viernes, 19 de enero de 2018

-Necrópolis altomedieval de Santa María de Tejuela, en Villanueva Soportilla.

Fuente: https://www.burgosconecta.es/2016/07/10/santa-maria-de-tejuela-historia-medieval-tallada-en-roca.html

Santa María de Tejuela, historia medieval tallada en rocaA medio camino entre Villanueva Soportilla y la localidad alavesa de Puentelarrá, al arrullo del Ebro, en un paisaje dominado por la quietud y la naturaleza, descansa una de las joyas de la corona del patrimonio histórico burgalés. Una joya que, quizá demasiado a menudo, pasa desapercibida para el gran público. Allí, en un enorme roquedal custodiado por una frondosa vegetación, que lucha por sobrevivir entre cultivos de cereal, se erige la necrópolis altomedieval de Santa María de Tejuela, una de las más grandes e interesantes de cuantas se esparcen por el tercio norte peninsular. Razón más que suficiente como para estudiarla y ponerla en valor.

Y eso es precisamente lo que lleva haciendo la Diputación desde hace casi una década. Las primeras investigaciones en el yacimiento, descubierto por Mariano Valdizán, arrancaron en los 70′ de la mano del catedrático Alberto del Castillo. Suyos fueron los primeros trabajos de excavación, que se vieron paralizados durante años hasta que en la década pasada, la Diputación tomó el testigo, encomendando la labor de puesta en valor a la empresa arqueológica Aratikos.

Fruto de esa decisión, en 2008 comenzó una excavación que ha arrojado grandes resultados y que ha permitido conocer mucho más sobre una de las necrópolis más misteriosas de cuantas se localizan en la provincia. En ella se han documentado hasta la fecha 340 tumbas talladas en la roca viva, así como dos sarcófagos, los restos de un templo, de un pequeño poblado y de un edículo, quizá el elemento más interesante y a la vez desconcertante de todo el conjunto.

Según explica María Negredo, una de las responsables de las diferentes campañas de excavación, las dataciones llevadas a cabo apuntan a que la zona tuvo una población más o menos estable entre los siglos VIII y XII. Poco se sabe de la comunidad que habitó esas tierras, ya que apenas quedan registros históricos sobre su paso, si bien, las evidencias indican que se dedicaban fundamentalmente a la agricultura y la ganadería, aprovechando el roquedal para practicar sus ritos funerarios y litúrgicos.

Así, las tumbas no corresponden a un único periodo, sino que su uso se prolongó durante varios siglos. A medida que iban muriendo, los habitantes iban siendo enterrados en los agujeros practicados en la roca, realizados todos ellos con orientación este/oeste y fundamentalmente con perfiles antropomórficos. La cabeza siempre mirando hacia la salida del sol y un único cadáver por tumba. Esa de hecho es otra de las características de las tumbas, en las que no se han localizado evidencias de uso compartido, como así se ha documentado en otros lugares.

Acompañando a las 340 tumbas situadas en el roquedal, también aparecieron dos sarcófagos, inicialmente destinados a figuras relevantes de la comunidad, así como las trazas de un templo dominando todo el conjunto. Los restos indican que el edificio, construido con piedra y tejas, se dividía en tres piezas, utilizadas para diferentes menesteres.

Más dudas hay en torno al uso del Edículo, un gran bloque de arenisca tallado en forma de cubo y vaciado por dentro. Su extraña morflología ha generado multitud de hipótesis, ideas e incluso leyendas, pero los investigadores creen que formaba parte de una estructura más amplia destinada a albergar el centro de poder de todo el poblado. Quedaría por descubrir, en este sentido, si tenía un carácter religioso o meramente civil. Puede que ambas cosas, puesto que la línea que separaba ambos conceptos era hasta cierto punto difusa.

Pero el roquedal, su historia y su uso no podrían entenderse sin el entorno. Hoy apenas quedan vestigios de la presencia de un poblado en sus alrededores, si bien, los investigadores creen que “probablemente haya más tumbas” en la zona, vinculadas en mayor o menor medida a la necrópolis de Santa María de Tejuela. No en vano, la zona tiene “indicios de distintas fases de ocupación” y de otras estructuras en los alrededores, fundamentalmente cabañas como las documentadas hasta ahora, de unos 6 u 8 metros cuadrados de superficie donde las familias hacía su vida cotidiana.

Sea como fuere, las investigaciones en los alrededores deberán llegar algún día. Mientras tanto, los esfuerzos se centran en conservar lo excavado hoy en día -el roquedal se encuentra protegido bajo un tejido mallado- y en facilitar su visita para ponerlo en valor. En esta línea, la Diputación ha ido haciendo esfuerzos económicos en los últimos años y el complejo cuenta ahora con una señalización completa, paneles informativos, un pequeño aparcamiento, un pabellón cubierto, una zona de juegos tradicionales, un pequeño paseo, un humilde mirador sobre el Ebro e incluso la recreación de un altar.

Y todo ello realizado, según destacan desde Aratikos, gracias a la “enorme colaboración” no sólo de la Institución Provincial, sino del ayuntamiento de Bozoó -municipio en el que se sitúa la necrópolis-, a la junta vecinal de Villanueva Soportilla y a los vecinos de la zona, que “desde el primer día se han implicado” e incluso “han recuperado la romería” que históricamente se realizaba hacia la necrópolis.

 Resultado de imagen de santa maría de tejuela
 https://enricvillanueva.files.wordpress.com/2008/08/dsc06299.jpg
 
 





No hay comentarios:

Publicar un comentario