas sospechosas de estar relacionadas con la brujería. Aunque presionado y hostigado por los otros dos jueces del tribunal, el burgalés se mostró metódico y se centró en los argumentos jurídicos y la veracidad de las pruebas frente a la apuesta nada científica de sus colegas, creídos del rumor y las denuncias que habían llevado a todas aquellas almas a la terribe causa que se estaba enjuiciando. Pasó por un calvario Salazar y Frías. «Mis colegas dicen que ciego del demonio defiendo yo a mis brujos», escribió en una ocasión.
Pero defendió su tesis contra viento y marea. «No hubo brujos ni embrujados en el lugar hasta que se llegó a tratar y escribir de ello», recogió en su dictamen, que tiene aseveraciones que hablan magníficamente del papel racional de este buen inquisidor: «Mis colegas pierden el tiempo cuando aseguran que los aspectos más complicados y difíciles de este asunto solamente pueden ser comprendidos por aquellos iniciados en los misterios de la secta, puesto que las circunstancias, pese a todo, requieren que el caso sea juzgado en este mundo por jueces que no son brujos. Nada consiguen arreglar con decir que el demonio es capaz de esto o aquello, mientras machacónamente repiten la teoría de su naturaleza angélica y hacen referencia a los sabios doctores de la Iglesia. Todo ello resulta aniquilante, ya que nadie ha puesto en duda esas cosas. El problema es: ¿hemos de creer que en tal o cual ocasión determinada hubo brujería, solamente porque los brujos así lo dicen? No, naturalmente, no debemos creer a los brujos, y los inquisidores creo que no deberán juzgar a nadie a menos que los crímenes puedan ser documentados con pruebas concretas y objetivas, lo suficientemente evidentes como para convencer a los que las oyen». Exigía, pues, demostraciones empíricas de la cosa.

Becerra y Valle, por su parte, se mantuvieron en sus trece, rebatiendo al burgalés que el demonio había «hecho trampas» sirviéndose «de engaños y comedias para cegar la razón de muchos» y haciendo detallado hincapié de los ritos demoníacos que, según ellos, se practicaban en tierras navarras y vascas. Por fortuna para aquellas miles de personas, el burgalés se salió con la suya. Remitidos a Madrid los informes de la causa, el Consejo General decidió decretar la suspensión del proceso en 1614. Salazar consiguió además que se utilizase el silencio como el mejor mecanismo contra la expansión de la brujería. Funcionó. Además, su gestión en el mayor proceso inquisitorial de la historia evitó la hoguera a miles de personas vinculadas a la brujería cien años antes que en toda Europa. En adelante, cualquier persona acusada de ello sería castigada a penas leves cuando no declarada inocente. El biógrafo del clérigo y juez burgalés ha escrito que «el mundo siempre tendrá necesidad de alguien que se atreva a desenmascarar al verdugo: de hombres tan enteros como Salazar».

Fuente: www.diariodeburgos.es